sábado, mayo 02, 2009

 

EPIDEMIA EN LAS VENAS

Hace dos semanas, cuando todavía no sospechábamos que una epidemia nos iba a regalar bastantes horas para leer y, de reojo, para ver y oír los noticieros cada vez más enredados con las cifras de la influenza, vimos y leímos las noticias sobre la V Cumbre de las Américas celebrada en Puerto España, capital de Trinidad y Tobago. Como siempre, un detalle pintoresco le robó cámara a lo nodal, pero ese hecho mínimo, anecdótico si queremos, no dejó de tener su fleco simbólico y trascendente. El polémico Hugo Chávez tuvo la ocurrencia de regalarle Las venas abiertas de América Latina (1971) a Barak Obama. Cuando leí la nota pensé que el gesto de Chávez fue muy oportuno, pues aunque hayan pasado casi cuarenta años desde que fue publicada, aquella obra del uruguayo Eduardo Galeano sigue siendo inmejorable para documentar nuestras miserias y la posición periférica que los países de América Latina siguen teniendo en relación a Europa y a los Estados Unidos.Qué mejor, pues, que enseñarle pruebas al rico de su histórica rapacidad, de sus robos, de sus saqueos, de su inhumana sed de oro. Claro que, dirán algunos, la historia es así: el poderoso triunfa frente el débil, pero no está de más echarle un ojo a esa dinámica cuando el dominador se pavonea en la actualidad de justo, democrático, tolerante, civilizado y rico frente a las sociedades rezagadas y dependientes en las que vivimos. Las venas abiertas de América Latina es un recordatorio puntual, cronológicamente pormenorizado, del proceso depredatorio que durante siglos y hasta le fecha ha permitido empobrecer la realidad de nuestros pueblos para enriquecer a otros, de ahí que nunca sea impertinente su lectura en los círculos más altos de poder, allá donde tradicionalmente son tomadas las decisiones que se apoyan en la paparrucha del destino manifiesto.El libro de Galeano muestra que las epidemias fueron también útiles para diezmar, sobre todo, a los débiles. Hoy ocurre lo mismo: los grandes problemas de salud, con o son epidemia, con o sin escandalera mediática, los comparten a diario quienes no tienen acceso a servicios médicos privilegiados ni cuentan con un nivel de vida que los aleje de la indigencia. Al contrario, una inmensa minoría de la población mundial goza de mayores expectativas de vida en función no sólo del tratamiento oportuno de sus padecimientos, sino de su nivel de vida. Se podrá argüir que, por ejemplo en el caso mexicano, el Seguro Social, el Issste y todas las demás instancias y programas oficiales del sector, incluido el seguro popular, garantizan el acceso de casi todos a los servicios médicos, pero no es suficiente, pues en el rubro “salud” no sólo entra la infraestructura hospitalaria, el personal, el abasto de medicamentos y el padrón de derechohabientes, sino lo que está al lado del ciudadano en su vida diaria: la alimentación, el desarrollo de sus aptitudes físicas por medio del deporte, la cultura de la nutrición y los servicios públicos relacionados con la salubridad como el drenaje, el control de fauna nociva, el cuidado del agua y la vegetación. Todo eso junto constituye la salud social, no nada más el régimen de vacunas o la disponibilidad de camillas.Galeano muestra en su libro, insisto, que la epidemia es compañera del imperio: “Las bacterias y los virus fueron los aliados más eficaces. Los europeos traían consigo, como plagas bíblicas, la viruela y el tétanos, varias enfermedades pulmonares, intestinales y venéreas, el tracoma, el tifus, la lepra, la fiebre amarilla, las caries que pudrían las bocas. La viruela fue la primera en aparecer (…) Los indios morían como moscas; sus organismos no oponían defensas ante las enfermedades nuevas. Y los que sobrevivían quedaban debilitados e inútiles”. Por eso, insisto, la salud pública ocupa un contexto más amplio y de larga duración. La enfermedad multiplicada y mal atendida tiene vínculos directos con apetitos económicos y turbiedades políticas que nunca debemos invisibilizar. JMV

 

LO SOBRESALIENTE DEL DÍA

NACIONAL POLÍTICA
Alerta Sanitaria
• El secretario de Salud, José Ángel Córdova confirmó la muerte de 16 personas por influenza de los 159 decesos; 85 permanecen como sospechosos, y 58 no están relacionados con la nueva cepa, afirmó. / MIL
• El secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, informó que hasta anoche se habían detectado 397 casos positivos del virus de influenza humana de los cuales 381 están vivos y 16 muertos. / OVA
• Córdova Villalobos reconoció que han sido “irregulares” los reportes de los servicios de salud de los estados sobre los casos sospechosos de influenza y los cuadros graves de neumonía. / JOR
• Varios países han manifestado su rechazo ante el ingreso de mexicanos por el temor de contagiarse de influenza; en tanto, México se ha quedado sin turistas, varios vuelos han sido cancelados o se redujeron. / UNI
• Exigen médicos cubrebocas de alta eficiencia para evitar contagios del virus de la influenza humana. Denuncian falta de apoyo para enfrentar la contingencia sanitaria / REF
• Bajo permanente resguardo médico permanece el presidente Calderón y su familia en la residencia oficial de Los Pinos. Sólo los colaboradores del staff de Calderón y unos cuantos elementos del Estado Mayor pueden pisar el despacho presidencial / REF
• La Organización Mundial de la Salud negó haber reaccionado tarde a la epidemia de influenza, respondiendo así a las declaraciones del Cenavece de México. / REF
• Distribuyen elementos del Ejército entre los 21 hospitales de la zona metropolitana del DF que han tenido mayor demanda de atención por la epidemia de influenza los insumos donados por el gobierno de China / MIL
• Con apenas un año de haber conseguido el asilo en México, el bengalí Mamun Hosain murió de influenza el pasado 18 de abril en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, cuando nadie sabía del nuevo virus. / EXC
• En Tlaxcala una mujer de 39 años, falleció víctima de la influenza, luego de dar a luz por cesárea a un bebé de 32 semanas de gestación. / REF
• Las escuelas de todo país serán desinfectadas y deberán crear comités y protocolos para mantenerlas limpias en adelante, señalaron las secretarías de Educación y Salud federal. / REF
• El director del Instituto de Biotecnología de la UNAM, Carlos Arias Ortiz, rechazó que existan bases científicas para asegurar que la epidemia de influenza se haya originado en la sierra de Veracruz, como se ha especulado. / MIL
• Granjas Carroll, la empresa cuestionada por contaminación ambiental en el Valle de Perote, mantiene convenios de colaboración con las administraciones de Mario Marín en Puebla y de Fidel Herrera en Veracruz. / REF
• Desde hace 14 años, pobladores de La Gloria han denunciado la contaminación ambiental producida por las unidades porcícolas de Granjas Carroll. Estudios de Conagua han documentado filtraciones fecales a los mantos acuíferos / JOR
• Miembros de la CNTE en Guerrero se manifestaron en las calles del puerto, en rechazo a la Alianza por la Calidad Educativa; en tanto trabajadores del SNTE marcharon en Cuernavaca, Morelos. / UNI
• Representantes del Frente Sindical Mexicano y maestros de la CNTE realizaron ayer, de manera aislada, protestas contra la política laboral del gobierno del presidente Felipe Calderón, a pesar de las disposiciones sanitarias. / MIL
Proceso Electoral 2009
• La apuesta del PAN es con “El Místico” y con la taekwondoín Iridia Salazar, mientras que el PVEM recurrió al actor Raúl Araiza y a su dirigente Jorge Kahwagi, en los spots electorales; por su parte, el PRI optó por las caras de sus candidatos regionales y no por los cuestionados líderes sindicales. / REF
• Se une luchador a la campaña del PAN en contra del PRI. El tricolor se defenderá contra los que los ofenden, mientras que el PRD volverá a usar a la niña y a Jesús Ortega en sus campañas. López Obrador será la imagen de Convergencia y el PT / REF
• Partidos y el IFE diseñan un protocolo para comenzar sus campañas políticas en medio de la epidemia de influenza; se prevé un control estricto de las condiciones físicas y de salud de los eventos políticos al aire libre y en recintos cerrados. / REF
• Ocho partidos políticos entregaron al IEDF sus 13 propuestas de candidatos para la vía plurinominal; el PRI postuló a Alejandra Barrios como diputada local. / CRÓ
• PRD y PAN en el DF aseguraron que la contienda electoral no está en riesgo por la epidemia de influenza. A decir de Alejandra Barrales, dirigente del PRD, acatar las recomendaciones de la Secretaría de Salud es una prioridad. / CRÓ
• El TEPJF respaldó al IFE en su decisión de no sancionar a Radio UNAM por el incumplimiento de pautas para la transmisión de spots políticos. Por otra parte, deje sin efecto una resolución del IFE en contra de TV Azteca, por notificación con tiempo insuficiente. / JOR
• Activistas del Frente de los Pueblos en Defensa de la Tierra señalan que Peña Nieto no los ha vencido; a tres años de la represión, aún luchan por liberar a pobladores. / JOR
Combate al narco
• México concluyó la presidencia en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, pero continuará participando activamente en los lugares que corresponden a América Latina. Se buscó el balance entre informes públicos y privados para tratar los temas de la agenda: SRE. /CRÓ
• En lo que va del sexenio, la Policía Federal ha detenido a 321 miembros de cárteles de las drogas, entre ellos destacan 24 por su jerarquía y peligrosidad, como Eduardo Arellano Félix y Vicente Carrillo Leyva. / MIL
• La SSP federal ubicó a José Eduardo Costilla, El Coss y Ezequiel Cárdenas Guillén, Tony Tormenta, como los cabecillas del cártel del Golfo, desplazando a los parientes de Juan García Abrego. / JOR
• La PGR informó que fueron arraigados 12 elementos de la AFI, quienes participaron en el intento de rescate de Jerónimo Gámez García “El Primo”, uno de los principales operadores y familiar de los hermanos Beltrán Leyva. / JOR
METRÓPOLI
• El secretario de Salud del DF informa que el día de ayer no se registró ningún deceso por influenza humana. 21 personas fueron ingresadas con los síntomas en nosocomios capitalinos /CRÓ
• Analizará el jefe de Gobierno capitalino este fin de semana el relajamiento de las medidas impuesta para prevenir más casos de influenza. Dependerá del número de contagios, enfermos y decesos el levantamiento de la alerta máxima /CRÓ
• Decisión de prohibir visita de familiares a internos del Reclusorio Norte provoca disturbios al interior de ese penal; el autoridades del gobierno local rechazan la versión y dicen que se debió a una riña interna / CRÓ
• El Secretario de Gobierno del Distrito Federal afirma que los disturbios al interior del Reclusorio Norte se originaron por una discusión entre integrantes de dos equipos de futbol /CRÓ
• Inicia la Setravi desinfectación de áreas del transportes público por la contingencia sanitaria. Desde el metro hasta los Centro de Transferencia Modal serán higienizados y limpiados / CRÓ
• Revelan médicos del Distrito Federal su temor por le brote de la influenza humana a través de la página de Internet de la BBC. También relatas las dificultades por las que tiene que atravesar para hacer su trabajo / MIL
• Devela el presidente municipal de Naucalpan placa conmemorativa por los 50 años de las Torres de Satélite y anuncia su remozamiento con inversión privada: Asegura que su visibilidad no será obstruida por el segundo piso del Periférico / EXC
ECONOMÍA
Nueva Crisis
• Influenza da golpe letal al turismo extranjero. Sectur prevé una caída de hasta 85% a partir de la próxima semana. En Cancún las cancelaciones son del 70% /REF
• En riesgo 2.2 millones de empleos en el sector turismo: Rodolfo Elizondo. El secretario de Turismo afirmó que la epidemia de influenza disminuyó la actividad de 80 a 10% / SOL
• Deuda neta total del sector público federal y el saldo de los requerimientos financieros se ubicaron en 24.2 y 40.2% del PIB. El saldo de la deuda externa durante el primer trimestre del año ascendió a 39 mil 514 mdd / MIL
• Comercios abren, incumplen decreto del Gobierno federal. Luego cierran y sacan a consumidores para acatar la disposición que busca prevenir el contagio de influenza. La STPS realizó 600 operativos de verificación / REF
Carlos Slim
• El Directorio de The New York Times elogió al mexicano Carlos Slim. En un artículo que se publicó este jueves en su página en internet lo calificó como un “verdadero leal del Times” / MIL Sector petrolero
• Pemex invertirá en la refinería de Tula cerca de 200 mdd en el primer paquete de plantas para el mejoramiento de la calidad de las gasolinas y el diesel de ultrabajo azufre / MIL INTERNACIONAL
Alerta mundial por influenza
• Mexicano contagiado con influenza H1N1 en Hong Kong provoca alerta en Asia. Lo asilan y ponen en cuarentena el hotel donde se encontraba. En Corea del Sur también confirman su primer caso / EXC
• Se suman Alemania y el Reino Unidos a lista de países que reportan casos de AH1N1. En el primero hay un caso y en el segundo confirmas la enfermedad en dos ciudadanos / REF
América Latina
• Registra disturbios Chile y Venezuela con motivo de las manifestaciones para conmemorar el Día del Trabajo. En Bolivia rechazan brotes de terrorismo. En Estados Unidos abogan por los derechos de los inmigrantes / MIL
Relación México-Cuba
• Afirma Fidel Castro que Cuba estudia cada paso de la nueva administración de Estados Unidos. No somos incendiarios pero tampoco tontos que se dejan engañar tan fácilmente, declara / MIL
• Sugiere el secretario de Defensa de Estados Unidos que entre 50 y 100 reos de Guantánamo podrían acabar detenidos en territorio estadounidense sin juicio. / REF
CULTURA Y ESPECTÁCULOS
Cenart
• Ante el encierro obligado, instituciones artísticas y culturales brindan su oferta a través de videos de conciertos, teatro, entrevistas con creadores e incluso chats y mesas redondas, por internet. / MIL
DEPORTES
Futbol
• La caída de Pumas por dos goles a cero evita su pase a la Liguilla, pero además obliga al América y al Guadalajara a ganar para mantener viva la esperanza de clasificar. / UNI


 

