miércoles, noviembre 12, 2008

 

LA LAGUNA


Síntesis histórica de su realidad física y social.
UBICACION, DESCRIPCION GEOGRAFICA Y DENOMINACION
DE LA LAGUNA.
Conforme a la descripción de los técnicos, geográficamente dentro del Atlas de la República Mexicana, se da el nombre de Comarca Lagunera a la extensión territorial comprendida entre los 25°. 30’ y 26°. - 20’ de latitud norte y los 102°. - 00’ y 104°. 00’ de longitud Oeste del Meridiano de Greenwich o, en otras palabras, entre los 200 y los 300 kilómetros, aproximadamente, al Norte del Trópico de Cáncer, los 2°. -50’ y 4° - 50’ de longitud Oeste del Meridiano de México.
Esta extensión no tiene límites cosmográficos bien definidos, sino que la constituye una pequeña fracción del gran plano inclinado, que partiendo de la región de los Valles del Estado de Durango, forma la gran depresión de la Meseta Central del Norte, conocida con el nombre de “Bolsón de Mapimí”.
Geográficamente, la Comarca tiene por el Norte: Las Sierras de la Campana y del Tlahualilo, rodeando el valle de este nombre los Cerros de la Gavia, Loma Larga, Lomas del Marrano y Mesa de San Juan: la Sierra del Sobaco, separada de la del Tlahualilo por el Valle de Acatita; y la de San Salvador por el Noroeste, confinando con las riberas y vallados de La Laguna de Mayrán. Por el Oriente, las Sierras de Parras. Por el Sur, las serranías de Jimulco, de Ahuichila, de las Noas, de España y de San Carlos. Y por el Occidente, las sierras del Rosario, del Sarnoso y del Vinagrillo. En el centro son prominencias aisladas, las sierras de Baicuco, de la Cruz, de San Lorenzo de Solís y de Texas al Sur los Bajíos de Mayrán y San Pedro; y los cerros de Santiago, Las Magdalenas, el Tecolote y Cerro Prieto, al Norte de los bajíos mencionados.
Como esbozo geológico, agregamos: que la extensión así circunscrita fue rellenada, en el transcurso de millares de años, por los aluviones de las corrientes que provienen de los valles de Durango. Que fueron depositados en los valles formados por montañas de naturaleza caliza, sedimentos arcillosos, arenas gruesas y finas y detritus orgánicos en diversas proporciones, hasta formar una planicie casi uniforme con ligeras pendientes en tres direcciones: hacia el valle del Tlahualilo, hacia el Cerro de Santiago y hacia la Laguna de Mayrán, cegándose las dos primeras corrientes, y quedando solamente la última, que es para donde se ha normalizado el curso natural del Río Nazas.
Hidrográficamente considerada, la Comarca Lagunera se llama la parte baja de los Ríos Nazas y Aguanaval, que sobre todo en la del primero, abarca una extensión de cerca de quinientas mil hectáreas.
El clima de esta región es, en general extremoso y seco, dependiendo de baja escala pluviométrica que, es muy sabido, registra año por año, muy escasa precipitación.
No son determinantes de este clima ni la situación de la Comarca ni su altura sobre el nivel del mar (1120 y 1140 Mts.), sino la aridez de sus montañas y valles, y los vientos dominantes de los desiertos del Norte y Noroeste, que no atemperan el rigor del verano, en grado suficiente, para aumentar la humedad relativa y provocar la condensación y precipitación. Esta circunstancia contraría en mucho el bienestar de los habitantes, y hace desagradable las condiciones de vida, en épocas de vientos y en el verano; pero, por otra parte suele ser este clima la circunstancia salvadora del cultivo del algodón, en cuanto que el calor y la sequía aminoran la propagación y virulencia de las “plagas”.
El cielo es en general despejado, y la temperatura extremosa, dentro de sus ciclos o estaciones. En el presente año, se registraron en el verano, temperatura hasta de 39º a la sombra y en el invierno ha descendido hasta 0°; cuando los vientos dominantes son del Sur o del Suroeste, la temperatura modera un poco su rigor, más en la misma estación los vientos del Norte y del Noroeste determinan la baja de la humedad relativa, aumentando la evaporación y disminuyendo el grado de condensación y precipitación pluvial.
La singular denominación de La Laguna proviene connotadamente del hecho de que por la época en que se definió como entidad agrícola de irrigación el cauce de los dos Ríos Nazas y Aguanaval había formado una unidad y descargada totalmente en La Laguna de Mayrán, dándose la denominación genérica de tierras de La Laguna al conjunto de las que constituían la hacienda de San Lorenzo y desapareciendo ya la denominación que en diversas épocas habían tenido las depresiones que por su ubicación fueron llamadas, alternativamente, Laguna del Caimán o del Tlahualilo, Laguna de Parras o Laguna de Viesca, las cuales al ser rellenadas por el azolve hicieron cambiar definitivamente el curso de las aguas hacia la zona de Mayrán, única Laguna que conservó sus características y que en la que conservó sus características y que es la que singularizó el nombre de esta región hasta nuestros días”. (Nota: el Río Aguanaval sigue descargando sus aguas excedentes en La Laguna de Viesca, JSV).
Conviene, además, para mayor claridad en el conocimiento de quienes lean estas monografías, advertir que los municipios de Mapimí, Lerdo, Gómez Palacio y Tlahualilo, forman parte de lo que los geógrafos llamaron —y creo que lo siguen haciendo— Región Natural pues la llamada Región o comarca Lagunera es justamente una Región Natural por cuanto hace al suelo, clima, flora, fauna y características de la masa de su población.
Además de nuestros cuatro municipios, la comarca está formada por cinco más del estado de Coahuila: Matamoros, Viesca, San Pedro, Francisco I. Madero y Torreón.
Sumadas las superficies de las nueve municipalidades, arrojan 38.443 Kms.2, superficie en la que caben holgadamente los estados de Querétaro, Aguascalientes, Colima, Morelos, Tlaxcala y Distrito Federal y quedan todavía 5,787 Kms.2 para acomodar una fracción de otro estado. Convertidos en hectáreas los 38,443 Kms.2 De superficie lagunera dan un total de 3 millones 844 mil 300, de los cuales se cultivan de riego solamente 147,792, con aguas de los dos ríos y norias.
Para fines de ampliación, control y mejoramiento de sus servicios, el Banco de Crédito Rural, la SARH, la Dirección de Educación Federal y el ISSSTE, han agregado los municipios durangueños de Nazas, Simón Bolívar y San Juan de Guadalupe.
