martes, mayo 31, 2011

 

MTRA. ELBA ESTHER GORDILLO MORALES


Licenciado Felipe Calderón Hinojosa, Presidente de México; maestro Alonso Lujambio, Secretario de Educación Pública.
Muy queridos y respetados dirigentes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, en su Comité Ejecutivo Nacional; y muy queridos compañeros Secretarios Generales del país; señores Secretarios de Educación de los estados; señores funcionarios públicos; señoras y señores padres de familia, don Leopoldo García; doña Consuelo Mendoza, gracias por estar acompañándonos.
Fernando Rodal, líder de la Confederación de Educadores de América, gracias por acompañarnos; doctor Claudio X. González, Presidente de Mexicanos Primero, gracias por estar con nosotros esta mañana; licenciado Esteban Moctezuma Barragán, Presidente Ejecutivo de la Fundación Azteca; muy querido ingeniero Enrique Madero Bracho, Presidente de Empresarios por la Educación Básica A.C., gracias; ciudadano Rubén Álvarez Mendiola, Director Editorial de Educación a Debate, también muchas gracias por acompañarnos.
Queridas y queridos maestros; queridos niños, queridas niñas; señores de los medios de comunicación.
Un nuevo instrumento que tiene como propósito elevar la calidad de la educación se pone en operación para todo el sistema educativo nacional. Tal como se lo propusimos el 15 de mayo pasado, y usted lo autorizó, señor Presidente, a partir del año 2012, se aplicará la Evaluación Universal obligatoria para docentes, directivos y docentes de fundaciones de apoyo técnico-pedagógicos en todas las escuelas públicas y privadas del país.
Arribar a un acuerdo como el que hoy se da a conocer no ha sido tarea fácil. Si de suyo evaluar significa intervenir de manera externa en un proceso de gestión, a quien la realiza, hacerlo en el desempeño docente resulta particularmente complejo, debido a que involucrar un importante número de opiniones, de intereses, de ideologías, de actores, de tomadores de decisiones, de organizaciones sindicales, pero también de las familias y la sociedad en general, más complejo resultado todavía de una manera del todo inconveniente se ha utilizado la evaluación como un pretexto para la crítica y el sojuzgamiento politizado instrumento que están obligadas a mantener su neutralidad.
Y este debate sobre la pertinencia o no de la evaluación educativa tiene dimensiones internacionales a lo largo de muchísimos años. Incluso, en los ámbitos académicos más calificados se ha llegado a afirmar que después de un ciclo de evaluación educativa se duda todavía de su pertinencia en relación con el objetivo de elevar la calidad de la educación.
Entre las paradojas que se incorporan al debate es que Finlandia, país que actualmente ocupa el primer lugar en el desempeño educativo no tiene un sistema total de Evaluación Universal, de la gestión docente, ni lo ha considerado motivo, siquiera, de discusión.
Algunos de los problemas que se señalan como difíciles de superar con respecto a la evaluación y que en México tendremos necesariamente que resolver está el que es altamente costoso si se hace con criterios de calidad, que condiciona el actuar de los docentes que pueden optar más por salir airosos de la evaluación que de su desempeño académico.
Que si no es consensuada tiene problemas en su aplicación, que si no es transparente y técnicamente impecable puede generar problemas de credibilidad y que los evaluadores deben estar excelentemente preparados y demostrarlo así.
Por eso hemos insistido que el Instituto de Evaluación Nacional y de las propias entidades Federativas sea un órgano que esté por los más conocedores, comprometidos con la educación y fuera del contexto institucional, llamado Gobierno o sindicato.
Quizá el punto de partida es empezar por definir, desde la conducción del Estado, que la evaluación es con los maestros y las maestras, y nunca contra ellos; por lo que resulta indispensable incorporarle procedimientos de autoevaluación. No hay como que cada quien sepa qué ha hecho, cómo lo ha hecho, y asimismo, éticamente, pueda revisar si está cumpliendo con su compromiso. Y que se le permita estar implicado, tanto en el proceso como en los resultados.
A partir de la definición acerca del modelo de docente ideal que se busca, y el cual todavía no tenemos, la evaluación universal deberá aportar información para saber qué es lo que requiere el maestro, cada maestro, para ir alcanzando ese modelo de servidor público; para comprender cabalmente la dimensión del reto.
No debemos olvidar que hay más de un millón y medio de maestros en servicio; que ellos han sido formados en las cerca de las 500 escuelas normales públicas y privadas que operan en el país, y que han sido el resultado de ocho reformas curriculares en la educación normal en los últimos 50 años, las cuales nunca fueron suficientemente evaluadas.
Ha llegado la hora de pensar con detenimiento. El tiempo nos alcanzó. Qué maestro, qué ciudadano queremos para el Siglo XXI. De ahí que insistimos en la demanda de la reforma, de la formación de maestros, y del programa de actualización y superación, para estar acordes al reto de la exigencia de los niños y los jóvenes pero, por qué no, también de los adultos, porque se educan para la vida.
No hay que olvidar tampoco que la política pública de la educación durante todo el Siglo XX estuvo orientada a lograr la universalización de la educación básica, a partir de la construcción de un piso de igualdad soportado, en gran medida, por la escuela pública. Y que el hecho de movernos ahora hacia la calidad implica una transformación de gran calado y múltiples implicaciones.
Junto con el reconocimiento de lo complejo que resultará el proceso de evaluación, y de sus resultados para la mejor formulación de los procesos de educación continua de los maestros y las maestras, está la circunstancia de que los maestros de México siempre se están educando y buscando los mecanismos para hacerlo parte de su vida activa.