GANAR

FOTO: Oscar Wong Soto
Los Guerreros del Santos Laguna finalizaron los entrenamientos de interescuadras en los que se conformó la alineación titular de cara al encuentro del próximo domingo ante San Luis en el Estadio Corona.
Tras una semana en la que algunos jugadores no participaron en las prácticas a la par del equipo, y no contar a inicio de semana con la participación de los seleccionados mexicanos, al cierre de ésta, se pudo confirmar la alineación titular para medirse a los sanluiseños.
Este viernes el estratega Sergio Bueno conformó su cuadro titular y mandó a la cancha la misma alineación que ha actuado en los últimos partidos de liga, a excepción de Juan Pablo Rodríguez, a quien lo suplirá Pedro Quiñónez en la media cancha.
Fuera de ello es la única variante que presenta el equipo albiverde, con lo que el conjunto lagunero buscará el triunfo para aspirar a la calificación.
Quien se mantiene en duda para poder ser convocado al partido de este domingo es el delantero colombiano Darwin Quintero, debido a que se mantuvo en reposo en la presente semana, y será valorado el sábado por la tarde para ser convocado.
Al finalizar el entrenamiento, Sergio Bueno declaró en rueda de prensa sobre el enfrentar a un equipo sin aspiraciones en la liga, pero motivado por la calificación a Octavos de Final de la Copa Libertadores:
“Es un equipo que va a traer el ánimo y la motivación a tope, eso hace a cualquier plantel sobreponerse a cualquier situación y te vuelves un equipo que te acostumbras a sacar buenos resultados, a ir en la búsqueda de trascender y no podemos confiarnos en ese sentido de que San Luis, por el hecho de pasar a la siguiente ronda de Libertadores, vaya a abandonar la liga, al contrario, yo seria muy desconfiado de ello y esperare un San Luis Motivado…”.
¿Como se encuentran tus jugadores?
“El “Chato” sigue en ese periodo de recuperación, no se integra al igual que Quintero, y hay que seguir teniendo paciencia con ellos, por lo pronto mientras no estén entrenando al parejo del equipo yo tengo que pensar en otros jugadores”.
Respecto al jugar el partido a puerta cerrada agregó:
“Jugar un partido sin afición nunca va a ser lo mismo, pero nosotros desde la semana ya lo teneos planteado con el grupo de que no hagamos caso de un escenario vacio y enfoquemos toda la atención al terreno de juego y a ganar este partido que nos meta de lleno a la calificación”.
El equipo cierra preparación este sábado a las 10:00 horas de la mañana en las instalaciones de Santa Rita a puerta cerrada con acceso exclusivo a medios de comunicación.

viernes, mayo 01, 2009

 

SE SUSPENDE SERIE Nº 11

FOTO: Oscar Wong Soto
Por disposición de la Liga Mexicana de Beisbol, las series 11 de la Temporada 2009, programadas para jugarse los días uno, dos y tres de mayo, quedaron suspendidas en apoyo a la contingencia que se vive en el país por el virus de la influenza humana.
Por lo cual, Vaqueros Laguna no jugará la serie que debería iniciar hoy viernes primero de mayo contra Saraperos en el Parque Francisco I. Madero de la ciudad de Saltillo. El boletín emitido por la Liga Mexicana es determinante, en donde dice: "acatando instrucciones de las autoridades sanitarias, nos permitimos notificar que han quedado canceladas las series del fin de semana del circuito de verano. La temporada se reanudará el miércoles 6 de mayo, siempre y cuando no haya otra disposición de la Secretaría de Salud".
LOS DIABLOS ROJOS SE LLEVAN LA SERIE
Los Diablos Rojos del México se llevaron la serie (2-1) al vencer a Vaqueros Laguna en el tercer desafío por pizarra de 10-7 con efectivo pitcheo del dominicano Julio Mateo (4-1), quien se llevó el honor en labor de seis innings, aceptando nueve hits y cinco carreras, regaló una base y se cobró con cinco ponches. Pierde Carlos Gutiérrez, tercero de seis lanzadores que utilizó el alto mando naranja, en relevo del zurdo Jorge Luis Ibarra.
La escuadra escarlata fabricó jugoso rally de seis carreras en la parte baja de la sexta, para enfilarse a la victoria, en donde un error garrafal del segunda base Ramón Ramírez abrió las puertas a los capitalinos para que fabricaran sus seis anotaciones del inning.
El México-Rojo utilizó a cuatro lanzadores. Inició el ganador Julio Mateo, seis entradas, 28 bateadores, una base, cinco carreras, nueve hits uno de ellos cuadrangular, cinco ponches y un wildpitch. Siguió el venezolano Yoel Hernández, quien retiró una entrada en orden, luego Ricardo Rincón en un tercio de juego aceptó dos carreras producto de un pasaporte y tres imparables. Llegó al rescate el venezolano Darwin Curbillán para que en una entrada y dos tercios se adjudicara su segundo salvamento.
TENÍA LA VENTAJA
Abriendo el juego en la parte alta del primer episodio, Vaqueros Laguna fabricó rally de tres carreras a la serpentina del abridor Julio Mateo. Inicia la tanda Dionys César con doblete por la pradera central, avanza a tercera en infieldhit de Sergio Omar Gastélum, Daniel Fornés produce con elevado profundo al jardín derecho la de la quiniela en los spikes del "Alebrije" dominicano y viene Emmanuel Valdés con su quinto cuadrangular de la campaña para producir dos más. En la cuarta entrada, el equipo anaranjado fabricó su cuarta anotación con dobletes de Fernando Rodríguez y tubey productor de Dionys César.
Responde Diablos Rojos del México y registran su primera anotación sobre los lanzamientos del abridor zurdo Jorge Luis Ibarra, otorga pasaporte a Miguel Ojeda, se estafa la intermedia y avanza a la antesala en error del receptor naranja Ignacio Aráuz, para luego timbrar con sencillo de Rolando Acosta.
En la cuarta le ponen otra rayita a la pizarra con cuadrangular de Carlos Valencia.
La escuadra escarlata siguió atacando hasta igualar la pizarra en la quinta entrada con dos carreras, en donde anotó José Luis "Borrego" Sandoval en roletazo de Rolando Acosta, y la segunda entró en los spikes de Eduardo Arredondo con doblete de Víctor Bojórquez.
VAQUEROS 300 101 020 - 7 13 2
MÉXICO 001 126 00X - 10 13 0

Ante tal situación, la directiva de Vaqueros Laguna informó que el equipo permanecerá en casa este fin de semana, y por instrucciones del manager Derek Bryant, los jugadores estarán entrenando en el Estadio de la Revolución.
El próximo martes 6 de mayo, a las 19:30 horas, Vaqueros Laguna estará iniciando serie de tres desafíos cuando se presenten en el Parque Revolución los líderes de la Zona Norte, Broncos de Reynosa.

 

LA PESTE MÁS FAMOSA

La peste más famosa es, sin duda, La peste de Albert Camus. Novela clave de la posguerra, es, junto con La náusea, la mejor exponente del existencialismo en literatura. Como dije ayer, hay muchas ediciones distintas, tantas que es innecesario mencionar específicamente una. La leí hace poco menos de veinte años. Me queda de ella, en la porosa memoria, su atmósfera sofocante y la sensación imborrable de ver ratas y enfermedad en cualquiera de sus páginas. Comparto un fragmento muy cercano al arranque:“Fue en ese momento más o menos cuando nuestros conciudadanos empezaron a inquietarse. Pues a partir del 18, las fábricas y los almacenes desbordaban, en efecto, de centenares de cadáveres de ratas. En algunos casos fue necesario ultimar a los animales cuya agonía era demasiado larga. Pero desde los barrios extremos hasta el centro de la ciudad, por todos los sitios que el doctor Rieux acababa de atravesar, en todos los lugares donde se reunían nuestros conciudadanos, las ratas esperaban amontonadas en los basureros o alineadas en el arroyo. La prensa de la tarde se ocupó del asunto desde ese día y preguntó si la municipalidad se proponía obrar o no, y qué medidas de urgencia había tomado para librar a su jurisdicción de esta invasión repugnante. La municipalidad no se había propuesto nada ni había tomado ninguna medida, pero empezó por reunirse en consejo para deliberar. La orden fue dada al servicio de desratización de recoger todas las mañanas, al amanecer, las ratas muertas. Una vez terminada la recolección, dos coches del servicio tenían que llevar los bichos al departamento de incineración de la basura, para quemarlos.Pero en los días que siguieron, la situación se agravó. El número de los roedores recogidos iba creciendo y la recolección era cada mañana más abundante. Al cuarto día, las ratas empezaron a salir para morir en grupos. Desde las cavidades del subsuelo, desde las bodegas, desde las alcantarillas, subían en largas filas titubeantes para venir a tambalearse a la luz, girar sobre sí mismas y morir junto a los seres humanos. Por la noche, en los corredores y callejones se oían distintamente sus grititos de agonía. Por la mañana, en los suburbios, se las encontraba extendidas en el mismo arroyo con una pequeña flor de sangre en el hocico puntiagudo; unas, hinchadas y putrefactas, otras rígidas, con los bigotes todavía enhiestos.En la ciudad misma se las encontraba en pequeños montones en los descansillos o en los patios. Venían también a morir aisladamente en los salones administrativos, en los patios de las escuelas, en las terrazas de los cafés a veces. Nuestros conciudadanos, estupefactos, las descubrían en los lugares más frecuentados de la ciudad. Ensuciaban la plaza de armas, los bulevares, el paseo de Front-de-Mer. Limpiada de animales muertos al amanecer, la ciudad iba encontrándolos poco a poco cada vez más numerosos durante el día. En las aceras había sucedido a más de un paseante nocturno sentir bajo el pie la masa elástica de un cadáver aún reciente. Se hubiera dicho que la tierra misma donde estaban plantadas nuestras casas se purgaba así de su carga de humores, que dejaba subir a la superficie los forúnculos y linfas que la minaban interiormente. Puede imaginarse la estupefacción de nuestra pequeña ciudad, tan tranquila hasta entonces, y conmocionada en pocos días, como un hombre de buena salud cuya sangre empezase de pronto a revolverse.Las cosas fueron tan lejos que la agencia Ransdoc (informes, investigaciones, documentación completa sobre cualquier asunto) anunció, en su emisión radiofónica de informaciones gratuitas, 6.231 ratas recogidas y quemadas en el solo transcurso del día 25. Esta cifra que daba una idea justa del espectáculo cotidiano que la ciudad tenía ante sus ojos, acrecentó la confusión. Hasta ese momento nadie se había quejado más que como de un accidente un poco repugnante…”. JMV

 

LO SOBRESALIENTE DEL DÍA

NACIONAL POLÍTICA Influenza en México… y el mundo
• SSA incrementa número de afectados por influenza; en sólo 24 horas los afectados pasaron de 99 a 312, y los decesos por la sepa de 9 a 12./ MIL
• Titular de Salud anunció que hasta el momento se han liberado mil 670 mdp para enfrentar la emergencia sanitaria; SSA ha comprado 1.6 millones de antivirales / REF
• El clima cálido ha ayudado a frenar el contagio de la influenza, pero en cuanto se acerque el invierno la cepa podría revitalizarse por el frío: Sanitas Internacional / UNI
• Felipe Calderón supervisa trabajos de análisis de muestras de influenza en el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológica; acompañado de Ernesto Cordero, el Ejecutivo exhortó al personal a mantener un ritmo de trabajo acelerado / REF
• Decreto de paro de labores por el Gobierno federal es ambiguo: IP; centros comerciales y tiendas departamentales sí trabajarán. La recomendación es 'a cada quien': Concamin / REF
• No hay obligación de los patrones de cubrir el salario de los trabajadores en el periodo de emergencia sanitaria: Canacintra; IP debe pagar sueldos por 'sensibilidad': analistas / UNI
• Aquellas empresas 'no esenciales' que laboren durante la emergencia sanitaria serán multadas o clausuradas: Profedet; el decreto es claro sobre sectores que deben trabajar, afirma / REF
• Capitalinos han enfrentado en los estados agresiones e insultos, así como cierres generalizados de sitios de esparcimiento; en el extranjero, los mexicanos han afrontado restricciones y aislamiento. / EXC
• La OMS reportó que la influenza ya alcanzó a 11 países. Señaló que existen 483 casos de infectados a escala internacional, 13 de ellos mortales. Holanda se sumó ayer a la lista. / MIL
• China donó a México equipo e insumos médicos por 4 millones de dólares, de los cuales, una primera remesa arribó ayer al país. Además del apoyo en especie, dará un millón de dólares en efectivo para hacer frente a la epidemia. / UNI
• Una encuesta de El Universal señala que el 98% de los entrevistados están enterados de la epidemia; 85% considera que es grave; y un 56% dice conocer las medidas implementadas por el gobierno. / UNI
• El secretario de Desarrollo Social, Ernesto Cordero, como muchos mexicanos, aún no ha aprendido una buena técnica para usar el tapabocas. / UNI
• El titular de la Sedesol, Ernesto Cordero, descartó que la epidemia tenga repercusión en los pobres, pese a que existe la hipótesis de que el virus ha golpeado principalmente a México por las condiciones de pobreza / REF
• Margarita Zavala dijo que el mejor regalo que los padres pueden dar a sus hijos es cuidarlos y explicarles lo que ocurre con la influenza. Señaló que es necesario generar en los niños mucha seguridad, evitar que entren en pánico. / SOL
• La Primera Dama se presentó en varios programas de televisión para pedir a los papás que cuiden bien a sus hijos y les expliquen que ocurre con el virus / REF
• Anuncia el secretario de Salud que se buscará regular y emitir recomendaciones a los partidos políticos para evitar conglomeraciones en los mítines de las campañas que inician este domingo /UNI
• No contempla la Secretaría de Salud posponer la fecha de las elecciones del próximo 5 de julio por la contingencia sanitaria aunque anuncia medidas especiales en cuanto a las campañas políticas / REF
Legislativas
• Aprueba el Senado más de 20 dictámenes. Entre ellos una serie de reformas en materia de justicia. Destaca la aprobación de la nueva Ley orgánica de la PRG, que substituye a la Policía Federal Investigadora / UNI
• En un maratón legislativo diputados aprueban varias reformas y leyes sin conocer los contenidos. Entre ellas, disposiciones que estimulan el empleo intensivo y la actividad económica, contra el crimen organizado Extinción de Dominio y Narcomenudeo / UNI
• Bajo el concepto de proceso/atención legislativa, reciben 54 diputados panistas 400 mil pesos endosados a nombre de la “Asociación LX Entre la gente”. Les dicen que es una costumbre entre las bancadas de cada legislatura al pedirles su firma / UNI
• Crea la bancada del PAN en la Cámara de Diputados asociación civil que los mantenga agrupados con una transferencia de 20 millones de pesos del erario público como regalo de despedida de la 60 Legislatura / UNI
Crisis del agua
• Llegarán a sus niveles mínimos las presas Villa Victoria y El Bosque, alimentadoras del Sistema Cutzamala, por lo que dejarán de operar a partir del mes de mayo, informa la Comisión Nacional del Agua. / UNI
METRÓPOLI
• El Distrito Federal va hacia una etapa de estabilización sanitaria: Ebrard; debemos continuar con precauciones, dice. El Mandatario capitalino avala paro de labores en el Gobierno federal /SOL
• 60 mil trabajadores de la administración local dejarán de laborar: José Ángel Ávila; sólo trabajarán áreas de seguridad, protección civil y transporte público / EXC
• Eduardo Ceja Rojas es detenido por la PGJDF por posibles vínculos con la Banda La Flor; el sujeto es compadre de José Luis Romero, ex comandante judicial integrante de la organización /EXC
ECONOMÍA
• Especialistas en derecho laboral y la Canacintra, señalaron que los patrones no están obligados a cubrir el salario de los trabajadores durante el periodo de suspensión de labores que ordenó la Secretaría de Salud. / UNI
• El Consejo Coordinador Empresarial solicitó apoyo a sus agremiados para el paro de actividades no esenciales, así como la aplicación de las medidas anunciadas por el gobierno para contrarrestar la influenza. / UNI
• El presidente del CCE, Armando Paredes, dijo que la caída del PIB dependerá del tiempo que duren las medidas que tomó el gobierno sobre la influenza. Indicó que tales acciones provocarán una contracción de 0.5% adicional al 4.5% originalmente proyectado del PIB. / EXC
• Una encuesta de El Universal revela que la clase trabajadora está más preocupada por preservar su empleo que luchar por lo que le corresponde. Los encuestados señalaron que la ley protege más a los empleadores que a los empleados. / UNI
• En el DF la actividad económica se ha reducido 50% por la influenza, las restricciones y prohibiciones para evitar aglomeraciones y reducir así el riesgo de contagio. / UNI
• BID libera recursos para México. Hacienda reconoció las proyecciones del Banco de México y el FMI y agregó que prepara estímulos para las empresas. / EXC
• Comunicaciones, a salvo, dice SCT. El titular de la dependencia, Juan Molinar, dijo que el gobierno federal ha tomado medidas superiores a las normas de la OMS. Logra el gobierno que otros países mantengan operaciones normales de transporte. / EXC
• Gobierno lanzará campaña en favor de la carne de cerdo. Sagarpa e industriales reiteran que el alimento porcino es seguro. Autoridades federales pedirán a la OMC intervenga para frenar el veto en el exterior. / EXC
• Van en picada finanzas públicas. Reporta Hacienda que el PIB cayó 7% en los tres primeros meses del año. / REF
• Chrysler no logró evitar la bancarrota. Acelera su alianza con la italiana Fiat. El presidente de EU, Barack Obama y el primer ministro canadiense, Stephen Harper, anunciaron que darán 10 mil 500 mdd de ayuda. Suspenden pagos, pero no incluyen a la filial mexicana, que continuará su operación. / UNI
• Google, marca más valiosa del mundo, revela el estudio Brandz Top 100 most valuable global brands 2009. / EXC
INTERNACIONAL
• Escolta del presidente de EU tuvo síntomas de influenza. Guardaespaldas integró delegación que viajó a capital mexicana. La Casa Blanca aclara que afectado nunca estuvo a dos metros de Barack Obama. / UNI
• La UE rechaza suspender los vuelos a México. La Cruz Roja Internacional moviliza a miles de voluntarios para mitigar efectos de una pandemia. / UNI
• Aíslan a italianos en sus casas. El gobierno decidió que quienes regresen de territorio mexicano se deben quedar en sus hogares por siete días. / EXC
• “Time” ubica al “Chapo” en su lista de influyentes. La revista dio a conocer su lista actual de las 100 personas más influyentes del mundo. Carlos Slim, Barack Obama, Hillary Clinton en la publicación. / UNI
• Atacan desfile real en Holanda. Un conductor traspasó dos barreras de la Policía para arrollar a una multitud que vitoreaba a la Reina Beatriz. El saldo: 5 muertos y 12 heridos. “El hombre dijo que su acción era contra la familia real”, informó un fiscal. / REF
CULTURA Y ESPECTÁCULOS
• Calcula el INBA en más de medio mdp las pérdidas generadas por la suspensión de espectáculos y actos culturales, decretada por el brote de influenza. El instituto canceló 230 actividades y dejó de atender a más de 136 mil personas en la capital. / EXC
• La comedia de luto. Amparito Arozamena falleció ayer a los 92 años de edad. /REF
DEPORTES
• Secuestran en Tijuana a padre de beisbolista. Un grupoarmado secuestro al padre de Óscar Robles, de los Diablos Rojos del México y hasta el momento no ha sido localizado. / REF