El Ing. Jorge L. Tamayo, un distinguido científico mexicano desaparecido hace pocos años, dice en el Cuaderno No. 8 del Círculo de Estudios Mexicanos, dedicado a La Laguna, lo que sigue:
“La Comarca Lagunera es una amplia zona endorreica de 6,000 Kms.2 de área que alojó en su seno a varias lagunas en proceso de extinción y en las que desaguaban los Ríos Nazas y Aguanaval. Desde el punto de vista político, la porción oriental y central pertenece al Estado de Coahuila y la occidental al de Durango. La mayor parte la cuenca del Río Nazas se extiende en Durango y la del Río Aguanaval en Zacatecas”. En su monumental Geografía General de México —4 tomos, verla en la Casa de la Cultura de Gómez Palacio— los interesados pueden precisar nacimiento, curso, zona de escurrimiento, etc., de estos dos ríos.
Más adelante afirma: “la precipitación media anual es de 250 mm.; sumamente baja y que coloca a la Comarca dentro de la categoría de región semidesértica en la que “los cultivos de temporal son impracticables, siendo indispensable el riego para asegurar y estabilizar la producción agrícola”. “Como una referencia, apuntaré que la lluvia en la ciudad de México es, en promedio, tres veces mayor, o sea del orden de 750 mm. anuales”.
Para el Ing. Pastor Rouaix La Laguna es la extensa Comarca de notable horizontalidad en su suelo, que ocupa el extremo sur del Bolsón de Mapimí, cuyas tierras son notables por su fertilidad y a la que atribuye una altura sobre el nivel del mar, que va de los 1120 a los 1150 metros.
Afirma que de manera especial se le da el nombre de Comarca Lagunera a la parte que riegan los Ríos Aguanaval —desemboca en La Laguna de Viesca o de Parras a seca— y Nazas cuyas aguas excedentes se depositan en la de Mayrán y hasta por los años cuarenta del siglo pasado en la total mente azolvada Laguna de Tlahualilo cuyo lecho ahora se cultiva con aguas del Nazas que lleva el canal del mismo nombre: Tlahualilo.
El clima de la Comarca Lagunera sí es extremoso pues, por una parte se han registrado en verano temperaturas de 40° sobre cero en algunas zonas y por la otra, de 12° bajo cero, aunque lo normal son 38° - 39° sobre cero y de 1° a 5° y con frecuencia 6, 7 y 8 grados bajo cero.
Los vientos dominantes son los del norte —que a veces alcanzan 50 ó más kilómetros por hora— y los del este. Las Tolvaneras son frecuentes hasta el grado de hacer imposible la visibilidad.
Los nublados son frecuentes y prolongados de octubre a abril y algunos duran una semana o más pero —es lo normal— sin que se produzca la lluvia. La Laguna es zona de muy fuerte evaporación.
Si las heladas invernales son frecuentes y a veces ocurren en plena primavera, en cambio las nevadas se han espaciado notablemente. Cuando más se puede apreciar lo que por acá llamamos “plumear” o sea caída de copos pequeños de poca duración pues se disuelven luego.
Los aborígenes laguneros formaron diversos núcleos con diversos nombres que se agrupan en uno que los comprende a todos: irritilas. Dejaron huellas por diversos rumbos de la Región: petroglifos, pinturas rupestres, tejidos de fibras, restos de piedras talladas como chuzos, hachas, etc. Eran recolectores, cazadores y pescadores: fueron los creadores de la naza —que le dio nombre al río —como red hecha de varas delgadas, flexibles y resistentes. Los primeros europeos, criollos y mestizos que visitaron La Laguna, religiosos principalmente, los catalogan como incultos, belicosos, bárbaros, etc. Alguno califica a los niños que en sus misiones eran adoctrinados, como hábiles y rápidos en la comprensión y el aprendizaje. Estos grupos indígenas acabaron por desaparecer.
Para los españoles las tierras laguneras durante los siglos XVI, XVII y casi todo el XVIII, carecieron de interés. En el anillo de montañas que las circundan, con las naturales salidas por los cuatro rumbos cardinales, no encontraron metales que explotar —salvo en Mapimí— ni tampoco en el pequeño macizo que casi a la mitad de la extensa llanura, forma la llamada sierra de San Lorenzo por el norte. Solís y la de Texas por el sur, separadas al sur por el llamado Puerto del Perico lo que hace que por el este, sierra y puerto, faciliten el acceso al corredor de Paila que lleva a Parras, a Saltillo, Monterrey, etc., por petrolizada carretera. Con el suelo pródigo en espesos bosques de mezquites, salpicados de huizaches, con abundantes pastos producto de los aniegos anuales de sus dos ríos, fue posible la cría del ganado asnal, mular, caballar, bovino, etc., lo que hizo que se le diera el nombre de “Rincón de los Pastores”.
Es bien conocido que la primera misión propiamente lagunera fue la de San Juan de Casta, que destruida varias veces por ataques indígenas casi desde su fundación —6 de mayo de 1598— en la margen izquierda del Río de las Nasas —hoy Nazas— y que acabó con hacienda propiedad de varios dueños. Hoy se conoce como León Guzmán del municipio de Lerdo. La segunda fue la de Mapimí fundada el 15 de julio del mismo año.
Hasta 1730 los grandes señores de la tierra poseían propiedad —por el lado de Coahuila— Don Francisco de Urdiñola, fundador de San Esteban de Tlaxcala —Saltillo—, San Isidro de las Palomas —Arteaga y Patos— General Cepeda —hacia llegar su propiedad hasta Parras, pero mucho después de su muerte —1618— por la vía de su esposa, beneficiaria de mayorazgo concedido por el rey a los descendientes de Uriñola en 1682— el Marqués de Aguayo entró en posesión de tan extensa propiedad. Por el lado de Durango, la propiedad deslindada de la tierra llegaba hasta Mapimí. Entre este lugar y el de Mapimí, queda la enorme extensión de La Laguna consideradas las tierras que la forman, como propiedad del rey de España, pues no estaban concesionadas.
El Marqués de Aguayo acrecentó su propiedad al solicitar y obtener le fueran mercedadas —concedidas en propiedad— 115 de sitios ganado menor (igual a 184,000 hectáreas) señalando como referencias la desembocadura del Nazas y otros puntos que hoy están dentro de los municipios de San Pedro, Matamoros, Torreón y Viesca.
Por el lado de Durango, las tierras fueron mercedadas a don José Vázquez Borrego, que las traspasó a Fray Joseph García de Rojas. Este no conservó mucho tiempo su propiedad y la puso en manos del Sargento Mayor de Milicias Reformado don Joseph de Velasco y Restan.
