viernes, agosto 28, 2009

 

LETRAS ESTEPARIAS EN VERACRUZ



Creo que es el poeta Julio César Félix quien ha trabado relaciones con una revista llamada Cultura de Veracruz. Lo infiero porque hace como un año fui invitado por él a colaborar con un cuento y cuando al fin tuve en mis manos la publicación vi que se trataba de un número, el 32, dedicado en exclusiva a la literatura lagunera. Aparecemos allí, con relatos y poemas, Vicente Alfonso, Saúl Rosales, Fernando Martínez, Angélica López Gándara, Salvador Sáenz, Édgar Salinas, Carlos Reyes, Daniel Maldonado y el mismo JC Félix Lerma; entre todos aparece también Enriqueta Ochoa, lo que es casi un recordatorio de su origen lagunero. Supongo que no hay ejemplares disponibles en La Laguna, pero un buen comentario sobre esos materiales lo hizo Gerardo Monroy en otro número de Cultura de Veracruz, el 33. En él, Monroy destaca algunos rasgos de la literatura de cocción reciente en La Laguna. El ensayo está a la mano en internet, y tiene como título “Una laguna vertida en un Golfo: letras de esta comarca en la revista Cultura de Veracruz”.
Gerardo Monroy nació en Monterrey, pero la mayor parte de su vida ha radicado en las estepas del Nazas. Lo bueno de su opinión es que conoce lo que de literario hacemos por aquí y al mismo tiempo mantiene una distancia que le permite observar mejor. He aquí un fragmento de su comentario: “Esa marea bonancible que dice el director de la revista, favorece a esta Laguna que los escritores nombramos. El número 32, el más reciente de Cultura de Veracruz, fue dedicado en su totalidad a la literatura creada por los autores que viven hoy o ayer nacieron en alguno de los 16 municipios de Coahuila y Durango que definen el disforme y movedizo espacio que en los días llamamos ‘Comarca Lagunera’.
Los azares geográficos, el desplazamiento de la mano de obra y la colocación preferida por la inversión de capitales determinaron que nuestros municipios quedasen vinculados; no sólo ya en lo económico sino, fatalmente, en lo anímico. Contemplamos a nuestra región, y de tal modo se la contempla también desde fuera, como si fuera casi un estado más de la república, con una identidad cultural distintiva; la cual, probablemente, no existe —pero creemos en ella. Las expresiones artísticas tradicionales, tales como la canción cardenche, que en el pasado brindaron su coloración folclórica a la zona, están a punto de desaparecer. Si alguien pudiera aislar los elementos que integran la vida psíquica de la Laguna que está desarrollándose frente a nosotros (y debido a nosotros), esos ingredientes no podrían ser muy distintos de aquellos que espesan el ajetreo de Guadalajara, el Distrito Federal o casi cualquier otra ciudad mexicana más o menos grande y más o menos moderna (…)
El viaje por las páginas de la revista se vuelve más amable gracias a la inclusión de la obra gráfica del lerdense Alonso Licerio, ex-director del Museo de Arte Moderno de la Casa de la Cultura de Gómez Palacio. La blanquirroja y lúcida portada es como un agua que refleja, transformándolo, el sol de esta pequeña patria.
Hay buenas razones para que veracruzanos, duranguenses, coahuilenses y gente de todo el país adquiramos este número de Cultura de Veracruz. Espero haber dado cuenta de ellas. Una selección más amplia de autores habría sido imposible, por la estructura propia de cualquier revista; un lector de la localidad podría recordar a tres, o cinco o diez nombres más cuya inclusión hubiera sido justa, pero este primer acercamiento de Cultura de Veracruz a la Comarca es suficientemente amplio y diverso para interesar a los lectores del Golfo en nuestra Laguna. Les agradezco a Raúl Hernández Viveros, a Julio César Félix y a todos los que hayan participado en la edición de este número de Cultura de Veracruz, por habernos mirado de tan cerca”. JMV





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