jueves, abril 30, 2009

 

¡FELICIDADES EN SU DÍA!



 

NO ES IGUAL

FOTO: Oscar Wong Soto
Cuadrangular de Luis Terrero en la quinta entrada con uno a bordo, guió a Vaqueros de Laguna al triunfo, 5-3, sobre Diablos Rojos del México, en el primer juego de la doble jornada de hoy y de la serie.
Cabe destacar que esta serie que se debía jugar en el Foro Sol se juega en el Estadio Revolución de esta ciudad, casa de los Vaqueros, siendo el equipo capitalino el equipo de casa.
Víctor Santos (1-1) fue el ganador en labor de cinco episodios, diseminó ocho hits, permitió una carrera, regaló dos bases y ponchó a uno. Perdió Heriberto Ruelas (2-2) en trabajo de cuatro entradas y dos tercios, espació cinco hits, le anotaron cuatro carreras, regaló tres bases y ponchó a uno.
Anotación por entradas:
Laguna 300 020 0 -- 5 10 1
México 010 000 2 -- 3 12 0
PG: Víctor Santos (1-1). PP: Heriberto Ruelas (2-2). JRS: Laguna.- Luis Terrero (6)
En el segundo partido, imparable de Víctor Bojórquez remolcó a Rolando Acosta, en el cierre de la séptima entrada, con la carrera que dio victoria, 2 a 1 a los Diablos Rojos del México sobre Vaqueros Laguna, y dividir en la doble cartelera de este miércoles.
La victoria se le apuntó al relevista Darwin Cubillán (1-1) mientras que el descalabro también en trabajo de relevo se le cargó a Claudio Sánchez (1-2).
Anotación por entradas:
Laguna 001 000 0 -- 1 5 1
México 000 001 1 -- 2 8 0
PG: Darwin Cubillan (1-1); PP: Claudio Sánchez (1-2). No hubo jonrones.

 

LO SOBRESALIENTE DEL DÍA

NACIONAL POLÍTICA
Todos en “descanso obligatorio”
• La SSA determinó ayer que, del 1 al 5 de mayo, se suspenderán las labores no esenciales de la Administración pública federal y de la iniciativa privada. Invitan a estados a replicar medida sanitaria para evitar más contagios / REF
.. De esta manera Gobierno federal, locales y empresas deberán parar por 5 días /UNI
.. El presidente FCH exhortó a los mexicanos a permanecer en casa durante el puente del 1 al 5 de mayo; “es el lugar más seguro”, asegura el Mandatario. El Ejecutivo salió a los medios en cadena nacional a las 23 horas de ayer /MIL
El mundo en Fase 5 de pandemia
• En Ginebra, Suiza, la OMC determinó poner la alerta sanitaria mundial en Fase 5, lo cual quiere decir que ya existen contagios persona a persona en por lo menos dos países; en este caso México y EU. Margaret Chan, a reaccionar ante la pandemia “queda poco tiempo”, ya son 148 los contagios detectados fuera de México / JOR
.. El presidente Obama de EU se vio ayer obligado a iniciar el día número 100 de su mandato confirmando la noticia de la muerte de un niño de apenas 23 meses y de nacionalidad mexicana. Pero argumentó que no cerrará fronteras con México /UNI
.. La ministra española de Sanidad, Trinidad Jiménez, confirmó ayer que los infectados por el virus de la influenza han pasado de dos a 10 en esa república /UNI
El “dream team” sanitario; la caída del PIB y las acciones del GDF
• A fin de intercambiar opiniones sobre la epidemia por influenza porcina con ex secretarios de Salud, el presidente Calderón reunió en Los Pinos a tres ex titulares de esta cartera, De la Fuente, Kumate y Soberón, quienes se comprometieron a brindarle consejos y recomendaciones / CRÓ
.. Juan Ramón de la Fuente calificó de “acertadas” las medidas de los gobiernos federal y capitalino para evitar la propagación de la influenza porcina, pero señaló que aún falta generar credibilidad, que en estos momentos de emergencia la buena información es “indispensable”./UNI
.. El Secretario de Hacienda, Agustín Carstens, aseguró ayer que no habrá ninguna restricción presupuestal para hacer frente a la epidemia de influenza. Según él -en el corte informativo nocturno de ayer en la SSA-, la influenza hará caer el PIB en 0.5%, pero que la recuperación será rápida, dijo /REF
.. Mientras los más de 35 mil meseros que trabajan en el DF recibirán una compensación económica de la administración capitalina, como una medida que busca reducir el daño a los ingresos diarios de ese personal; serán 50 pesos diarios, dice el GDF /UNI
.. También la administración Ebrard ordenó que todos los servicios y trámites de Ventanilla Única de las 16 delegaciones políticas queden suspendidos hasta el 6 de mayo /REF
.. La OMS avaló ayer la decisión del GDF de impedir que se coma dentro de los restaurantes; es acertada, dijo Keiji Fukuda, subdirector general del Grupo de Seguridad Sanitaria de la OMS /REF
.. La Comisión Nacional de Arbitraje Médico investiga a los médicos que diagnosticaron y atendieron a las 152 personas muertas que eran sospechosas de portar el virus de la influenza porcina/ UNI
.. Pero, México no posee la infraestructura para desarrollar y, virtualmente, producir la vacuna contra el virus de influenza porcina. Sucede que hace 30 años el gobierno federal desmanteló dos institutos especializados y dejó de invertir en la creación de productos biológicos, a pesar de las recomendaciones de la OMS /UNI
.. Mientras la UNAM está abierta a recibir y analizar las cepas de personas que enfermen con el virus de la influenza porcina, a fin de colaborar en la elaboración de un prototipo de vacuna /REF
El origen del virus y las encuestas
• En la comunidad La Gloria se continuará peleando para que los gobiernos federal y de Veracruz cierren las granjas de cerdos en la región: Guadalupe Serrano del movimiento ambiental “Pueblos Unidos”. Se supone que de esta granja porcícola surgió el virus nuevo / REF
.. El ex regente capitalino Manuel Camacho salió del hospital ABC de Observatorio, donde se recuperó de un cuadro de influenza porcina. A la una de la tarde fue dado de alta y declaró que la sociedad debe tomar en serio la epidemia /MIL
.. Encuesta Reforma: 49% tiene mucho o algo de miedo a ser contagiado por el virus de la influenza porcina; 50% tiene poco o nada de miedo. 49% sí está de acuerdo con las medidas dictadas por Ebrard /REF
.. 51% considera que las autoridades han reaccionado tarde; pero la mayoría piensa que las cifras oficiales de enfermos y muertos ocultan la realidad /REF
.. Encuesta de María de las Heras: 30% considera que la epidemia está peor de lo que se dice en los medios; 51% opina que las informaciones son reales y 32% que son exageradas /MIL
.. Encuesta de Milenio TV: 56% opina que las medidas dictadas por el Gobierno federal son adecuadas; pero 22% señala que son insuficientes /MIL
Lucha contra el narco y la legislación
• Tras meses de investigación, la PFP capturó en Matamoros, Tamaulipas, a Gregorio Sauceda, El Caramuela o El Goyo, un ex policía identificado como una de las “figuras históricas” del cártel del Golfo. / MIL
.. Estamos desilusionados ante el incremento de abusos militares contra civiles: Human Rights Watch; hay poca disposición de la Sedena y PGR para castigar a responsables, señala /UNI
.. Analizaremos con detenimiento el informe de HRW sobre la situación de los derechos humanos en México: Segob; en el país no hay ningún mando militar que goce de impunidad, afirma/ REF
.. Senado devuelve a la Cámara de Diputados la Ley de Extinción de Dominio y la Ley de la Policía Federal con el fin de modificar varios artículos que ya fueron acordados entre ambas entidades para ser aprobados /MIL
Proceso electoral 2009
• Rechaza la Suprema Corte de Justicia de la Nación recurso presentado por Sergio Aguayo para que no se destruyan las boletas de la elección presidencial del 2006. Determina que el recurso deberá ser resuelto por un tribunal colegiado en materia civil del primer circuito / MIL
.. Determina el TEPJF que el Instituto Federal Electoral revise recurso interpuesto por el ex presidente Vicente Fox y su esposa presentado en contra del PRI y que fue desechado /REF
.. Se reunirán los secretarios de Gobernación y de Salud con los titulares del IFE y el Tribunal Electoral para analizar el futuro proceso electoral venidero en el marco de la contingencia sanitaria/ REF
.. Destaca sondeo repunte del PVEM con miras a los comicios del próximo 5 de julio mientras la diferencia entre el PRI y el PAN se recorta y el PRD continúa en el tercer lugar de las preferencias electorales /REF
.. A casi un mes de haberse iniciado las campañas políticas con miras a la elección del próximo gobernador de Nuevo León, se mantiene el empate técnico entre los abanderados del PAN y el PRI /REF
.. Marca intercambio de acusaciones entre candidatos a la gubernatura de Sonora del PRI y el PAN el primer debate público en la entidad. El abanderado del PRD surgió como el candidato revelación /FIN
Trata de blancas y explotación infantil
• Identifican a organización autodenominada “Los Zetas” como una organización dedicada a enganchar, trasladar, explotar sexualmente y vender a mujeres adolescentes de varios estados del país / UNI
.. La tendencia a iniciar la vida laboral a edad temprana propicia la explotación infantil revela una encuesta. Los mexicanos empiezan a trabajar desde los 15 años de edad /UNI
Esquela
• Falleció Miguel Tejeda Vázquez, nieto de Don Mario Vázquez Raña /MIL
METRÓPOLI
• Concluyen trabajos en la ALDF; en esta Legislatura los niños fueron los menos beneficiados. Pendiente la penalización al consumo de pornografía infantil / UNI
• PGJDF reporta disminución de 32% en remisiones de delito de alto impacto desde que se ejecutó la alerta sanitaria; Iztapalapa y Cuauhtémoc las delegaciones con más actividad delictiva / REF
• Alfredo Vinalay, nuevo jefe delegacional en Miguel Hidalgo, replanteará con los residentes de Lomas, Polanco y Bosques obras viales; el proyecto no es una obsesión para mi, dice / EXC
ECONOMÍA
• PIB podría caer hasta 0.5% por la epidemia de influenza porcina: SHCP. Por su parte, Banxico aseguró que la magnitud del impacto dependerá de la duración del fenómeno. Después del choque vendrá un rebote, coinciden / FIN
• Banxico ajustó su pronóstico de crecimiento para el 2009. El banco central estimó que el PIB caerá entre 3.8 y 4.8% sin considerar los efectos de la influenza / ECO
• Sólo 11% de las empresas ha decidido suspender labores de oficina por la influenza, reveló sondeo de Mercer. Mientras, 41% permite el trabajo desde casa en posiciones administrativas y operativas / UNI
• IP solicita aplazar el pago de cuotas ante el IMSS e Infonavit ante caída en sus ingresos. Además pide acelerar la devolución de impuestos y otorgar nuevas líneas de crédito / UNI
• Autoridades extremaron las medidas para evitar el contagio de influenza humana y giraron instrucciones a los principales aeropuertos del país que tienen salidas internacionales para instalar dispositivos de medición de temperatura / EXC
• China, Filipinas y Nicaragua cerraron sus fronteras a la carne de cerdo mexicana, y Japón analiza esa posibilidad, pero de tomar esa determinación se dejarán de exportar 60 mil toneladas, lo que representa una pérdida de 200 millones de pesos / UNI
INTERNACIONAL
• Obama califica de positivos los primeros 100 días al frente de EU; el Mandatario afirma que impulsará la Reforma Migratoria 'hasta donde pueda'. El Presidente acepta que todo dependerá del Congreso / REF
* Por cierto que la Fed de EU anunció ayer que la economía de esa nación cayó en 6.1% del PIB en el primer trimestre del año, cuando la previsión era de 5% /FIN
• España ejercerá la presidencia de la UE el primer semestre de 2010, fecha en la que analistas prevén termine la crisis económica. Tendremos una dirigencia de iniciativa: Zapatero / EXC
CULTURA Y ESPECTÁCULOS
• Diputados del PAN, PRD y PRI piden a José Manuel Villalpando argumentos para seleccionar el proyecto ganador del 'Arco Bicentenario'; el organizador de los festejos deberá aclarar el proceso, afirman / REF
DEPORTES
• Chivas a octavos de final de la Libertadores; empata a un gol con el Everton. Durante el encuentro, el central tapatío Héctor Reynoso tosió y estornudó en la cara de un jugador chileno /REF
REVISTAS
• Señoras de poder, su influencia va más allá del dinero; las acciones y las palabras de estas mujeres mueven y sacuden la vida del país: Elba Esther Gordillo, Beatriz Paredes, Josefina Vázquez, Carmen Alanís, Salma Hayek, Denise Dresser, Margarita Zavala, entre otras /Expansión
RADIO Y TV
• Por primera vez, los conductores tuvieron a un invitado en el estudio, el secretario de Salud, José A. Córdova, con quien hablaron respecto a la influenza. (Tercer Grado/Televisa)