Del Sargento Mayor Velasco y Restán, pasaron al dominio de nuevo o propietario: don Juan José Zambrano y del señor Zambrano vinieron a dar a manos de don Juan Nepomuceno Flores que vendió una parte de esas tierras a don Juan Ignacio Jiménez.
Las tierras laguneras de Coahuila pasaron —del Marqués de Aguayo— a ser propiedad del cura de Monclova, don José Miguel Sánchez Navarro, quien las heredó. Los herederos las vendieron a Don Leonardo Zuloaga y a Don Juan Ignacio Jiménez.
Fueron estos dos grandes señores de la tierra los que, junto con Don Juan Nepomuceno Flores, iniciaron el cultivo del “rey algodón” en escala importante y tecnificando las labores agrícolas y el aprovechamiento de las aguas del Río Nazas, dando origen al llamado siglo algodonero de La Laguna.
Don Juan Ignacio Jiménez a su vez, había comprado a Don Juan Nepomuceno Flores, gran señor de tierras en el Estado de Durango, la Hacienda de Santa Rosa y anexas y conservando Flores las de Avilés y San Fernando y anexas.
Conviene precisar que fue el cultivo del algodón —rey algodón lo llama Clarence Senior— determinante poderoso para el desarrollo de La Laguna. La referencia más lejana en el siglo XIX, dice que en los años de 1811 a 1827, se levantaban cosechas de cierta importancia en la hoy Villa de Nazas y que al volumen total de tales cosechas. La Laguna contribuía con una parte calificada como insignificante. El volumen total de algodón cosechado en esos silos era de 70 a 80 mil arrobas (11.5 kilos por arroba o sean 25 libras). Pero cuando la primera presa de derivación se construyó en la boca de Calabazas y después la segunda llamada con el tiempo de El Coyote, y fue posible regar tierras para cultivarlo en La Laguna, el cultivo se desplazó a nuestra región porque —de acuerdo con la planta de algodón árboreo que entonces se cultivaba, mientras en La Laguna se necesitaban 150 días desde la siembra para llegar al capullo, en la zona de Nazas se necesitaban 210 días. Este desplazamiento ocurrió a mediados de la centuria pasada, época que se inicia lo que, repito, se ha calificado como el siglo algodonero de La Laguna.
De pasada, conviene recoger la versión de Illarramendi que afirma que, los Tamazultecos que vinieron a dar a La Laguna, fundaron Sapioriz que existe con igual nombre cerca de la boca del Cañón de Fernández, cultivaron maíz, frijol, chile, etc, pero además, algodón y que para sus cultivos, derivaron agua del Río Nazas, y que la palabra Sapioriz quiere decir tierra buena para la agricultura.
La intensificación del cultivo del algodón —sobre todo— cuando se introdujo el algodón “herbáceo” —y se dividió la propiedad de la tierra— multiplicándose el número de propietarios pequeños, medianos y grandes, dio lugar a los conflictos y luchas legales y armadas, provocados por el uso de las aguas del Nazas para riego. De esas luchas se da cuenta en el capítulo aparte de este relato.
El lagunero siglo algodonero se inicia en 1852 con 17 mil quintales —se entiende que en pluma—, que son iguales a 765 toneladas. Veinte años después la cosecha aumenta a 4,500 toneladas por cada una de las márgenes del Nazas, o sean 9,000 en total, lo que es igual al 1176%, sobre la cosecha de 1852. En el ciclo agrícola 1949-1950, a un año de alcanzar el siglo algodonero, La Laguna puso en el mercado 1 millón 400 mil quintales contra los 17 mil de 1852. El algodón produjo, en pesos, en el citado ciclo agrícola, 500 millones.
Todo gracias a la tecnificación del cultivo del algodonero, al aprovechamiento industrial de la semilla y al mejor aprovechamiento de las aguas del río y de las norias, que permitió, además, ampliar la zona de cultivo.
Todavía por los años veinte del siglo actual, en gracia a que la calidad de la fibra —oro blanco se le llamó—, lagunera se impuso —y para ello contó y mucho nuestro clima seco— a la producida en Yucatán, Veracruz y en otras zonas del país. La Laguna dependía fundamentalmente del monocultivo del algodón. Fui testigo —años de 1915 y 16— de ensayos que se hicieron con cacahuate y sorgo feterita, para liberarse de la dependencia de un sólo cultivo. Mucho se dijo de lo negativo de mantener a la Comarca atada al cultivo del algodonero, pero fue hasta por los años treinta que se iniciaron actividades hijas del desarrollo de nuestra economía y de una mejor comprensión del fenómeno económico, tendientes a diversificar los cultivos a incrementar la actividad ganadera e industrial. Afortunadamente los laguneros han probado poseer capacidad y valor para emprender nuevas actividades, gracias a lo cual, la agricultura lagunera se ha enriquecido con los cultivos de: alfalfa, sorgo escobedo —reputado este por la fina calidad de su espiga—, sorgo forrajero, tomate, verduras, vid, y en los últimos 20 años, se ha incrementado notablemente el cultivo del nogal. El cultivo del melón y la sandía han creado una actividad comercial no sólo importante sino cada día mejor organizada. El cultivo de la soya empieza a cobrar importancia —el contenido proteínico de esta leguminosa es muy elevado— porque además de oleaginosa, proporciona leche y sus derivados. La agricultura lagunera podemos decir que —ahora— es una agricultura diversificada.
La agricultura regional ha experimentado notable desarrollo. Además de centenares de importantes plantas avícolas, se cuenta con una de las plantas productoras de huevo y pollo más modernas de la América Latina —tal vez la segunda— del Bravo hacia el sur: produce: 1 millón 800 mil huevos incubados por mes, que dan 1 millón 700 mil pollitos, se matan de 25 a 30 mil pollos diarios y se producen 20 toneladas de huevo todos los días.
En materia de ganado lechero, la cuenca lechera lagunera, es de las más importantes del país: diariamente de La Laguna llegan a la ciudad de México y de Acapulco, más de 200 mil litros de leche fresca de primera calidad. En Tlahualilo una planta piloto de cría de ganado caprino de registro, ayuda a los criadores de cabras a mejorar “chinchorros” —hatos—— y de acuerdo con las últimas informaciones, La Laguna es la zona caprícola más importante del país. Lo que no ha crecido a nivel apreciable, es la cría de conejo ni de las abejas. Estas últimas tal vez porque los insecticidas se aplican utilizando avionetas.