La primera característica a considerar es que dos terceras partes de los maestros en servicio han acudido regularmente a programas de actualización y de formación continua, y lo han hecho siempre de manera voluntaria, porque compete esencialmente a su vocación, la cual sigue siendo motivo central de su dedicación a la docencia. Ésta es totalmente comprobable.
Seguramente recordamos a algunos o a muchos de los maestros que nos formaron. Y estoy segura que los asociamos con los libros, con el conocimiento, con el debate ilustrado, con el arte y la discusión apasionada de las ideas.
La segunda característica que muchos expertos consideran como una ventana de oportunidad, es que dos quintas partes de los maestros tienen menos de 10 años de servicio, por lo que su disponibilidad hacia la formación continua es mucho más abierta; y que el 30 por ciento de la plantilla docente está ya en opción de jubilación.
Estamos presenciando el ordenado relevo generacional de los maestros de México.
La tercera condición, altamente positiva para lo que hoy iniciamos, es que el interés por la educación, por su calidad, es ahora un hecho social, y aquí están muchos de sus actores, que en ello están comprometidos por encima de la política, comprometidos con lo que puede hacer que México realmente se convierta en un país, justo, libre, altamente competitivo consciente de su identidad personal y en un desarrollo pleno universal.
Por fin, después de múltiples intentos a la insistencia de maestros y su organización sindical, mucho se interesa por la educación de sus hijos. Esperamos que ese interés de los padres de familia se convierta en la indispensable corresponsabilidad que se requiere para lograrlo.
Señor Presidente.
Mayo para los maestros, para las maestras, es un mes de gran significado y aprecio. Está fundido en nuestros valores y con nuestros sentimientos profundos. Este mayo lo iniciamos convocando a que juntos sigamos pensando cómo mejorar la calidad de nuestra educación de cara a los enormes retos de este tiempo. Y lo estamos terminando con el inicio de algo que parecía imposible, ya que implicaba muchas resistencias y razonadas dudas.
Con todo y que no esperamos que con sólo evaluar mejoremos la educación, sabemos que es un muy buen inicio en el camino por superar los retos que la educación nos exige y que los mexicanos más apreciamos: la mejor formación de los ciudadanos mexicanos. Así lo valoramos y establecemos el más firme compromiso de llevarlo a cabo.
Señor Presidente:
El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación agradece que por sus instrucciones siempre hayamos encontrado en la actitud del señor Secretario Alonso Lujambio la voluntad de consensos y la búsqueda de acuerdos.
Muchos nos han criticado. Sabemos que el tiempo juzgará.
Señor Presidente:
No hay duda, es usted el Presidente de la educación.
Muchas gracias.





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