PRENSA EXTRANJERA
* La UE se plantea suspender o no suspender los vuelos a México. Ésa es la cuestión que debatirán hoy los ministros de Sanidad de la Unión Europea en Luxemburgo. A priori no hay acuerdo ente los 27 sobre la propuesta francesa de suspender todos los vuelos /EuroNews
* Perú y Suiza detectan contagios. En el caso peruano, que supone el primero registrado en Suramérica, se trata de una ciudadana argentina /ElPaís
* Raúl Castro responde a Washington. El presidente de Cuba dice que no se deben esperar gestos de su país porque es EU quien mantiene el bloqueo económico /BBC



 

EL CAMINO DE LA PESTE

El tema de la influenza me llevó de la mano al tema de la peste en la literatura. De botepronto hallé dos referencias que se me quedaron enganchadas en la memoria:
El camino de Santiago”, largo cuento de Alejo Carpentier, e inevitablemente La peste, novela de Albert Camus. Invito pues a su lectura; ambos son de fácil consecución, pues hay diferentes ediciones.
El cuento de Carpentier aparece en el libro Guerra del tiempo o también en Cuentos completos.
Debo decir que es, que ha sido siempre uno de mis favoritos. La vida de ese personaje llamado Juan de Amberes, descrita con el barroquismo carpenteriano, es un banquete literario.
Al inicio del tranco dos, dice el narrador cubano:
“Creyóse, en un comienzo, que el mal era de bubas, lo cual no era raro en gente venida de Italia.
Pero, cuando aparecieron fiebres que no eran tercianas, y cinco soldados de la compañía se fueron en vómitos de sangre, Juan empezó a tener miedo”.
Todo el cuento es una pieza maestra de perfección prosística, un dechado de belleza literaria. Así comienza (aparecerá completo en el blog), y mañana le sigo con la novela de Camus:
“Con dos tambores andaba Juan a lo largo del Escalda —el suyo, terciado en la cadera izquierda; al hombro el ganado a las cartas—, cuando le llamó la atención una nave, recién arrimada a la orilla, que acababa de atar gúmenas a las bitas.
Como la llovizna de aquel atardecer le repicaba quedo en el parche mal abrigado por el ala del sombrero, todo había de parecerle un tanto aneblado —aneblado como lo estaba ya por el aguardiente y la cerveza del vivandero amigo, cuyo carro humeaba por todos los hornillos, un poco más abajo, cerca de la iglesia luterana que habían transformado en caballerizas.
Sin embargo, aquel barco traía una tal tristeza entre las bordas, que la bruma de los canales parecía salirle de adentro, como un aliento de mala suerte.
Las velas le estaban remendadas con lonas viejas, de colores mohosos; tenía pelos en los cordajes, musgos en las vergas, y de los flancos sin carenar le colgaban andrajos de algas muertas.
Un caracol, aquí, allá, pintaba una estrella, una rosa gris, una moneda de yeso, en aquella vegetación de otros mares, que acababa de podrirse, en pardo y verdinegro, al conocer la frialdad de aguas dormidas entre paredes obscuras.
Los marinos parecían extenuados, de pómulos hundidos, ojerosos, desdentados, como gente que hubiera sufrido el mal de escorbuto.
Acababan de soltar los cabos de una faluca que les había arrastrado hasta el muelle, con gestos que no expresaban, siquiera, el contento de ver encenderse las luces de las tabernas.
La nave y los hombres parecían envueltos en un mismo remordimiento, como si hubiesen blasfemado el Santo Nombre en alguna tempestad, y los que ahora estaban enrollando cuerdas y plegando el trapío, lo hacían con el desgano de condenados a no poner más el pie en tierra.
Pero, de pronto, abrióse una escotilla, y fue como si el sol iluminara el crepúsculo de Amberes.
Sacados de las penumbras de un sollado, aparecieron naranjos enanos, todos encendidos de frutas, plantados en medios toneles que empezaron a formar una olorosa avenida en la cubierta.
Ante la salida de aquellos árboles vestidos de suntuosas cáscaras quedó la tarde transfigurada y un olor a zumos, a pimienta, a canela, hizo que Juan, atónito, pusiera en el suelo el tambor cargado en el hombro, para sentarse a horcajadas sobre él.
Era cierto, pues, lo de los amores del Duque con lo que decían de los suntuarios caprichos de su dueña, ganosa siempre de los presentes que sólo un Alba, por mero antojo, podía hacer traer de las Islas de las Especias, de los Reinos de Indias o del Sultanato de Ormuz.
Aquellos naranjos, tan pequeños y cargados, habían sido criados, sin duda, en alguna huerta de moros bautizados —que nadie los aventajaba en eso de hacer portentos con las matas—, antes de desafiar tormentas y bajeles enemigos, para venir a adornar alguna galería de espejos…”.

 

EL CAMINO DE LA PESTE (COMPLETO)