Por lo que hace al desarrollo industrial, éste se inició desde fines del siglo pasado, de manera paralela con el creciente aumento anual de la producción algodonera que se mantiene firme hasta los años veinte y parte de los treinta de este siglo, en los que La Laguna era la zona productora de algodón más importante del país. La Segunda Guerra Mundial demandó algodón como nunca antes. En México se abrieron nuevas zonas de producción en diversas zonas del país, hasta hacernos perder la primacía, lo que no desalentó a los laguneros: siguiendo la tarea que iniciaron el siglo pasado, cuando crearon las primeras fábricas de hilados y tejidos y la de jabón, que después fueron la base de un sostenido desarrollo industrial vigoroso, manteniendo hasta la fecha, y del que se dará cuenta al hablar de cada municipio, se han consolidado dos ciudades industriales, una en Gómez Palacio, la pionera y en pleno desarrollo y la otra en Torreón, que ha iniciado ya su desarrollo.
Para los fines de esta obra basta señalar que la industria lagunera —en su conjunto— no solamente ha crecido y dado empleo a administradores, ingenieros, técnicos, obreros, etc., ayudando a mejorar las condiciones de vida en general, sino que muchos de sus productos han conquistado un mercado firme tanto dentro como fuera del país, por su elevada calidad.
Por otra parte, La Laguna es un centro comercial casi obligado por razones de situación geográfica y la amplitud y variedad de lo que acá se compra y se vende, para una extensa área que engloba Zonas de los Estados de Coahuila, Durango, Chihuahua, Zacatecas, San Luis y Aguascalientes, principalmente. Circunstancia que ha motivado, además, notable desarrollo de la actividad bancaria pues, además de los bancos oficiales —de México, del Pequeño Comercio, Banrural, Nacional Financiera y BANOBRAS— hay una amplia red de la banca privada en la que destacan Bancomer, Banamex, Multibanco Comermex, Banco del Atlántico, Polibanca Invoa, Sofimex, Internacional del Norte, Banca Serfín, Banpaís, Mercantil de Monterrey, Nacional Urbano, Mexicano del Norte, Regional del Norte y otros más. Bancos que, además, tienen sucursales urbanas en Torreón y en las otras ciudades laguneras.
La educación sistemática y la cultural general de los laguneros han mejorado, en algunos de sus niveles, de manera sorprendente si se compara con nuestra realidad educativa y cultural de los años veinte. El desarrollo de la educación del Jardín de Niños a la Universidad —y sobre todo por lo que hace a esta última— ha crecido y esto ocurre hoy todavía— gracias a las luchas juveniles y de las familias laguneras, que han conseguido la existencia del núcleo Universitario de Gómez Palacio dependiente de la Universidad Juárez de Durango y las Escuelas Universitarias de Torreón, San Pedro y Matamoros, dependientes de la Universidad Autónoma de Coahuila, con sede en Saltillo.
El juicio del hacer educativo es —en general— positivo pero su apreciación depende de quien o quienes hagan su evaluación la cual, desde luego no podrá hacerse al margen de la posición filosófica de quienes son las personas o grupos de juzgadores.
En la parte correspondiente de la monografía de cada uno de los municipios laguneros —por lo que hace a Durango— nos ocuparemos de este renglón.
Finalmente: La Laguna cuenta con dos Casas de la Cultura. Una en Gómez Palacio —la pionera— y la otra en Torreón. Además de las actividades culturales de otros grupos organizados, las dos están en diaria actividad en sus diversas escuelas: danza, música, idiomas, grupos literarios, artesanías, etc., y organizando exposiciones diversas y actos culturales de variada índole y atendiendo sus concurridas bibliotecas públicas.
Merece mención aparte el Museo Regional de Antropología e Historia cuyo futuro —una vez terminado y completada su planeación— será motivo de satisfacción y de orgullo para la población lagunera. Esperanza nacida de la apreciación de los importantes trabajos que —hasta ahora— está llevando al cabo.
Deportivamente La Laguna, en el aparato organizativo nacional correspondiente, ganó desde hace años y la conserva, categoría de entidad autónoma en el país: Ciclismo, atletismo, béisbol, básquetbol, fútbol, natación, y voleibol, remo, tiro al blanco, boliche, etc., le permiten a los laguneros destacada participación nacional.
En los últimos treinta años han aparecido y circulado libros, folletos, artículos en revistas y periódicos, relativos al pasado y presente lagunero y —lo que es alentador para la historia de nuestra región— personas y grupos de investigadores han realizado trabajos tan importantes como el descubrimiento de la Cueva de la Candelaria.
El periodismo lagunero amerita acuciosa investigación desde sus orígenes. Se han encontrado ejemplares de publicaciones desde los ochentas del pasado siglo. Pero son numerosos los periódicos y revistas publicadas. Por lo que hace a los diarios anotaré los que se mantienen en circulación citando el año en que vieron la luz pública:
La Opinión: año de 1917.
El Siglo de Torreón: año de 1922.
La Epoca de Gómez Palacio: año de 1954.
Noticias: año de 1976.
El Sol de La Laguna: año de 1980.
Las ciudades que más rápidamente iniciaron sus procesos de urbanización, fueron Torreón, Gómez Palacio y Lerdo y aunque el problema sigue latente por la cantidad de colonias que han aparecido y siguen apareciendo, las tres ciudades se mantienen, en general, a la altura de las exigencias fundamentales de los días presentes: Agua potable, alcantarillado, electricidad, calles asfaltadas, embanquetado, teléfonos, telégrafos, centros de salud, cines, teatros o su equivalente en salas de espectáculos, edificaciones modernas, televisión, vehículos de motor privados y de servicio público; parques, monumentos, jardines, etc.
Por lo que hace a la salud el 1SSSTE y el IMSS cuentan con instalaciones en Torreón y Gómez Palacio y con centros periféricos en la Comarca. Hay, además, centros de salud municipales, clínicas privadas, etc.
El resto de nuestras poblaciones presentan un cuadro que ahora se llama negativo, en materia de urbanización y que —en algunas de ellas— francamente inexplicable. Cuadro que motiva la emigración lagunera interna, hacia las tres ciudades mencionadas.
La población lagunera —Coahuila y Durango— de acuerdo con los datos proporcionados por las autoridades es, en total, de --- habitantes.
En capítulo aparte, además de las luchas por el agua del Río Nazas, trataremos de resumir las informaciones —de ayer y de hoy— acerca del transporte y de las comunicaciones en general.
Anotación final: las principales haciendas poseían una red de vías angostas que la gente llamaba decovil (de Decauville, su inventor), que inicialmente se usaron en las minas. Sobre ellas se desplazaban largas plataformas conocidas como armones, tiradas por una o dos mulas en fila, que caminaban en medio de los dos rieles. Estas vías comunicaban los ranchos con la hacienda o la población más importante. Facilitaban el transporte de trabajadores, de personas que acudían a los centros de abasto, de las cosechas aperos, mercancías, etc. Las más extensas redes de vías Decauville, fueron las de Tlahualilo, Santa Teresa y Anexas y Cía. Agrícola de La Laguna (Casa Madero en San Pedro).
Entre la Hacienda de Hornos y Viesca operó un ferrocarril, de vía más ancha que la Decaville, con sus máquinas, carro de exprees, carros de pasajeros y carros y plataformas de carga. Era algo novedoso. Fue destruido los días de la Revolución.
LA LAGUNA Y EL AGUA.
Durante miles y miles de años los Ríos Nazas y Aguanaval, corrieron libremente sobre la tierra lagunera, depositando sus aguas y grandes cantidades de limo que rellenó — el limo— la depresión vaso que se formó al desaparecer las aguas marinas que, primitivamente la cubrían.
El Río Nazas y el Aguanaval acabaron por tener un curso divagante en la medida que la depresión dejaba de serlo. El curso de sus aguas dependía de la cantidad de las mismas hasta fijar el que—de manera general— ahora tienen. Todavía a mediados de la pasada centuria, con el azolve de La Laguna de Tlahualilo y un movimiento de reacomodación del suelo que tuvo lugar, el brazo de río que en el extremo oeste del cerro que limita al Club Campestre de Gómez Palacio, se cegó y parte del agua del Nazas que desaguaba en el vaso de Tlahualilo, dejó de hacerlo. En 1968, por verdadero descuido, el agua buscó el viejo camino e invadió la ciudad de Gómez Palacio y tierras ejidales hacia el este. Y el Aguanaval, en la gran creciente del año de 196—, aforó 1500 millones de metros cúbicos nunca antes registrada, provocó su cambio de curso destruyendo la Flor en el municipio de Matamoros. Parece que las aguas buscaron un viejo cauce.
En tanto los tres grandes señores de la tierra —Leonardo Zuloaga, Juan Ignacio Jiménez y Juan N. Flores— sembraron las superficies de su propiedad, regadas de manera natural por las aguas del Nazas, no hubo problemas entre ellos. Tampoco los hubo cuando, en los años de 1848 a 1852, se construyeron los primeros azudes —presas de derivación— de la Comarca, que fueron las de San Fernando. Santa Rosa y Calabazas, cuyos muros llegaban hasta medio río y derivaban aguas por la margen izquierda, dejando pasar gran cantidad de líquido que aprovechaban los terrenos de Zuloaga, por medio de canales que sacaban agua del río de las vegas o lagunas que este había formado, con la famosa Vega del Caracol.
El 1° de marzo de 1852 —en la Villa de Viesca— que por dicho documento se consagra como la primera Villa lagunera del lado de Coahuila — don Leonardo Zuloaga, D. Juan Ignacio Jiménez y D. Juan Nepomuceno Flores, se reunieron para resolver pacíficamente sus desacuerdos en materia de límites territoriales y uso de las aguas del Río Nazas, como propietarios los dos primeros, de la Hacienda de San Lorenzo de La Laguna y de San Juan de Casta el tercero. El convenio firmado fijó, de común acuerdo los tres ante las autoridades correspondientes y los testigos de calidad, los límites entre ambas propiedades y el derecho al uso de las aguas del Nazas como sigue:
a).—El agua sobrante de la presa de San Fernando —cuya cortina cubría medio lecho del río a partir de la margen izquierda, quedó a beneficio de los dueños de San Lorenzo de La Laguna para que —“sin embarazo alguno— fuera derivada por la presa de “la labor de Santa Rosa” y como propietarios de dicho remanente reconoce el señor Flores a los señores Zuloaga y Jiménez y —a la vez— como propietarios de la presa de Santa Rosa.
b) .—Los dueños de San Lorenzo de La Laguna se comprometieron, a su vez, a reconocer sin cargo económico alguno, al Sr. Flores como propietario de las tierras desmontadas por personas a las que ellos dieron posesión, que las abandonaran en el término de tres años a partir del 1º de enero del mismo 1852.
c). — El convenio termina con una serie de sanciones judiciales y agregados en caso de posterior conflicto violatorio del contenido del documento firmado, circunstancia que no se presentó nunca.
Como se ve, los señores feudales de esos días, arreglaban sus diferencias de manera pacífica, acudiendo a la intervención de la autoridad, cuando así les convenía. Además, era tanta la tierra de que disponían y tanta y sobrada el agua —salvo en los años de muy intensa sequía— que podían usar, que consideraban hasta perjudicial para los intereses de cada uno, enfrascarse en largos litigios. Con criterios y estados de ánimo semejantes, el español Zuloaga y Don Juan Ignacio Jiménez, condueños de la enorme hacienda —que abarcaba territorio de Durango y de Coahuila— convinieron dividir entre ambos, dicha propiedad, problema que fue fácil resolver porque;
a) .—Don Leonardo prefería parte que correspondía a Coahuila. b).— Don Juan Ignacio la del lado de Durango y c).—Ambos convinieron en nombrar un juez Divisor que fue don Mariano Delgado— que merecía toda su confianza y que interpretó y llevó al cabo los deseos de los dos, al establecer los linderos que fraccionaban a San Lorenzo de La Laguna. Fue así como el convenio se firmó por el Juez Divisor y propietarios, en San Sebastián, del lado de Durango —lugar que todavía se conoce con el mismo nombre— el 8 de febrero de 1852.
El convenio es importante porque —por un lado— no afectaba para nada el acuerdo a que habían llegado ellos y Don Juan Nepomuceno Flores, no sólo por lo que hace a los límites de sus propiedades sino al uso de las aguas del Nazas y a la conservación de los azudes que —hasta entonces derivaban aguas del río. Además, don Leonardo queda como propietario único lagunero en Coahuila y, nada más, don Juan Ignacio compartía tal circunstancia del lado de Durango con D. JNF. Por otro lado Zuloaga, desde 1850, había iniciado desde la margen derecha del Nazas, la construcción de un azud, para lo que construyó una cuadra con cuatro muros de 100 varas por lado (una vara 835 milímetros), con una sola puerta abierta hacia el Oriente y en la esquina sur y oeste de la cuadra, levantó un torreón, que sirvió de atalaya para vigilar el paso del río, los alrededores y las obras de construcción y claro, para la defensa en caso necesario. Inútil explicar que dentro de los muros de la cuadra había almacén para materiales y herramientas y casas para los trabajadores, pues se trataba de una superficie intramuros de casi 7 mil metros cuadrados. Es interesante dar los datos anteriores porque, primero, fue la primera construcción que se levantó en el área que después daría asiento a la ciudad que, de ese primitivo Torreón, derivaría su nombre al dar nacimiento al Rancho del Torreón. Esta presa era diferente a las otras porque, la cortina, se tendía casi de banda a banda del río, pues su enclave en la margen derecha, estaba en el bordo del canal por el que corría el agua derivada. Entró en uso en 1853 y fue arrasada por una creciente, quedando sólo las bases de la compuerta del canal. Lo que obligó a Don Leonardo a realizar una obra más sólida por lo que hace a la cortina y al vertedor del canal del Coyote.