El tema de la influenza me llevó de la mano al tema de la peste en la literatura. De botepronto hallé dos referencias que se me quedaron enganchadas en la memoria: “El camino de Santiago”, largo cuento de Alejo Carpentier, e inevitablemente La peste, novela de Albert Camus. Invito pues a su lectura; ambos son de fácil consecución, pues hay diferentes ediciones. El cuento de Carpentier aparece en el libro Guerra del tiempo o también en Cuentos completos. Debo decir que es, que ha sido siempre uno de mis favoritos. La vida de ese personaje llamado Juan de Amberes, descrita con el barroquismo carpenteriano, es un banquete literario. Al inicio del tranco dos, dice el narrador cubano: “Creyóse, en un comienzo, que el mal era de bubas, lo cual no era raro en gente venida de Italia. Pero, cuando aparecieron fiebres que no eran tercianas, y cinco soldados de la compañía se fueron en vómitos de sangre, Juan empezó a tener miedo”. Todo el cuento es una pieza maestra de perfección prosística, un dechado de belleza literaria. Así comienza (aparece completo en este blog), y mañana le sigo con la novela de Camus:
El camino de Santiago
Alejo Carpentier
I
Con dos tambores andaba Juan a lo largo del Escalda —el suyo, terciado en la cadera izquierda; al hombro el ganado a las cartas—, cuando le llamó la atención una nave, recién arrimada a la orilla, que acababa de atar gúmenas a las bitas. Como la llovizna de aquel atardecer le repicaba quedo en el parche mal abrigado por el ala del sombrero, todo había de parecerle un tanto aneblado —aneblado como lo estaba ya por el aguardiente y la cerveza del vivandero amigo, cuyo carro humeaba por todos los hornillos, un poco más abajo, cerca de la iglesia luterana que habían transformado en caballerizas. Sin embargo, aquel barco traía una tal tristeza entre las bordas, que la bruma de los canales parecía salirle de adentro, como un aliento de mala suerte. Las velas le estaban remendadas con lonas viejas, de colores mohosos; tenía pelos en los cordajes, musgos en las vergas, y de los flancos sin carenar le colgaban andrajos de algas muertas. Un caracol, aquí, allá, pintaba una estrella, una rosa gris, una moneda de yeso, en aquella vegetación de otros mares, que acababa de podrirse, en pardo y verdinegro, al conocer la frialdad de aguas dormidas entre paredes obscuras. Los marinos parecían extenuados, de pómulos hundidos, ojerosos, desdentados, como gente que hubiera sufrido el mal de escorbuto. Acababan de soltar los cabos de una faluca que les había arrastrado hasta el muelle, con gestos que no expresaban, siquiera, el contento de ver encenderse las luces de las tabernas. La nave y los hombres parecían envueltos en un mismo remordimiento, como si hubiesen blasfemado el Santo Nombre en alguna tempestad, y los que ahora estaban enrollando cuerdas y plegando el trapío, lo hacían con el desgano de condenados a no poner más el pie en tierra. Pero, de pronto, abrióse una escotilla, y fue como si el sol iluminara el crepúsculo de Amberes. Sacados de las penumbras de un sollado, aparecieron naranjos enanos, todos encendidos de frutas, plantados en medios toneles que empezaron a formar una olorosa avenida en la cubierta. Ante la salida de aquellos árboles vestidos de suntuosas cáscaras quedó la tarde transfigurada y un olor a zumos, a pimienta, a canela, hizo que Juan, atónito, pusiera en el suelo el tambor cargado en el hombro, para sentarse a horcajadas sobre él. Era cierto, pues, lo de los amores del Duque con lo que decían de los suntuarios caprichos de su dueña, ganosa siempre de los presentes que sólo un Alba, por mero antojo, podía hacer traer de las Islas de las Especias, de los Reinos de Indias o del Sultanato de Ormuz. Aquellos naranjos, tan pequeños y cargados, habían sido criados, sin duda, en alguna huerta de moros bautizados —que nadie los aventajaba en eso de hacer portentos con las matas—, antes de desafiar tormentas y bajeles enemigos, para venir a adornar alguna galería de espejos, en el palacio de la que arrebolaba su cutis de flamenca con los más finos polvos de coral del Levante. Y es que cuando ciertas mujeres se daban a pedir, en aquellos días de tantas navegaciones y novedades, no les bastaban ya los afeites que durante siglos se tuvieran por buenos, sino que pedían invenciones de Dinamarca, bálsamos de Moscovia y esencia de flores nuevas; si se trataba de aves, querían el papagayo indiano que dice insolencias, y en cuanto a perros, no se contentaban ya con el gozque cariñoso, sino que reclamaban falderos con traza de grifos, o animales con bastante lana para trasquilarlos de modo que tuvieran una melena berberisca donde prender lazos de color. Así, cuando el aguardiente del vivandero zamorano se subía a la cabeza de los soldados, había siempre quien se soltara la lengua, afirmando que si el Duque permanecía tanto tiempo en Amberes, con unos cuarteles de invierno que ya pasaban de cuarteles de primavera, era porque no acababa de resolverse a dejar de escuchar una voz que sonaba, sobre el mástil del laúd, como sonarían las voces de las sirenas, mentadas por los antiguos. "¿Sirenas?"—había gritado poco antes la moza fregona, gran trasegadora de aguardiente, que venía zapateando desde Nápoles, tras de la tropa. "¿Sirenas? ¡Digan mejor que más tiran dos tetas que dos carretas!" Juan no había oído el resto, en el revuelo de soldados que se apartaban del carro del vivandero sin pagar lo comido ni bebido, por temor a que algún criado del Duque anduviese por allí y denunciara la ocurrencia. Pero ahora, ante esos naranjos que eran llevados a tierra, bajo la custodia de un alferez recién llegado, le volvían las palabras de la moza, subrayadas por un espeso trazo de evidencia. Ya venían a cargar los árboles enanos unos carros entoldados que eran de la intendencia. Ahuecado el estómago por el repentino deseo de comer una olleta de panzas o roer una uña de vaca, Juan volvió a montarse en el hombro el tambor ganado a los naipes. En aquel momento observó que por el puente de una gúmena bajaba a tierra una enorme rata, de rabo pelado, como achichonada y cubierta de pústulas. El soldado agarró una piedra con la mano que le quedaba libre, meciéndola para hallar el tino. La rata se había detenido al llegar al muelle, como forastero que al desembarcar en una ciudad desconocida se pregunta dónde están las casas. Al sentir el rebote de un guijarro que ahora le pasaba sobre el lomo para irse al agua del canal, la rata echó a correr hacia la casa de los predicadores quemados, donde se tenía el almacén del forraje. Sin pensar más en esto, Juan regresó hacia el carro del vivandero zamorano. Allí, por amoscar a la fregona, los soldados de la compañía coreaban unas coplas que ponían a las de su pueblo de virgos cosidos, pegadoras de cuernos y alcahuetas. Pero, en eso pasaron los carros cargados de naranjos enanos, y hubo un repentino silencio, roto tan sólo por un gruñido de la moza, y el relincho de un garañón que sonó en la nave de los luteranos como la misma risa de Belcebú.
IICreyóse, en un comienzo, que el mal era de bubas, lo cual no era raro en gente venida de Italia. Pero, cuando aparecieron fiebres que no eran tercianas, y cinco soldados de la compañía se fueron en vómitos de sangre, Juan empezó a tener miedo. A todas horas se palpaba los ganglios donde suele hincharse el humor del mal francés, esperando encontrárselos como rosario de nueces. Y a pesar de que el cirujano se mostraba dudoso en cuanto a pronunciar el nombre de una enfermedad que no se veía en Flandes desde hacía mucho tiempo a causa de la humedad del aire, sus andanzas por el reino de Nápoles le hacían columbrar que aquello era peste, y de las peores. Pronto supo que todos los marineros del barco de los naranjos enanos yacían en sus camastros, maldiciendo la hora en que hubieran respirado los aires de Las Palmas, donde el mal, traído por cautivos rescatados de Argel, derribaba las gentes en las calles, como fulminadas por el rayo. Y como si el temor al azote fuese poco, la parte de la ciudad donde se alojaba la compañía se había llenado de ratas. Juan recordaba, como alimaña de mal agüero, aquella rata hedionda y rabipelada, a la que había fallado por un palmo, en la pedrada, y que debía ser algo así como el abanderado, el pastor hereje, de la horda que corría por los patios, se colaba en los almacenes, y acababa con todos los quesos de aquella orilla. El aposentador del soldado, pescadero con trazas de luterano, se desesperaba, cada mañana, al encontrar sus arenques medio comidos, alguna raya con la cola de menos y la lamprea en el hueso, cuando un bicho inmundo no estaba ahogado, de panza arriba, en el vivero de las anguilas. Había que ser cangrejo o almeja, para resistir al hambre asiática de aquellas ratas llagadas y purulentas, venidas de sabe Dios qué Isla de las Especias, que roían hasta el correaje de las corazas y el cuero de las monturas, y hasta profanaban las hostias sin consagrar del capellán de la compañía. Cuando un aire frío, bajado de los pastos anegados, hacía tiritar el soldado en el desván bajo pizarra que tenía por alojamiento, se dejaba caer en su catre, gimoteando que ya se le abrasaba el pecho y le dolían las bubas, y que la muerte sería buen castigo por haber dejado la enseñanza de los cantos que se destinan a la gloria de Nuestro Señor, para meterse a tambor de tropa, que eso no era arte de cantar motetes, ni ciencia del Cuadrivio, sino música de zambombas, pandorgas y castrapuercos, como la tocaban, en cualquier alegría de Corpus, los mozos de su pueblo. Pero, con un parche y un par de vaquetas se podía correr el mundo, del Reino de Nápoles al de Flandes, marcando el compás de la marcha, junto al trompeta y al pífano de boj. Y como Juan no se sentía con alma de clérigo ni de chantre, había trocado el probable honor de llegar a ingresar, algún día, en la clase del maestro Ciruelo, en Alcalá, por seguir al primer capitán de leva que le pusiera tres reales de a ocho en la mano, prometiéndole gran regocijo de mujeres, vinos y naipes, en la profesión militar. Ahora que había visto mundo, comprendía la vanidad de las apetencias que tantas lágrimas costaran a su santa madre. De nada le había servido repicar la carga en el fuego de tres batallas, desafiando el trueno de las lombardas, si la muerte estaba aquí, en este desván cuyos ventanales de cristales verdes se teñían tan tristemente con los fulgores de las antorchas de la ronda, al son de aquel tambor velado, tan mal tocado por esos flamencos de sangre de lúpulo que nunca daban cabalmente con el compás. La verdad era que Juan había gimoteado todo aquello del pecho abrasado y de las bubas hinchadas, para que Dios, compadecido de quien se creía enfermo, no le mandara cabalmente la enfermedad. Pero, de súbito, un horrible frío se le metía en el cuerpo. Sin quitarse las botas, se acostó en el catre, echándose una manta encima, y encima de la manta un edredón. Pero no era una manta, ni un edredón, sino todas las mantas de la compañía, todos los edredones de Amberes, los que le hubiesen sido necesarios, en aquel momento, para que su cuerpo destemplado hallara el calor que el Rey Salomón viejo tratara de encontrar en el cuerpo de una doncella. Al verlo temblar de tal suerte, el pescadero, llamado por los gemidos, había retrocedido con espanto, bajando las escaleras llenas de ratas, a los gritos de que el mal estaba en la casa, y que esto era castigo de católicos por tanta simonia y negocios de bulas. Entre humos vio Juán el rostro del cirujano que le tentaba las ingles, por debaio del cinturón desceñido, y luego fue, de repente, en un extraño redoble de cajas—muy picado, y sin embargo tenido en sordina—la llegada portentosa del Duque de Alba.Venía solo, sin séquito, vestido de negro, con la gola tan apretada al cuello, adelantándole la barba entrecana, que su cabeza hubiera podido ser tomada por cabeza de degollado, llevada de presente en fuente de mármol blanco. Juan hizo un tremendo esfuerzo por levantarse de la cama, parándose como correspondía a un soldado, pero el visitante saltó por sobre el edredón que lo cubría, yendo a sentarse del otro lado, sobre un taburete de esparto, donde había varios frascos de barro. Los frascos no cayeron ni se rompieron, aunque un olor a ginebra se esparciera por el cuarto, como un sahumerio de sinagoga. Afuera sonaban confusas trompetas, revueltas en gran desconcierto, desafinadas, como tiritándoles las notas, en el mismo frío que tenía tableteando los dientes del enfermo. El Duque de Alba, sin desarrugar un ceño de quemar luteranos, sacó tres naranjas que le abultaban bajo el entallado del jubón, y empezó a jugar con ellas, a la manera de los titiriteros, pasándoselas de mano a mano, por encima del peinado a la romana, con sorprendente presteza. Juan quiso hacer algún elogio de su pericia en artes que se le desconocían, llamándolo, de paso, León de España, Hércules de Italia y Azote de Francia, pero no le salían las palabras de la boca. De pronto, una violenta lluvia atamborileó en las pizarras del techo. La ventana que daba a la calle se abrió al empuje de una ráfaga, apagándose el candil. Y Juan vio salir al Duque de Alba en el viento, tan espigado de cuerpo que se le culebreó como cinta de raso al orillar el dintel, seguido de las naranjas que ahora tenían embudos por sombreros, y se sacaban unas patas de ranas de los pellejos, riendo por las arrugas de sus cáscaras. Por el desván pasaba volando, de patio a calle, montada en el mástil de un laúd, una señora de pechos sacados del escote, con la basquiña levantada y las nalgas desnudas bajo los alambres del guardainfantes. Una ráfaga que hizo temblar la casa acabó de llevarse a la horrosa gente, y Juan, medio desmayado de terror buscando aire puro en la ventana, advirtió que el cielo estaba despejado y sereno. La Vía Láctea, por vez primera desde el pasado estío, blanqueaba el firmamento.—¡El Camino de Santiago!—gimió el soldado, cayendo de rodillas ante su espada, clavada en el tablado del piso, cuya empuñadura dibujaba el signo de la cruz.
IIIPor caminos de Francia va el romero, con las manos flacas asidas del bordón, luciendo la esclavina santificada por hermosas conchas cosidas al cuero, y la calabaza que sólo carga agua de arroyos. Empieza a colgarle la barba entre las alas caídas del sombrero peregrino, y ya se le desfleca la estameña del hábito sobre la piadosa miseria de sandalias que pisaron el suelo de París sin hollar baldosas de taberna, ni apartarse de la recta vía de Santiago, como no fuera para admirar de lejos la santa casa de los monjes clunicenses. Duerme Juan donde le sorprende la noche, convidado a más de una casa por la devoción de las buenas gentes, aunque cuando sabe de un convento cercano, apura un poco el paso, para llegar al toque del Angelus, y pedir albergue al lego que asoma la cara al rastrillo. Luego de dar a besar la venera, se acoge al amparo de los arcos de la hospedería, donde sus huesos, atribulados por la enfermedad y las lluvias tempranas que le azotaron el lomo desde Flandes hasta el Sena, sólo hallan el descanso de duros bancos de piedra. Al día siguiente parte con el alba, impaciente por llegar, al menos, al Paso de Roncesvalles, desde donde le parece que el cuerpo le estará menos quebrantado, por hallarse en tierra de gente de su misma lana. En Tours se le juntan dos romeros de Alemania, con los que habla por señas. En el Hospital de San Hilario de Poitiers se encuentra con veinte romeros más, y es ya una partida la que prosigue la marcha hacia las Landas, dejando atrás el rastrojo del trigo, para encontrar la madurez de las vides. Aquí todavía es verano, aunque se cumplen faenas de otoño. El sol demora sobre las copas de los pinos, que se van apretando cada vez más, y entre alguna uva agarrada al paso, y los descansos de mediodía que se hacen cada vez más largos, por lo oloroso de las hierbas y el frescor de las sombras, los romeros se dan a cantar. Los franceses, en sus coplas, hablan de las buenas cosas a que renunciaron por cumplir sus votos a Saint Jacques; los alemanes garraspean unos latines tudescos, que apenas si dejan en claro el Herru Sanctiagu! Got Sanctiagu! En cuanto a los de Flandes, más concertados, entonan un himno que ya Juan adorna de contracantos de su invención: "¡Soldado de Cristo, con santas plegarias, a todos deñendes, de suertes contrarias!"Y así, caminando despacio, llevando fila de más de ochenta peregrinos, se llega a Bayona, donde hay buen hospital para espulgarse, poner correas nuevas a las sandalias, sacarse los piojos entre hermanos, y solicitar algún remedio para los ojos que muchos, a causa del polvo del camino, traen legañosos y dañados. Los patios del edificio son hervideros de miserias, con gente que se rasca las sarnas, muestra los muñones, y se limpia las llagas con el agua del aljibe. Hay quien carga lamparones que no sanaron ni con el tocamiento del Rey de Francia, y otro que jinetea un banco para descansar del estorbo de partes tan hinchadas, que parecen las verijas del gigante Adamastor. Juan el Romero es de los pocos que no solicitan remedios. El sudor que tanto le ha pringado el sayal cuando se andaba al sol entre viñas, le alivió el cuerpo de malos humores. Luego, agradecieron sus pulmones el bálsamo de los pinos, y ciertas brisas que, a veces, traían el olor del mar. Y cuando se da el primer baño, con baldes sacados del pozo santificado por la sed de tantos peregrinos, se siente tan entonado y alegre, que va a despacharse un jarro de vino a orillas del Adur, confiando en que hay dispensa para quien corre el peligro de resfriarse luego de haberse mojado la cabeza y los brazos por primera vez en varias semanas. Cuando regresa al hospital no es agua clara lo que carga su calabaza, sino tintazo del fuerte, y para beberlo despacio se adosa a un pilar del atrio. En el cielo se pinta siempre el Camino de Santiago. Pero Juan, con el vino aligerándole el alma, no ve ya el Campo Estrellado como la noche en que la peste se le acercara con un tremebundo aviso de castigo por sus muchos pecados. A tiempo había hecho la promesa de ir a besar la cadena con que el Apostol Mayor fuese aprisionado en Jerusalem. Pero ahora, descansado, algo bañado, con piojos de menos y copas de más, empieza a pensar si aquella fiebre padecida sería cosa de la peste, y si aquella visión diabólica no sería obra de la fiebre. El gemido de un anciano con media cara comida por un tumor, que yace a su lado, le recuerda al punto que los votos son votos, y metiendo la cabeza en el rebozo de la esclavina, se regocija pensando que llegará con el cuerpo sano, donde otros otros prosternarán sus llagas y costras, luego de pasarlas, inseguros aún del divino remiendo, bajo el arco de la Puerta Francina. La salud recobrada le hace recordar, gratamente, aquellas mozas de Amberes, de carnes abundosas, que gustaban de los flacos españoles, peludos como chivos, y se los sentaban en el ancho regazo, antes del trato, para zafarles las corazas con brazos tan blancos que parecían de pasta de almendras. Ahora sólo vino llevará el romero en la calabaza que cuelga de los clavos de su bordón.
IVEl camino de Francia arroja al romero, de pronto, en el alboroto de una feria que le sale al paso, entrando en Burgos. El ánimo de ir rectamente a la catedral se le ablanda al sentir el humo de las frutas de sartén, el olor de las carnes en parrilla, los mondongos con perejil, el ajimójele, que le invita a probar, dadivosa, una anciana desdentada, cuyo tenducho se arrima a una puerta monumental, flanqueada por torres macizas. Luego del guiso, hay el vino de los odres cargados en borricos, más barato que el de las tabernas. Y luego es el dejarse arrastrar por el remolino de los que miran, yendo del gigante al volatinero, del que vende aleluyas en pliego suelto, al que muestra, en cuadros de muchos colores, el suceso tremendo de la mujer preñada del Diablo, que parió una manada de lechones en Alhucemas. Allí promete uno sacar las muelas sin dolor, dando un paño encarnado al paciente para que no se le vea correr la sangre, con ayudante que golpea la tambora con mazo, para que no se le oigan los gritos; allá se ofrecen jabones de Bolonia, unto para los sabañones, raíces de buen alivio, sangre de dragón. Y es el estrépito de siempre, con la fritura de los buñuelos, y el desafinado de las chirimlas, con algún perro de jubón y gorro, que viene a pedir limosna para el pobre tullido caminando en las patas traseras, como cristiano. Cansado de verse zarandeado, Juan el Romero se detiene, ahora, ante unos ciegos parados en un banco, que terminan de cantar la portentosa historia de la Arpía Americana, terror del cocodrilo y el león, que tenía su hediondo asiento en anchas cordilleras e intrincados desiertos:—Por una cuantiosa suma La ha comprado un europeo, Y con ella se vino a Europa; En Malta desembarcóla, Desde allí fue al país griego, Y luego a Constantinopla,Toda la Tracia siguiendo. Allí empezó a no querer Admitir los alimentos, Tanto que a las pocas semanas Murió rabiando y rugiendo.CORO: Este fin tuvo la Arpía Monstruo de natura horrendo, Ojalá todos los monstruosSe murieran en naciendo.Por no dar limosna, los que escuchaban en segunda fila se escurren prestamente, riendo de los ciegos que descargan su enojo en la prosapia de los tacaños; pero otros ciegos les cierran el paso un poco más lejos, cerca de donde se representa, en retablo de títeres, el sucedido de los moros que entraron en Cuenca disfrazados de carneros. Escapando de la Arpía Americana, Juan se ve llevado a la Isla de Jauja, de la que se tenían noticias, desde que Pizarro hubiera conquistado el Reino del Perú. Aquí los cantores tienen la voz menos rajada, y mientras uno ofrece oraciones para las mujeres que no paren, el jefe de los otros, ciego de grande estatura, tocado por un sombrero negro, bordonea con larguísimas uñas en su vihuela, dando fin al romance:—Hay en cada casa un huerto De oro y plata fabricado Que es prodigio lo que abundaDe riquezas y regalos. A las cuatro esquinas de él Hay cuatro cipreses altos: El primero de perdices, El segundo gallipavos, El tercero cría conejos Y capones cría el cuarto. Al pie de cada ciprés Hay un estanque cuajado Cual de doblones de a ocho, Cual de doblones de a cuatro.Y ahora, dejando la tonada de la copla para tomar empaque de pregonero de levas, concluye el ciego con voz que alcanza los cuatro puntos de la feria, alzando la vihuela como estandarte:—¡Ánimo, pues, caballeros,Ánimo, pobres hidalgos,Miserables buenas nuevas,Albricias, todo cuitado!¡Que el que quiere partirseA ver este nuevo pasmoDiez navíos salen juntosDe Sevilla este año...!Vuelven a escurrirse los oyentes, otra vez injuriados por los cantores, y se ve Juan empujado al cabo de un callejón donde un indiano embustero ofrece, con grandes aspavientos, como traídos del Cuzco, dos caimanes rellenos de paja. Lleva un mono en el hombro y un papagayo posado en la mano izquierda. Sopla en un gran caracol rosado, y de una caja encarnada sale un esclavo negro, como Lucifer de auto sacramental, ofreciendo collares de perlas melladas, piedras para quitar el dolor de cabeza, fajas de lana de vicuña, zarcillos de oropel, y otras buhonerías del Potosí. Al reír muestra el negro los dientes extrañamente tallados en punta y las mejillas marcadas a cuchillo, y agarrando unas sonajas se entrega al baile más extravagante, moviendo la cintura como si se le hubiera desgajado, con tal descaro de ademanes, que hasta la vieja de las panzas se aparta de sus ollas para venir a mirarlo. Pero en eso empieza a llover, corre cada cual a resguardarse bajo los aleros —el titiritero con los títeres bajo la capa, los ciegos agarrados de sus palos, mojada en su aleluya la mujer que parió lechones—, y Juan se encuentra en la sala de un mesón, donde se juega a los naipes y se bebe recio. El negro seca al mono con un pañuelo, mientras el papagayo se dispone a echar un sueño, posado en el aro de un tonel. Pide vino el indiano, y empieza a contar embustes al romero. Pero Juan prevenido como cualquiera contra embuste de indianos, piensa ahora que ciertos embustes pasaron a ser verdades. La Arpía Americana, monstruo pavoroso, murió en Constantinopla, rabiando y rugiendo. La tierra de Jauja había sido cabalmente descubierta, con sus estanques de doblones, por un afortunado capitán llamado Longores de Sentlam y de Gorgas. Ni el oro del Perú, ni la plata del Potosí eran embustes de indianos. Tampoco las herraduras de oro, clavadas por Gonzalo Pizarro en los cascos de sus caballos. Bastante que lo sabían los contadores de las Flotas del Rey, cuando los galeones regresaban a Sevilla, hinchados de tesoros. El indiano, achispado por el vino, habla luego de portentos menos pregonados: de una fuente de aguas milagrosas, donde los ancianos más encorvados y tullidos no hacían sino entrar, y al salirles la cabeza del agua, se les veía cubierta de pelos lustrosos, las arrugas borradas, con la salud devuelta, los huesos desentumecidos, y unos arrestos como para empreñar una armada de Amazonas. Hablaba del ámbar de la Florida, de las estatuas de gigantes vistas por el otro Pizarro en Puerto Viejo, y de las calaveras halladas en Indias, con dientes de tres dedos de gordo, que tenían una oreja sola, y ésa, en medio del colodrillo. Había, además, una ciudad, hermana de la de Jauja, donde todo era de oro, hasta las bacías de los barberos, las cazuelas y peroles, el calce de las carrozas, los candiles. "¡Ni que fueran alquimistas sus moradores!", exclama el romero atónito. Pero el indiano pide más vino y explica que el oro de Indias ha dado término a las lucubraciones de los perseguidores de la Gran Obra. El mercurio hermético, el elixir divino, la lunaria mayor, la calamina y el azófar, son abandonados ya por todos los estudiosos de Morieno, Raimundo y Avicena, ante la llegada de tantas y tantas naves cargadas de oro en barras, en vasos, en polvo, en piedras, en estatuas, en joyas. La transmutación no tiene objeto donde no hay operación que cumplir en hornacha para tener oro del mejor, hasta donde alcanza la mano de un buen extremeño, parado en una estancia de regular tamaño.Noche es ya cuando el indiano se va al aposento, trabada la lengua por tanto vino bebido, y el negro sube, con el mono y el papagayo, al pajar de la cuadra. El romero, también metido en humos yéndose a un lado y otro del bordón—y, a veces girando en derredor—, acaba por salirse a un callejón de las afueras, donde una moza le acoge en su cama hasta mañana, a cambio del permiso de besar las santas veneras que comienzan a descoserse de su esclavina. Las muchas nubes que se ciernen sobre la ciudad ocultan, esta noche, el Camino de Santiago.
VDice ahora, a quien quiere oírle, que regresa donde nunca estuvo. Allá quedó Santiago el Mayor y la cadena que le aprisionó y el hacha que lo decapitó. Por aprovechar las hospederías de los conventos y su caldo de berzas con pantortas de centeno; por gozar de las ventajas de las licencias, sigue llevando Juan el hábito, la esclavina y la calabaza, aunque ésta, en verdad, sólo carga ya aguardiente. Bien atrás quedó el Camino Francés, beneficio de otro que, al pasar por Ciudad Real, lo tuvo tres días pegado a los odres del más famoso vino de todo el Reino. De allí en adelante nota algo cambiado en las gentes. Poco hablan de lo que ocurre en Flandes, viviendo con los oídos atentos a Sevilla, por donde llegan noticias del hijo ausente, del tío que mudó la herrería a Cartagena, del otro que perdió su plata, por no tenerla registrada. Hay pueblos de donde han marchado familias enteras; canteros con sus oficiales, hidalgos pobres, con caballo y los criados. Ahora tocan cajas en todas las plazas, levando gente para conquistar y poblar nuevas provincias de la Tierra Firme. Los mesones, los albergues, están llenos de viajeros. Así, habiendo trocado la venera por la Rosa de los Vientos, llega Juan el Romero a la Casa de la Contratación, tan olvidado de haber sido peregrino, que más parece un actor de compañía desbandada, de los que a falta de dinero, echan mano a las arcas del vestuario, acabando por ponerse la casaca del bobo de entremés, las bragas del vizcaino, la cota de Pilato y el sombrero que llevaba Arcadio, el pastor enamorado de la comedia al estilo italiano, que no gustó. Poco a poco, haciéndose de unas calzas acá allá de una capa, cambiando la esclavina por zapatos, regateando al ropavejero, Juan lucía un atuendo que si en nada recordaba al romero, tampoco evocaba al soldado de los Tercios de Italia. Además, no era propósito suyo acudir a la llamada de las levas, pues bien le había advertido el Indiano que las conquistas a lo Cortés, yéndose en armada, no era ya lo que mejor aprovechaba. Lo que ahora pagaba en Indias era el olfato aguzado, la brújula del entendimiento, el arte de saltar por sobre los demás, sin reparar mucho en ordenanzas de Reales Cédulas, reconvenciones de bachilleres, ni griterías de Obispos, allí donde la misma Inquisición tenía la mano blanda, por tener muy poco que hacer con tantos negros e indios, escasamente preparados en materia de fe, sabiéndose, además, que si hubiese empeño en repartir sambenitos, los más se irían en vestir capellanes culpables del delito de solicitación en el confesionario; y como la atenuante del impulso repentino era tanto más válida en tierras calientes, el Santo Oficio americano había optado, desde el comienzo, por calentar jícaras de chocolate en sus braseros, sin afanarse en establecer distingos de herejía pertinaz, negativa, diminuta, impenitente, perjura o alumbrada. Además, donde no había iglesias luteranas ni sinagogas, la Inquisición se echaba a dormir la siesta. Podían los negros, a veces, tocar el tambor ante figuras de madera que olían a pezuña del diablo. Pero mientras con su pan se lo comieran, los frailes se encogían de hombros. Lo que molestaba eran las herejías que venían acompañadas de papeles, de escritos, de libros. Así, después de agacharse bajo el agua bendita, los negros e indios volvían muchas veces a sus idolatrías, pero hacían demasiada falta en las minas, en los repartimientos, para que se les viera, al tenor del Cuarto Evangelio, como el sarmiento seco que se amontona y arroja al fuego. De este modo, favoreciéndolo con la merced de su larga experiencia, el Indiano , lo había recomendado a un cordelero sevillano, cuya atarazana, repleta de catres y jergones, era posada donde otros aguardaban, como él, permiso para embarcar en la Flota de la Nueva España, que en mayo saldría de Sanlúcar con mucha gente divertida a bordo de las naves. Con el nombre de Juan de Amberes quedaba Juan asentado en los libros de la Casa de la Contratación —pues no debía olvidarse que se le esparaba en Flandes, luego de la promesa cumplida—, entre un Jorge, negro esclavo del Obispo de Tarragona, y uno que demasiado insistía en no ser hijo de reconciliado, ni nieto de quemado por herejía. En el mismo folio de asientos desfilaban, a continuación, un pellejero de la Emperatriz, un mercader genovés llamado Jácome de Castellón, varios chantres, dos polvoristas, el Deán de Santa María del Darién con su paje Francisquillo, un algebrista maestro en pegar huesos rotos, clérigos, bachilleres, tres cristianos nuevos, y una Lucía, de color de pera cocha. En eso del color, mejor hubiera sido no entrar en distingos, buscándose matices de era cocida o no, porque Juan, en sus andanzas por el laberinto bético, se asombraba ante el gran portento de los humanos colores. Y no eran tan sólos negros horros que esperaban el día de salir en las flotas, loros como brea o con el pellejo de berenjena; no eran tan sólo las morenas del para cumbé, guineas alcojoladas, mulatas de Zofalá, sino que se veían, en estas vísperas de salida, muchog indios que aguardaban el regreso a sus patrias en el séquito de prelados o capitanes, venidos a tratar negocios en la Corte. El solo Chantre Mayor de Guatemala, que embarcaría en la Flota, se traía tres criados, de color aceitunado, con las frentes ceñidas por tiras bordadas, y una manta de lana espesa, con los colores del arco iris, metida por la cabeza a modo de capisayo. Los tres llevaban cruces al cuello, pero sabe Dios de qué paganismo hablarían, en su idioma de respirar para dentro, que más soñaba protesta de sordomudo que a lengua de cristiano había indios de la Española, yucatecos que llevaban calzones blancos, y otros, de cabeza redonda, bocas belfudas, y pelo espeso, cortado como a medida de cuenco, que eran de la Tierra Firme, y hasta aparecían en misa, algunas veces, los ocho mexicanos de la casa de Medina Sidonia, que habían tocado chirimías —y muy diestramente, por cierto —en las fiestas dadas para celebrar el encuentro de Doña María con el Príncipe Felipe, en Salamanca. Todo aquel mundo alborotoso y raro, tornasolado de telas gritonas, de abalorios y de plumas, donde no faltaban eunucos de Argel, y esclavas moras con las caras marcadas al hierro, ponían un estupendo olor de aventuras en las narices de Juan de Amberes. Y luego, era la salmuera de los matalotajes, la brea de los calafates, las sardinas salpresadas de las tabernas de vino blanco, el dado echado a todas horas, y la endemoniada zarabanda que ya se bailaba en las casas del trato, donde los marineros habían traído la costumbre de mascar una yerba parda, que les teñía la saliva de amarillo, y ponía en sus barbas un fuerte olor a regaliz, a vinagre, a especias, y a muchas cosas más que no acababan de oler bien.Y ya está Juan de Amberes en alta mar. No le dejan pasar a México, porque el Consejo quiere gente para poblar comarcas empobrecidas por los saqueos de piratas franceses, la falta de labradores, la mortandad de los indios en las minas. Juan recibió la nueva con pataleos y blasfemias. Pensó luego que era castigo de Dios, por no haber llegado hasta Compostela. Pero a punto apareció el Indiano de la feria de Burgos en el albergue de viajeros, para decirle que una vez cruzado el Mar Océano, podría reírse de los oficiales del Consejo, pasando a donde mejor le viniera en ganas, como hacían los más cazurros. Y así, ya sin enojo, anda Juan redoblando el tambor en la cubierta de su nave, para anunciar la carrera de cerdos que se hará en el sollado, antes de que los animales caigan bajo el cuchillo del cocinero, para ser salados. Queriéndose burlar el tedio de la calma chicha, y olvidar que el agua de los barriles ya sabe a podrido, se corren cochinos, se corren becerros, mientras todavía están en pie, en espera de otras diversiones. Habrá, luego, la batalla de jeringas cargadas de agua de mar; el palo atado a la cola del perro enfurecido, que romperá más de una cabeza de un molinete; la busca, a ojos vendados, del gallo apretado entre dos tablas, para zajarle la cabeza de un sablazo; y cuando todo esto aburre y el dinero de los unos ha pasado a ser de otros, diez veces, al juego de la quínola o el rentoy, se desatan las fiebres, caen los de la insolación, hay quien deja los colmillos en una galleta ya rumiada de ratones, pasa algún difunto por sobre la borda, pare mellizos la negra lora, vomitan estos, se rascan los otros, largan aquellos las entrañas, y cuando ya parece que no se aguanta más, de pulgas de liendres, de mugre y hediondeces, grita el vigía, una mañana, que por fin se divisa el morro del puerto de San Cristóbal de La Habana. Era tiempo de llegar: el ingrato camino para alcanzar la fortuna estaba cansando ya a Juan, a pesar de que peces voladores, vistos algunos días antes, le hubieran parecido un portento anunciador de Arpías Americanas y tierras de Jauja. Contento ahora, al mirar un campanario esbelto sobre el hacinamiento de tejados y chozas de lo que debe ser la ciudad, agarra los palillos y atruena el tambor con el compás de la marcha que llevaba su compañía, cuando entrara en Amberes a tomar cuarteles de invierno, para hacer la guerra a los herejes, enemigos de nuestra santa religión.