Los primeros asomos de lo que fuera después larga y a veces violenta lucha por el agua, aparecen cuando el Gobierno Federal, diciembre de 1867, regresa a Doña Luisa Ibarra, Vda. de Zuloaga, los bienes que por infidencia, le habían sido secuestrados. En el documento del gobierno no sólo se fijan los límites del cuadro de Matamoros y se dice como compensar lo que falte para que la propiedad matamorense no rebase la margen derecha del Aguanaval de manera expresa señala que “La Villa de Matamoros” nunca podrá usar más de la mitad de las aguas del Río (Aguanaval) dejando la otra mitad para la finca de Ud.” (doña Luisa y las tierras son la Hda. de Hornos, JSV). También señala que si así se hace necesario, porque el límite de la Villa no llegara hasta la orilla de río, la toma de agua del citado río, para uso de la población de Matamoros, “se pondrá en el punto más inmediato a sus un linderos”. Apenas se habían dictado los ordenamientos cuando, el 4 de septiembre de 1868, la avenida del Nazas fue tan caudalosa que las aguas se salieron de su cauce, destruyendo la cuadra y el torreón primitivos, más los jacales que una familia Peralta —originaria de Cuencamé— habían levantado para vivir, pero presa y canal resistieron los embates de las aguas y éstas siguieron derivando normalmente hasta San Antonio de los Milagros como entonces de llamaba El Coyote.
La distribución y uso de las aguas del Nazas, en la medida en la que aumentaron los usuarios de la tierra —en forma de aparceros— creó problemas propios del uso de aguas de temporada y de lo aleatorio de los volúmenes que el Nazas arrastraba. Si entre los tres grandes propietarios hubo amistosos convenios, esto no ocurría entre aparaceros. Las pequeñas superficies que cultivaban y la buena fe conque —por lo general— se procedía, facilitó los arreglos entre personas sin la intervención del poder público. Nadie pudo imaginar que de la gran creciente de 1868, se iba a originar, al organizarse en 1885 la Cía. Agrícola de Tlahualilo, el explosivo conflicto que dio lugar a una lucha de años, hasta que el gobierno federal consiguió poner en ejecución la reglamentación que hizo volver la paz a la Región Lagunera.
Militares que habían servido a la república, recibieron tierras laguneras para cultivarlas. Algunos aceptaron pero otro grupo prefirió la aparcería, hasta que la inundación del 68 los hizo dejar las tierras que sembraban “al partido” y acogerse a la Ley de Colonización que —prohijada por don Ignacio Zaragoza cuando todavía vivía— fue promulgada en 1868. Este grupo de colonos en potencia, en el entendido de que iban a tomar posesión de tierras baldías, ocupó las que después formaron el municipio de San Pedro de las Colonias en 1873, con el nombre de la Colonia de San Pedro. No preciso detalles que corresponden a la historia de este municipio: el 14 de febrero de 1870, los futuros colonos organizaron su expedición y el 18 se repartieron de común acuerdo el terreno anegado y dieron principio las labores agrícolas. En enero y febrero de 1871, se hicieron las mediciones de todo el terreno que sería colonizado y el 74 se terminó el cambio de los colonos al lugar que hoy ocupa la ciudad.
La viuda Zuloaga y el municipio de Parras reclamaron y probaron sus derechos de propietarios sobre las tierras colonizadas y, los colonos —casi todos ex-militares— aceptaron la obligación de compensarlos y en 1875 legalizaron su derecho de propiedad en las tierras que ellos habían considerado baldías, para cuyo riego habían abierto un canal muy nombrado todavía por los años 20-30 de este siglo, al que denominaban de “La Trasquila”. Como aumentara el número de colonos y aparceros, abrieron otro más en 1874 —antes del arreglo con los legítimos dueños de la tierra— que llamaron de Guada1upe y a la vez abrieron otra boca en el río, 8 kms. debajo de La Trasquila, que dio origen a otro canal llamado de San Isidro, nombre que conservó hasta hace relativamente poco tiempo. Los propietarios de tierras, los aparceros de estas tierras, que forman la parte más baja del cauce y área de riego del Nazas, así como los accionistas de los referidos canales, eran en su mayor parte pequeños propietarios y muy numerosos que —naturalmente, sobre todo en los años de escasos volúmenes de agua arrastrados por el Nazas, resentían fuertemente la derivación de las aguas en los azudes que operaban en la parte alta del río: Coyote, Santa Rosa, Calabazas y San Fernando que —fundamentalmente irrigaban grandes propiedades— mientras los usuarios de la parte baja —llamados abajeños— eran muy numerosos o recibían agua insuficiente para sus riegos o no recibían —caso frecuente— una sola gota. La cantidad de usuarios abajeños puede apreciarse —además— si se recuerda que en los años de 1881 a 1894 —le fueron segregados al municipio de Matamoros, para agregarlas al de San Pedro, doce propiedades entre las que se contaron algunas tan importantes como Santa Teresa, Concordia y San Lorenzo. Todo lo hasta aquí anotado pretende explicar la lucha de 50 años —que por las aguas del Río, tuvo lugar entre los laguneros y que Don Emiliano G. Sarabia describe de manera brillante, según don Eduardo Guerra, en folleto publicado por esos años.
Lo que interesa para los fines de esta publicación es que el primer conflicto importante por el derecho de usar las aguas del Nazas, se originó en las obras de ampliación y profundización del cauce del canal de Santa Rosa, que D. Santiago Lavín, nuevo propietario de esas tierras que compró a herederos de D. Juan Ignacio Jiménez, provocó la protesta de los abajeños, la que fue atendida por el gobierno federal: se ordenó la suspensión de dichas obras. En 1881 D. Santiago inició nuevas obras de ampliación y profundización del cauce de su canal y nuevamente el gobierno federal amparó a los abajeños pero, el Gobierno de Durango, no cumplió la disposición de paralizar las obras de Lavín porque, siendo cuestión de disputa de derechos entre particulares, éstos deberían acudir a los tribunales competentes. Los abajeños recurrieron a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la que ordenó destruir las obras ejecutadas por el Sr. Lavín, lo que fue ejecutado por el C. Juez de Distrito de Durango. Posteriormente, el batallador Lavín —en 1899— vigente la Ley Federal del 5 de junio de 1888 —once años después— cerró con la cortina del azud de Santa Rosa, el curso del río haciéndola llegar hasta la margen derecha del Nazas. Esta litis aparentemente allí terminó para dar lugar a la siguiente.