VIPero allí todo es chisme, insidias, comadreos, cartas que van, cartas que vienen, odios mortales, envidias sin cuento, entre ocho calles hediondas, llenas de fango en todo tiempo, donde unos cerdos negros, sin pelo, se alborozan la trompa en montones de basura. Cada vez que la Flota de la Nueva España viene de regreso, son encargos a los patrones de las naves, encomiendas de escritos, misivas, infundios y calumnias, para entregar, allá, a quien mejor pueda perjudicar al vecino. En el calor que envenena los humores, la humedad que todo lo pudre, los zancudos, las nihuas que ponen huevos bajo las uñas de los pies, el despecho y la codicia de menudos beneficios —que grandes, allí, no los hay— roen las almas. Quien sabe escribir no usa la merced en escribir discursos de provecho, a la manera de los antiguos, alguna pastoral o invención de regocijo para el Corpus, sino que se las pasa mandando quejas al Rey, habladurías al Consejo, con la pluma mojada en tinta de hiel. Mientras el Gobernador trata de desacreditar a los Oficiales Reales en carta de ocho pliegos, el Obispo denuncia al Regidor por amancebado; el Regidor al Obispo, por usurpar cargos de Inquisidor, no conferidos por el Cardenal de Toledo; el Escribano Público acusa al Tesorero, amigo del Alcalde, acusa al Escribano de pícaro y trapacero. Y va la cadena, rompiendo siempre por lo más débil o lo más forastero. A éste se denuncia de haber comprado hierbas de buen querer a un negro brujo, a quien mandarán azotar en Cartagena de Indias; al Pregonero, porque dicen que cometió el nefando pecado; al Encomendero, por haber movido los linderos de un realengo; al Chantre, por lujurioso; al Artillero por borracho, al Pertiguero por bujarrón. El Barbero de la villa —bizco de daña con el solo mirar cruzado— es la espernada de la cadena de infamias, afirmando que Doña Violante, la esposa del antiguo gobernador, es zorra vieja que tiene comercio deshonesto con sus esclavos. Y así se lleva, en este infierno de San Cristóbal, entre indios naboríes que apestan a manteca rancia y negros que huelen a garduña, la vida más perra que arrastrarse pueda en el reino de este mundo. ¡Ah! ¡Las Indias!...Sólo se le alegra el ánimo a Juan de Amberes, cuando llega gente marinera de México o de la Española. Entonces, durante días, recordando que fue soldado, roba a los carniceros un costillar que guisarán entre varios, en salsa de achiote o polvo de chile traído de la Veracruz —o ayuda a tumbar las puertas de las pescaderías, para cargar con las cestas de pargos y jicoteas. En esos meses, a falta de manjares más finos, Juan se ha aficionado a las novedad del jitomate, la batata y la tuna. Se llena las narices de tabaco, y en días de penurias —que son los más— moja su cazabe en melado de caña, metiendo luego la cara en la jícara para lamerla mejor cuando la tripulación de las flotas viene a tierra, se da a bailar con las negras horras —de cara de Diablo para hacer tal oficio, donde tanto escasean las hembras—, que tienen un corral de tablaje, con catres chinchosos, junto a la dársena del carenero. Lo poco que gana tocando el atambor cuando hay arco a la vista, encabezando alguna procesión, o tratando de concertar a las zambas que tocan maracas en los Oficios de Calenda, se lo gasta en el bodegón de un allegado del Gobernador, próximo la Casa del Pan, que suele recibir, de tarde en tarde, barricas del peor morapio. Pero aquí no puede hablarse de vino de Ciudad Real, ni de Ribadavia, ni de Cazalla. El que le baja por el gaznate, esmerilándole la lengua, es malo, agrio, y caro por añadidura, como todo lo que de esta isla se trae. Se le pudren las ropas, se le enmohecen las armas, le salen hongos a los documentos, y cuando alguna corroña es tirada en medio de la calle, unos buitres negros, de cráneo pelado, le destrenzan las tripas como cintas de Cruz de Mayo. Quien cae al agua de la bahía es devorado por un pez gigante, ballena de Jonás, con la boca entre el cuello y la panza, que allí llaman tiburón. Hay arañas del tamaño de la rodela de una espada, culebras de ocho palmos, escorpiones, plagas sin cuento. En fin, que cuando tintazo avinagrado se le sube a la cabeza, Juan de Amberes maldice al hideputa de indiano que le hiciera embarcar para esta tierra roñosa, cuyo escaso oro se ha ido, hace años, en las uñas de unos pocos. De tanto lamentar su miseria en un calor le tiene el cuerpo ardido y la piel como espolvoreada de arena roja, se le inflaman los hipocondrios, se le torna pendenciero el ánimo, a semejanza de los vecinos de la villa, cocinados en su maldad, y una noche de tinto mal subido, arremete contra Jácome de Castellón, el genovés, por fullerías de dados, y le larga una cuchillada que lo tumba, bañado en sangre, sobre las ollas de una mondonguera. Creyéndolo muerto, asustado por la gritería de las negras que salen de sus cuartos abrochándose las faldas, toma Juan un caballo que encuentra arrendado a una reja de madera, y sale de la ciudad a todo galope, por el camino del astillero, huyendo hacia donde se divisan, en días claros, las formas azules de lomas cubiertas de palmeras. Más alla debe haber monte cerrado, donde ocultarse de la justicia del Gobernador.Durante varios días cabalga Juan de Amberes el rocín que pierde las herraduras en tierra cada vez más fragosa. Ahora que se dejaron atrás los últimos campos de caña, una cordillera va creciendo a su derecha, con cerros de lomo redondeado, como grandes perros dormidos bajo su lana de manigua. Siguiendo las orillas de un arroyo que viene bajando a saltos, trayendo semillas y frutas podridas, con altas malangas en los remansos y pececillos de ojos negros que titilan a contracorriente, el fugitivo va subiendo hacia donde los árboles cargan flores moradas, o se enferman, en la horquilla de un tronco, del tumor de una comejenera hirviente de bichos. Hay matas que parecen vestidas de cáscara de cebolla, y otras que cargan los nidos de enormes ratas. Juan deja el caballo en el amarradero de un tronco de ceibo, pues tendrá que trepar ahora por grandes piedras para alcanzar el filo de la cordillera. Y ya baja hacia la otra vertiente, cuando clarea el matorral, y se abre el mar a sus pies: un mar sin espuma, cuyas olas mueren, con sordo embate, en las penumbras de socavones habitados por un trueno de gravas rodadas. Al atardecer está en una playa cubierta de almejas, donde unas vejigas irisadas mueren al sol, entre cáscaras de erizos pomas leonadas y guamos grandes, de los que braman como toros. Juan se hincha los pulmones de aire salobre, de brisa fresca que le llena los ojos de lágrimas, al olerle a Sanlúcar el día de la partida, y también a su desván de Amberes, con la pescadería de abajo, cuando ladra un perro tras de los cocoteros, y ve el fugitivo, al volverse, un hombre barbado que le apunta con un arcabuz:—¡Soy calvinista! —dice, en tono de reto.—¡Yo he matado!—responde Juan, para tratar de descender, en lo posible, al nivel de quien acaba de confesar el peor crimen. El barbado afloja el arma, lo contempla durante un rato, y llama por un Golomón —negro de mejillas tasajeadas a cuchillo—, que cae de un árbol, casi encima de Juan, y le baja el sombrero sobre la cara, con tal fuerza que la cabeza se lo raja a media copa. Metido en la noche del fieltro, lo hacen caminar.VIISeiscientos fueron los calvinistas degollados por el desmadrado de Menéndez de Avilés en la Florida, cuenta el barbado, enfurecido, golpeando la mesa con anchos puños, mientras Golomón, más lejos, afila el machete en una piedra. De milagro escapó el hugonote, compañero de René de Landonnière, con treinta hombres que luego se dispersaron tratando de alcanzar la Española. Y el hombre, entreverando la doctrina de la predestinación con blasfemias para herir al cristiano, cuenta la degollina con tales detalles de tajos altos y tajos bajos, de sables mellados, que se paraban a medio cuello y terminaban aserrando —de hachazos que venían a caer en lo empinado del espinazo sonando a trinchante de carnicero— que Juan de Amberes agacha la cabeza con una mueca de disgusto, dando a entender que por honrar a Dios y a Jesucristo con menos latines, el castigo le parecía un poco subido, y más aquí donde las víctimas, en verdad, en nada molestaban. A uno, de un mandoblazo, le llevaron el hombro izquierdo con la cabeza. «Otro empezó a gatear, ya sin cabeza, con el pescuezo hecho un cuello de odre», —cuenta el barbado, furibundo, queriendo hallar objeción en el otro, para ordenar a Golomón que le tumbe, de un machetazo, todo lo que se le alza por encima de la nuez. Pero Juan de Amberes no aprueba ya por fingimiento. Él, que ha visto enterrar mujeres vivas y quemar centenares de luteranos en Flandes, y hasta ayudó a arrimar la leña al brasero y empujar las hembras protestantes a la hoya, considera las cosas de distinta manera, en ese atardecer que pudo ser a el último de su vida, luego de haber padecido la miseria de estos mundos donde el arado es invento nuevo, espiga ignorada la del trigo, portento el caballo, novedad la talabartería, joyas la oliva y la uva, y donde el Santo Oficio, por cierto mal se cuida de las idolatrías de negros que no llaman a los Santos por sus nombres verdaderos, del ladino que todavía canta areitos, ni de las mentiras de los frailes que llevan las indias a sus chozas para adoctrinarlas de tal suerte que a los nueve meses devuelven el Páter por la boca del Diablo. Que allá, en el Viejo Mundo, se pelee por teologías, iluminaciones y encarnaciones, le parece muy bien. Que demande el Duque de Alba a quemar al barbado, allá donde el hereje pretende alzar provincias contra el Rey Felipe, Campeón del Catolisismo, Demonio de Mediodía, es acto de buena política. Pero aquí se está entre cimarrones. Es cimarrón él mismo, por la culpa que acarrea. Cimarrón como el calvinista que ha compartido la cimarronada con un cristiano nuevo, tan nuevo que se olvidó del bautismo, luego de haber tenido que escapar de La Habana, al de nunciar que el Obispo vendía por buenas, a la Parroquial Mayor, unas custodias enchapadas, de lo peor, pidiendo su pago en oro del que se muerde. Así, con el calvinista y el marrano, ha encontrado Juan amparo contra la justicia del Gobernador, y calor de hombres. Y calor de mujeres. Porque, en la cimarronada que acaudillara Golomón, al escabar de una plantación de cañas de azúcar, los perros agarraron a muchos esclavos que fueron rematados luego por los ranchadores. Entretanto, las mujeres, que iban delante, alcanzaron el monte. Así, tiene ahora el tambor Juan de Amberes dos negras para servirle y darle deleite, cuando el cuerpo se lo pide. A la grandísima, de senos anchos, con la pasa surcada por ocho rayas, ha llamado Doña Mandinga. A la menuda, cuyas nalgas se sobrealzan como sillar de coro, y apenas si tiene un pelo ralo donde las cristianas lucen tupido vellón, ha llamado Doña Yolofa. Como Doña Mandinga y Doña Yolofa hablan idiomas distintos, no discuten a la hora de ensartar los peces por las agallas en el asador de una rama. Y así se va viviendo, en trabajos de encecinar la carne del jabalí o del venado, guardando bajo techo las mazorcas de los indios, en un tiempo detenido, de mañana igual a ayer, donde los árboles guardan las hojas todo el año, y las horas se miden por el movimiento de las sombras. Al caer de las tardes, una gran tristeza se apodera de los que viven en el palenque. Cada cual parece recordar algo, añorar, echar de menos. Sólo las negras cantan, en el humo de leña que demora sobre la mar tranquila, como una neblina que oliera a cortijo. Juan de Amberes se quita el sombrero, y, de cara a las olas, dice el Padrenuestro y también el Credo, con voz que le retumba a lo hondo del pecho, cuando afirma que cree en el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida perdurable. El calvinista, más lejos, musita algún versículo de la Biblia de Ginebra; el marrano, de espaldas a las carnes desnudas de Doña Yolofa y Doña Mandinga, dice un salmo de David, con inflexiones que parecen de llanto contenido: «Clemente y misericordioso Jehová, lento para la ira y grande para el perdón...» Álzase la luna y los perros del palenque, sentados en la arena, aúllan en coro. El mar rueda sus gravas en los socavones de la costa. Y como el judío, después de los rezos, denuncia una trampa del calvinista en el juego de los naipes, se lían los tres a puñetazos, pegando, cayendo, abrazados en lucha, pidiendo cuchillos y sables que no les traen, para reconciliarse luego, entre risas, sacudiendo la arena que les ha llenado las orejas. Como no tienen dinero, juegan conchas.VIIIPero, al cabo de meses que no se cuentan, Juan se enferma de languidez. Pueden abanicarlo con pencas, la Doña Yolofa y la Doña Mandinga, espantando las diminutas moscas que se alzan, en este tiempo, sobre los manglares cercanos; pueden traer buenos peces los indios encandilándolos con teas en las cuevas de la costa. El Tambor de Amberes pasa largas horas sacando humo de tabaco de un hueso que para eso tiene, añorando los tiempos en que entraba en las ciudades, junto al abanderado, el trompeta y el pífano de boj, y a su paso se abrían las ventanas verdes, con adorno de corazones calados en la madera de los postigos, y sobre los alféizares florecidos asomábanse mujeres que parecían ofrecer el pecho sonrosado bajo el encaje de la camisola —que eso sí eran mujeres, las de Italia, de Castilla, de Flandes, y no esos pellejos de odres, con olor a chamusquina, tan duros que no podían pellizcarse, de las negras que aquí había que tomar como hembras. Con esas loras, lorísimas, no podía un antiguo colegial de Alcalá hablar de las mil cosas que había visto y aprendido en sus andanzas por el mundo, pues todo lo que sabían ellas era aporrear sus bárbaros tambores y cantar unas coplas tan extravagantes y repetidas que cuando las empezaban, a manera de un responso, sacudiendo unas sonajas, y coreando lo que Golomón guiaba a la comodidad de la garganta, Juan el Estudiante se iba al monte con los perros, en muestra de su disgusto. Porque estudiante había sido Juan según contaba al barbado y al judío —en la clase donde se enseñaban las artes del Cuadrivio, con el conocimiento de las cifras para tañer la tecla, el harpa y la vihuela, el modo de hacer diferencias, mudanzas y ensaladas, sin olvidar el conocimiento del canto llano y la práctica del órgano. Y como no había tecla ni vihuela en aquella costa, Juan demostraba, de palabras y tarareos, cómo sabía hacer glosas a una pavana o hermoseaba la tonada del Conde Claro o el Mírame cómo lloro, con floreos y adornos a la manera francesa o italiana, como ahora se acostumbraba en la Corte. Con el cuadro de aquellos conocimientos había crecido también la condición del fugitivo, que ahora resultaba ser el hijo de un escudero de los que en aquellos tiempos llevaban su penuria con dignidad, por no deshacerse de una casa solariega, desde cuyo zaguán divisábase —a la distancia de donde queda aquel árbol: y miraban todos para allá —la fachada de la Imperial Universidad de San Ildefonso, cuya vida estudiantil contaba el atambor con detalles, sucedidos y ocurrencias, que cada día tomaban mayores vuelos. Si alguna vez había sido soldado, lo debía al compromiso de servir al Rey, observado por todos sus antepasados, hasta donde las fechas se enredaban con las hazañas de Carlomagno. Así, dándose a encopetar el árbol genealógico, se aliviaba del hastío de comer tanta almeja, tanta tortuga mal adobada, tanta carne ahumada en las parrillas del calvinista. Su paladar reclamaba el vino con apremio casi doloroso, y cuando la mente se le iba tras de bodegones imaginarios, se le pintaban mesas enormes, cubiertas de perdices, capones, gallipavos, manos de vitela, quesos de grandes ojos, fuentes de escabechados, manjar blanco y miel de Alcarria. Pero no era Juan el único alanguidecido en aquel palenque, donde los negros y los indios, en cambio, librados de mastines ranchadores, se hallaban muy a gusto, en una constante paridera de mujeres y de perras. El judío soñaba con la Judería toledana, donde se vivía apaciblemente, desde hacía muchos años, pudiendo cada cual regocijarse en las bodas de mucha música, o escuchar a los sabios que leían los Tratados, sin que las persecuciones de otros días llenaran las casas de lágrimas y de sangre. Cerrando los ojos, vela el marrano las estrechas calles donde los linterneros y cuchilleros tenían sus talleres, junto a la pastelería de los hojaldres, con sus roscas de almendras y las toronjas alcorzadas. Los padres, conversos por pura forma, seguían el mandato de enseñar a sus hijos algún oficio manual, además de hacerles estudiar la Tora, y así, quien no hacía balanzas, como el primo Mossé, era trabajador en coral y pintor de barajas, como Isaac Alfandari; platero famoso como el otro primo Manahén, o Maestro de Llagas, como el pariente Rabi Yudah. Las judías endecheras cantaban por dinero en los entierros de cristianos, y en las oficinas y comercios sonaba siempre la bella música sorda de las cuentas movidas en el ábaco. Sueña el judío con la Judería, y el barbado sueña con París, de donde se dice oriundo, aunque la verdad es que nació en un arrabal de Rouen, y sólo estuvo ocho días al pie