Como en este libro se informa, el año de 1885, se formó la comúnmente llamada Compañía Agrícola de Tlahualilo, bajo la protección de un pariente de don Porfirio Díaz —detalle importante por lo que se verá, después. Para cumplir los propósitos agrícolas, industriales y de colonización, la Compañía necesitaba llevar el agua del Nazas hasta las tierras del vaso azolvado y seco de La Laguna de Tlahualilo, a una distancia de 125 kilómetros, como entonces se calculó, para el desarrollo del canal correspondiente, para lo cual la Compañía obtuvo, el 14 de abril de 1887, contrato de concesión para construir el referido canal, adquiriendo a la vez, el compromiso, ineludible de “conservar permanentemente la bifurcación del Río Nazas, arriba de la presa de San Fernando para que no se perjudique el derecho de que los ribereños inferiores y puedan disfrutar de las aguas del brazo derecho del río”. Compromiso y prohibición contenidos en los incisos 7 y 8 del artículo 5 del documento respectivo. Este Contrato Concesión lo aprobó el Congreso de la Unión y fue promulgado el 5 de junio de 1888, y fue aceptado el 28 de junio del mismo año, con asistencia ante el Notario Público, en la C. de México, por representantes de la Cía. y del gobierno de Coahuila, acabando así la oposición existente para que el canal fuera abierto. Pero la Cía. de Tlahualilo, muy segura de su poderío económico y político en diciembre de 1889, inició la prolongación de la cortina de su presa hacia el brazo y margen derecha del río. Los abajeños —lesionados en sus derechos— protestaron por la violación al convenio aceptado y firmado. La Secretaría de Fomento reiteradas veces ordenó por telégrafo a la Compañía que suspendiera las obras emprendidas pero no le hicieron caso. De nada valió la legislación federal sobre las aguas de ríos que servían, con parte de su cauce, de límite entre dos o más estados del país: desde entonces la cortina de la presa de San Fernando quedó cerrada y sólo las aguas que pasen sobre ella, pueden ser utilizadas por los ribereños usuarios situados aguas abajo de la citada cortina.
Esta grave violación al convenio sancionado por el poder público federal, dio lugar a un descontento general, que hizo necesaria la presencia del Gral. Carlos Pacheco, Ministro de Fomento. De su visita quedaron como fruto las llamadas bases convencionales para el uso de las aguas del Río Nazas, bases fechadas el 25 de diciembre de 1980 —a un año de distancia de la violación del convenio— y dadas a conocer a todos los ribereños, cuyo resumen es el que sigue:
a).—Se invoca la ley del 5 de junio de 1888 para justificar la intervención del gobierno federal.
b) .—Hace mérito de las solicitudes que fueron presentadas —conforme a dicha ley— para confirmación de títulos, ubicación de tomas de agua, y de las razones en que se fundaban los solicitantes tanto del Estado de Durango como de Coahuila. Señala “la importancia administrativa que tiene el uso de las aguas públicas”, el temor de “lastimar derechos legítimamente adquiridos” y anota como tales los móviles para que la Secretaria se empeñase en dar la solución más acertada a la cuestión del Nazas.
c).—E1 ánimo del Ministro, señor Pacheco, fue el de dar una reglamentación del uso de las aguas en conflicto, discutida y aprobada por una representación de los usuarios y, para ello, visitó las poblaciones de Lerdo y San Pedro, pues, se reitera, su mejor intención fue la de que los interesados resolvieran de común acuerdo el problema mediante la conciliación de sus intereses.
d) .—La comisión para discutir el problema —de acuerdo con el plan anterior— se integró como sigue:
Lic. Demetrio Salazar, por el tajo de Tlahualilo, Lic. Esteban Fernández por el tajo de San Fernando Lic. Ignacio I. Vallarta por la presa de Santa Rosa, Lic. Praxedis de la Peña, por la presa de las Calabazas. Andrés Eppen por la presa del Coyote. Ventura G. Sarabia por tajos desde la presa del Coyote hasta la de San Pedro. Lic. Frumencio Fuentes por vecinos de Matamoros. Antonio V. Hernández por presa de San Pedro. Y Carlos Herrera por tajos desde la presa de San Pedro para abajo.
e) .—La primera reunión se abrió el día 6, según las “Bases Convencionales” y el día 7, según la crónica, del mes de julio de 1890, con la asistencia del Gral. Juan Manuel Flores, gobernador de Durango y D. José M. Garza Galán, gobernador de Coahuila. Se suspendieron el día 10 del mismo mes por una razón: el Sr. Ministro Carlos Pacheco tuvo que ausentarse violentamente ignorándose la causa que motivó su salida.
f) .—La verdad es la de que, en las tres sesiones que tuvieron lugar, reinó un espíritu de comprensión, de igualdad, de reconocimiento de los derechos generales, que revela el espíritu unitario de los laguneros. Lo revela la aprobación de algunos artículos y las medidas propuestas y aprobadas sobre la distribución del agua en las avenidas medias como en las mínimas. Sorprende, por su contenido de igualdad y justicia, y aunque fueron juristas en general los representantes de los grandes propietarios, no pudieron obrar en desacuerdo con sus representados. A riesgo de que el relato se alargue, se recogen algunas de esas proposiciones:
— Dejar pasar para los canales inferiores, libremente el agua una vez que —los superiores— hubieran tomado el agua en la proporción establecida.
— Establecer un sistema de exclusas en las presas.
— Realizar el reparto del agua conforme a la siguiente tabla: cada canal debería llevar el agua a una altura de 50 cms., en un punto donde cesase la presión de la salida en la boca toma y no podrían levantar más las compuertas hasta que los canales llevaran agua todos a la misma altura.
— Al aumentar el agua irían levantando las compuertas de 10 en 10 centímetros hasta que los canales llevasen un metro de agua, sin cortar la corriente del Río de San Fernando para abajo.
Por supuesto que nada de lo anterior llegó a aplicarse, pero es significativo que la primera y única vez en que los ribereños dialogaron, se haya manifestado tan extraordinario espíritu de igualdad, apunta don Eduardo.