del Châtelet, siendo grumete de una barcaza leñera. Pero le bastaron los ocho días para ver a los farsantes que representaban comedias sobre un puente muy hermoso, meditar acerca de la vanidad de todo al pie de las horcas de Montfaucon, y catar el vino de las tabernas de la Magdalena y de la Mula. Afirma que no hay nada como París, y reniega de estas tierras ruines, llenas de alimañas, donde el hombre, engañado por gente embustera, viene a pasar miserias sin cuento, buscando el oro donde no reluce, siquiera, una buena espiga de trigo. Y habla de hembras rubias, y de la sidra que bulle, y de la oca que suda el zumo sobre un fuego de sarmientos, acabando de alterar los hipocondrios del tamborero, que increpa a Golomón por perezoso, ahora que le ha dado, de tanta oír, por hablar confusamente de un linaje que el hierro candente humilló en su carne. Todos fueron gente de condición, y el negro, que apenas si se acuerda, en cuanto a su nación, de un río muy ancho y muy enturbiado de raudales, a cuya orilla había chozas con paredes de barro embostado, habla de un mundo en que su padre, coronado de plumas, paseaba en carrozas tiradas por caballos blancos —semejante a la que hacían rodar los de Medina Sidonia, por la Alameda de Sevilla, en días de fiesta. Todos sueñan, malhumorados, entre cangrejos que hacen rodar cocos secos, triscando las frutillas moradas de un árbol playero, que medio saben a uva, y remozan apetencias de vino en las bocas hastiadas de cazabe y chicha de maíz. Todos piensan en cosas que poco tuvieron en realidad, aunque las columbraron con apetito adivino, hasta que revientan las lluvias, alzando nuevas plagas. Juan se enfurece, patalea, grita, al verse envuelto por tantas mosquillas negras que zumban en sus oídos, pringándose con su propia sangre al darse de manotazos en las mejillas. Y una mañana despierta todo calofriado, con el rostro de cera, y una brasa atravesada en el pecho. Doña Yolofa y Doña Mandinga van por hierbas al monte —unas que se piden a un Señor de los Bosques que debe ser otro engendro diabólico de estas tierras sin ley ni fundamento. Pero no hay más remedio que aceptar tales tisanas, y mientras se adormece, esperando el alivio, el enfermo tiene un sueño terrible: ante su hamaca se yergue, de pronto, con torres que alcanzan el cielo, la Catedral de Compostela. Tan altas suben en su delirio que los campanarios se le pierden en las nubes, muy por encima de los buitres que se dejan llevar del aire, sin mover las alas, y parecen cruces negras que flotaran como siniestro augurio, en aguas del firmamento. Por sobre el Pórtico de la Gloria, tendido está el camino de Santiago, aunque es mediodía, con tal blancura que el Campo Estrellado parece mantel de la mesa de los ángeles. Juan se ve a sí mismo, hecho otro que él pudiera contemplar desde donde está, acercándose a la santa basílica, solo, extrañamente solo, en ciudad de peregrinos, vistiendo la esclavina de las conchas, afincando el bordón en la piedra gris del andén. Pero cerradas le están las puertas. Quiere entrar y no puede. Llama y no le oyen. Juan Romero se prosterna, reza, gime, araña la santa madera, se retuerce en el suelo como un exorcizado, implorando que le dejen entrar. «¡Santiago! solloza—. ¡Santiago!» Al atorarse de agua salada, se ve a la orilla del mar y ruega que le dejen embarcar en una urca fondeada donde sólo ven los demás un tronco podrido. Tanto llora, que Golomón tiene que atarlo con unas lianas, dentro de su hamaca, dejándolo como muerto. Y cuando abre los ojos al atardecer, hay un gran alboroto en el palenque. Una nave en derrota, desmantelada por las Bermudas, ha venido a vararse en un cayo, frente a la costa. Traídas por la brisa, se oyen las voces de los marineros pidiendo ayuda. Golomón y el barbado empujan la canoa hasta el agua, mientras el marrano carga con los remos.IXEn aquel amanecer la sombra del Teide se ha pintado en el cielo como una enorme montaña de niebla azul. El barbado, que viaja como cristiano, dándoselas de borgoñón pasado a las Indias con licencia del Rey (y se ha comprometido a demostrarlo a la llegada), sabe que sus andanzas terminarán muy pronto. Como la Gran Canaria tiene comercio con gentes de Inglaterra y de Flandes, y más de un capitán calvinista o luterano descarga allí su mercancía, sin que le pregunten si cree en la predestinación, ayuna en cuaresma o quiere bulas a buen precio, sabe que le será fácil perderse en la ciudad, viendo luego cómo escapar de la isla y pasarse a Francia. Dirige a Juan una mirada entendida, por no hablar de lo que saben ambos. Por lo pronto, hay ya el contento de haber vuelto a encontrar, en la lenteja y el salpicón, el queso y la salmuera, sabores que se añoraban demasiado, allá en el palenque donde quedaron, más llorosas por despecho que por duelo, la Doña Yolofa y la Doña Mandinga, que casi se tenían por damas castellanas ante las otras negras, al saberse las mancebas del hijo de algo tan grande como debía serlo un Escudero. El enfermo donde lo esperaban las sandalias y el bordón del peregrino, que las promesas eran promesas, y por no cumplir la suya le habían llovido las malandanzas. Y ahora, tan cerca de pisar tierra de la buena y verdadera, después de largas semanas de mar, se siente alegre como recordaba haberlo estado, cierta tarde, luego de bañarse con el agua del Hospital de Bayona. Piensa, de pronto, que al haber estado allá, en las Indias, le hace indiano. Así, cuando desembarque, será Juan el Indiano. Oye entonces un alboroto de marineros en el castillo de popa, y creyendo que se regocijan por la pronta llegada, corre a verlos, seguido del barbado. Pero lo que allí ocurre no es cosa de risa: los hombres rodean al cristiano nuevo, zarandeándolo a empellones. Uno lo tira al suelo de una zancadilla, y levantándolo por la piel del cogote lo hace arrodillarse: «¡El Padrenuestro!» —le grita en la cara. «¡El Padrenuestro y luego el Avemaría!» Y Juan se entera de que los marineros espiaban al cristiano nuevo desde hacía varios días, al saber, por boca del cocinero que, con la treta de servirle de marmitón, había robado alguna harina para hornearse un pan sin levadura. Y hoy, que era sábado, lo habían visto bañarse temprano y ponerse ropa limpia. «¡El Padrenuestro!», aúllan todos ahora, dándole de puntapiés. El marrano, atolondrado, gime súplicas que nadie escucha, y al recibir el latigazo de una soga de nudos, empieza a murmurar algo que no es Padrenuestro ni Avemaría, sino el Salmo de David que recitaba en el palenque, tres veces al día: «Clemente y misericordioso Jehová, lento para la ira y grande para el perdón...» No termina de decirlo, cuando todos se le echan encima, pateándolo, mientras uno corre por los grillos. Y ya lo tienen aherrojado, escupiendo los dientes que le desprendieron de un garrotazo, cuando se vuelven todos hacia el barbado, a quien acosan de repente contra una borda, llamándolo corsario luterano. El otro, haciendo frente, protesta con tal firmeza, amenazando con elevar una queja al Consejo, que el patrón, indeciso, acaba por pedir sosiego. Por las dudas, decide que lo más cuerdo es entregar al fingido borgoñón a la justicia de Las Palmas, la cual proveerá a poner en claro el caso de la tal licencia para pasar a las Indias. Lívido, el barbado se ve remachar un par de hierros en los tobillos, mientras se llevan al marrano, entre insultos, arrojándole baldes de agua sucia a la cara. Va tan lastimado que deja un rastro de sangre por donde pasa. Mira Juan cómo lo tiran escala abajo, y cierran una escotilla sobre su última queja. Acaba de saber que, después de haber sido isla de paz para moros y conversos, y de vista muy gorda para marinos y mercaderes luteranos, la Gran Canaria se ha erigido en atalaya mayor del Campeón del Catolicismo, representado por el ministerio de un tremebundo inquisidor que ha plantado, en La Palma, la Cruz Verde del Santo Oficio, apresando tripulaciones enteras por sospechosas. Sus calabozos están llenos de patrones holandeses, de capitanes anglicanos, prestos a ser entregados al Brazo Secular. Golomón, agazapado al pie del trinquete, tiembla como un afiebrado, temiendo que le pregunten por qué, cuando rezaba ante Nuestro Señor Jesucristo, en la hacienda del amo cuya marca se le clarea en el pellejo, no llamaba al Redentor por su nombre, sino que lo alababa en su lengua, luego de colgarse muchos abalorios al cuello. Juan trata de aquietarlo, como a perro bueno, con palmadas en los hombros, sin poderle decir —por temor a quien pudiera oírlo —que en días de Tablado Mayor no gastaba leña la Inquisición en quemar negros, sino más bien doctores demasiado conocedores del árabe, teólogos de oreja puntiaguda, gente protestante, o difundidores de un librejo hereje, muy perseguido en los puertos donde anclaban las naves holandesas, que tenía por título «Alabanza de la Locura», o «Elogio de los Locos», o algo semejante. Y como ya se acerca el día de la Trinidad, y la Trinidad es fiesta buena para los autos, Juan el Indiano ve ya al marrano de sambenito negro, mientras el barbado se le figura vistiendo uno amarillo, con la cruz de San Andrés bordada en rojo, delante y detrás. Luego de recibir la bendición al pie del Estandarte, montarían los dos en sus burros, en medio de la gritería y el escarnio de los que hubiesen venido de muy lejos para ganarse los cuarenta días de indulgencia, y serán arreados hacia el brasero, con otros muchos herejes, llevándose en alto los retratos de quienes, por fugitivos, quedarían ardidos en efigie.XUn día de feria, al cabo de una calle ciega, está Juan el Indiano pregonando, a gritos, dos caimanes rellenos de paja que da por traídos del Cuzco, cuando lo cierto es que los compró a un prestamista de Toledo. Lleva un mono en el hombro y un papagayo posado en la mano. Sopla en un gran caracol rosado, y de una caja encarnada sale Golomón, como Lucifer de auto sacramental, ofreciendo collares de perlas melladas, piedras para quitar el dolor de cabeza, fajas de lana de vicuña, zarcillos de oropel, y otras buhonerías del Potosí. Al reír muestra el negro los diente, tallados en punta y las mejillas marcadas a cuchillo, de tres incisiones, a usanza de su pueblo, y, agarrando unas sonajas, se entrega al baile, moviendo la cintura con tal desencaje que hasta la vieja de los mondongos y las panzas se aparta de su tenducho arrimado al Arco de Santa María, para venir a mirarle. Como en Burgos se gusta ya de la zarabanda, el guineo y la chacona, muchos lo celebran, pidiendo otra novedad del Nuevo Mundo. Pero en eso empieza a llover, corre cada cual a resguardarse bajo los aleros, y Juan el Indiano se encuentra en la sala de un mesón, con un romero llamado Juan, que andaba por la feria, con su esclavina cosida de conchas —venido de Flandes para cumplir un voto hecho a Santiago, en días de tremenda peste. Juan el Indiano, que desembarcó en Sanlúcar, llevando el bordón y la calabaza de los peregrinos en cumplimiento de promesa, largó el hábito en Ciudad Real, un día que Golomón, armándose de un mono y un papagayo para ayudarse a revender baratijas de feriantes, le demostrara que pregonando novedades de Indias se ganaba lo suficiente, en dos jornadas propicias, para holgarse con vino y mozas durante una semana. El negro se desvive por catar la carne blanca que gusta de su buen rejo; el indiano, en cambio, pierde el tino cuando le pasa una lora por delante, de las que tienen la grupa sobrealzada como sillar de coro. Ahora, Golomón seca el mono con un pañuelo, mientras el papagayo se dispone a echar un sueño, posado en el aro de un tonel. Pide vino el indiano, y comienza a contar embustes al romero llamado Juan. Habla de una fuente de aguas milagrosas, donde los ancianos más encorvados y tullidos no hacen sino entrar, y al salirles la cabeza del agua se la ve cubierta de pelos lustrososo, las arrugas borradas, la salud devuelta, los huesos desentumecidos, y unos arrestos como para empreñar una armada de Amazonas. Habla del ámbar de la Florida, de las estatuas de gigantes vistas por Francisco Pizarro en Puerto Viejo, y de las calaveras con dientes de tres dedos de gordo, que tenían una oreja sola, y esa, en medio del colodrillo. Pero Juan el Romero, achispado por el vino bebido, dice a Juan el Indiano que tales portentos están ya muy rumiados por la gente que viene de Indias, hasta el extremo de que nadie cree ya en ellos. En Fuentes de la Eterna Juventud no confiaba nadie ya, como tampoco parecía fundamentarse en verdades el romance de la Arpía Americana que los ciegos vendían, por ahí, en pliego suelto. Lo que ahora interesaba era la ciudad de Manoa, en el Reino de los Omeguas, donde quedaba más oro por tomar que el que las flotas traían de la Nueva España y del Perú. Las comarcas que se extendían entre la Bogotá de los ensalmos, el Potosí —milagro mayor de la naturaleza— y las bocas del Marañón, estaban colmadas de prodigios mucho mayores que los conocidos, con islas de perlas, tierras de Jauja, y aquel Paraíso Terrenal que el Gran Almirante afirmaba haber divisado en algún paraje— y todos le conocían ahora la carta escrita antaño al Rey Fernando— con su monte en forma de teta. Se hablaba de un alemán, muerto con el secreto de un reino donde las bacías de los barberos, las cazuelas y peroles, el calce de las carrozas, los candiles, eran de metal precioso. Seguían templándose las cajas para salir a nuevas empresas... Pero aquí corta Juan el Indiano el discurso de Juan el Romero, diciéndole que las conquistas a lo Pizarro, yéndose en armada, no eran ya lo que mejor aprovechaba. Lo que ahora pagaba en las Indias era el olfato aguzado, la brújula del entendimiento, el saltar por sobre los demás, sin reparar mucho en ordenanza de Reales Cédulas, reconvenciones de bachilleres, ni griterías de Obispos, allí donde la misma Inquisición tenía la mano blanda, calentándose más jícaras de chocolates en los braseros, que came de herejes... Las cajas que acá se templaban no conducían a la riqueza. Las cajas que debían escucharse eran las que sonaban allá, pues eran las que llamaban a las nuevas entradas donde los hombres se hacían de haciendas portentosas, guerreando menos que antes y llevando médicos de una pasmosa ciencia en lo de pegar huesos rotos y curar mordeduras de alimañas con las propias plantas de los indios.XIAl día siguiente, luego de haber regalado las veneras de su esclavina a la moza con quien pasara la noche, toma Juan el Romero el camino de Sevilla, olvidándose del Camino de Santiago. Le sigue Juan el Indiano, tosiendo y garraspeando, pues se ha resfriado con el viento que baja de las sierras. Cuando tirita en el camastro de una venta, añora el calor que Doña Yolofa y Doña Mandinga llevaban dentro de la piel demasiado dura. Mira el cielo aneblado, rogando por el sol, pero le contesta la lluvia, cayendo sobre la meseta de piedras grises y piedras de azufre, donde las merinas mojadas se apretujan en el verdor de un ojo de agua, hundiendo las uñas en la greda. Golomón viene detrás, descalzo, con el mono y el papagayo arrebozados en la capa, embistiendo, con el sombrero pajizo, un aire que le hiela. En Valladolid los recibe el hedor de un brasero, donde queman la mujer de uno que fue consejero del Emperador, en cuya casa se reunían luteranos a oficiar. Acá todo huele a carne chamuscada, ardeduras de sambenito, parrilladas de herejes. De Holanda, de Francia, bajan los gritos de los emparedados, el llanto de las enterradas vivas, el tumulto de las degollinas, la acusación, en horribles vagidos, de los nonatos atravesados por el hierro en la matriz de sus madres. Unos dicen que empiezan tiempos nuevos, en la sangre y en las lágrimas; otros claman que roto es el Sexto Sello, y pondráse el sol negro como un saco de cilicio, y los reyes de la tierra, y los príncipes, y los ricos, y los capitanes, y los fuertes, y todo siervo y todo libre, se esconderán en las cuevas y los montes. Pero, más allá de Ciudad Real, algo cambia en las gentes. Poco hablan ya de lo que ocurre en Flandes, viviendo con los oídos atentos a Sevilla, por donde llegan noticias de hijos ausentes, del tío que mudó la herrería a Cartagena, del otro que tiene buena posada en Lima. Hay pueblos de donde han marchado familias enteras; canteros con sus oficiales, hidalgos pobres con el caballo y los criados. Juan el Indiano y Juan el Romero aligeran el paso, al ver alzarse la primera huerta de naranjos, entre el morado de las berenjenas y el cobre de los melones, burelados por un campo de sandías. Reaparecen las tabernas de vino blanco, las negras loras o de color de pera cocha, con las nalgas sobrealzadas como sillar de coro. En brisas de salmuera, de brea, de madera resinosa, ármase el alboroto de los puertos de embarque. Y cuando los Juanes llegan a la Casa de la Contratación, tienen ambos —con el negro que carga sus collares— tal facha de pícaros, que la Virgen de los Mareantes frunce el ceño al verlos arrodillarse ante su altar.—Dejadlos, Señora—dice Santiago, hijo de Zebedeo y Salomé, pensando en las cien ciudades nuevas que debe a semejantes truhanes—. Dejadlos, que con ir allá me cumplen.Y como Belcebú siempre se pasa de listo, he aquí que se disfraza de ciego, vistiendo andrajos, poniendo un gran sombrero negro sobre sus cuernos, y, viendo que ha dejado de llover en Burgos, se sube a un banco, en un callejón de la feria, y canta, bordoneando en la vihuela con sus larguísimas uñas:—¡Ánimo, pues caballerosÁnimo, pobres hidalgos,Miserables, buenas nuevas,Albricias, todo cuitado.Que el que quiere partirse,A ver este nuevo pasmo,Diez naves salen juntas,De Sevilla este año...!Arriba, es el Campo Estrellado, blanco de galaxias. JMV

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