La Cía. de Tlahualilo pidió al Ministro de Fomento, enviara un representante autorizado para recibir las obras, por ella construidas, para uso de las aguas del Río Nazas. Fomento designó al Ing. don Ramón de ibarrola al que —mediante documento escrito— dio instrucciones para el desempeño de su comisión: no debía limitarse a recibir las obras; realizaría estudio “desde la presa de San Fernando para abajo” a fin de precisar los terrenos regados ese año de 1890. Le pedían dar cuenta de la distribución de las aguas del río desde la primera creciente; sobre mal uso de las mismas si lo había, pues la Secretaría tenía muchas quejas al respecto. Que expresara su opinión sobre las obras necesarias para mejorar la distribución de las aguas y sobre cómo reglamentar la misma. El Sr. Ing. de Ibarrola rindió su informe el 12 de noviembre —ya terminadas las pizcas— de 1890. En el curso del mismo señala:
— No haber tenido tiempo para hacer un estudio del río que —durante la época crecida, cuando la hay, tiene un gasto promedio de 1300 Mts.3 por segundo y, en otros años, su cauce queda enteramente seco (de Calabazas para abajo, JSV), por lo que la regularidad anual de sus volúmenes no puede precisarse.
— Cualquier obra que se proyecte realizar en el río exige “observación constante y prolongada”.
— El cálculo de 1,300 Mts.3 por segundo aceptado por todos ingenieros como gasto medio, “probablemente es exagerado. Por un lado, son pocas las crecientes que arrastran ese volumen; por el otro, si las arrastran ha de ser por unos cuantos días (ese gasto da 78 Mts.3 por minuto; 4’680,000 por hora 112.32 millones por día o sean 3,869 millones 600 mil Mts.3 por mes por lo que tenía razón el Ing. de Ibarrola). Datos que solamente la Comisión Inspectora del Nazas podía aprobar o reprobar.
— El cálculo aceptado por los agricultores de lámina de aniego de 1 metro3 de agua por cada metro de superficie anegada, le pareció correcto (10 mil Mts.3 de agua por hectárea, 1 millón de metros3 por lote, era lo calculado entonces para los aniegos, aunque los llamados cuadros tenían bordos de ochenta centímetros la mayoría y de un metro exacto o más, en contadas ocasiones).
— Con base en el anterior cálculo dice don Francisco I. Madero, que el Sr. Lavín que dispuso de 65 millones 906 mil 741 Mts.3 de agua, debió haber cultivado en ese año (1901), 6,500 hectáreas, lo que no era verdad y demuestra, a la vez el mal uso que hizo del agua, tirándola a terrenos eriazos como él —de Ibarrola— dijo haberlo visto— lo que confirmo y escribió don Francisco I. Madero refiriéndose a los años de 1901 a 1906, aunque de los datos anteriores, los de 1901, que corresponden al año más seco. Por lo que el Sr. Madero, señala que Lavín tomó en los años siguientes cantidades dobles de agua que los abajeños: del canal de Guadalupe, que Madero pone como ejemplo —dice que ese solo canal riega 10 veces más superficie que la que el Sr. Lavín riega con el doble del agua que usa. Por ese temor sigue señalando que tal desperdicio es común a los canales de San Fernando y Tlahualilo: que se trataba a toda costa de evitar que el agua llegara abajo de sus presas.
— De Ibarrola sigue diciendo que 1890 fue año muy escaso de agua y asienta lo que sigue; “con fecha 27 de agosto (se supone que de Ibarrola estaba permanentemente comisionado en La Laguna, JSV), los señores representantes de las presas de Calabazas y Torreón, decían por telégrafo a la Sría. de Fomento lo que sigue: “Sembrados dependientes presas Calabazas y Torreón, perdiéndose por falta de agua, habiéndose regado tercera parte labor, escasamente. Tlahualilo abrió compuertas, privándonos aguas, sin utilizarlas regadíos. Lavín (propietarios canal Santa Rosa) igualmente tirando sobrantes considerables. Suplicamos Ministro ordene su Comisión aquí urgente inspección: resultando cierta aserción dicha, límite T1ahualilo quitando San Fernando y Lavín (al canal) aguas superflúas para salvar nuestros plantíos: demandamos protección sujetándose disposiciones reglamentadas”.
— Sigue diciendo el señor de Ibarrola: “El día 26 había yo mandado practicar una inspección de esos tajos (Sacramento y Santa Cruz) el primero tenía en sus compuertas 85 cms. de agua y el de Santa Cruz casi nada. Ese mismo día recorrí los terrenos del Sr. Lavín y encontré que estaba tirando grandes cantidades de agua en terrenos solitarios, sin pasto alguno en ellos, y con sólo esa planta que llaman allí “saladillo”; encontré asimismo las veredas y caminos que cruzan esa propiedad llenos de agua: en un rancho que me dijeron llamarse “El Realito”, los habitantes del caserío habían construido alrededor de él un bordo para impedir que el agua avanzara hacia las habitaciones; algunos algodonales estaban amarillos o de color verde pálido que revela en las plantas exceso de humedad; el agua se extendía hasta el lindero llamado de la Barreteña, donde estaban también construyendo un bordo para impedir el paso del agua a los terrenos inferiores que llaman “Ranchos de Aniego”. Visité esos ranchos y vi en ellos grandes montones de algodón que estaban cosechando; esos ranchos deben su existencia a las aguas que dicho señor Lavín ha tirado en años anteriores fuera de su propiedad y que han cubierto inmensas extensiones de terrenos. Todo el mundo en aquella comarca conoce el hecho acerca del cual la opinión es unánime”.
— Más adelante de Ibarrola dice la sentencia: me he limitado tocar la cuestión de los riegos entre las presas de San Fernando y de Torreón, pero los mismos principios con idénticas conclusiones, se aplican a los tres terrenos situados desde abajo de la de San Pedro; y es mi profunda convicción de que no es el agua, cuando la hay, lo que hace falta para regar toda la cuenca del Nazas, sino una buena distribución de las mismas”,
Del estudio hecho por el Sr. Ing. de Ibarrola, que él mismo calificó la palabra deficiente, se derivó la reglamentación que la Secretaría de Fomento puso en vigor aclarando su carácter provisional en tanto se verificaban los estudios apropiados —por su extensión y profundidad— para elaborar y convertir en obligatorias sus normas para la distribución y uso de las aguas del Nazas. Lo irregular de las avenidas del río por lo que hace a tiempo y cantidad del agua, ameritaba observaciones rigurosas, minuciosas y prolongadas para poder formular y expedir el referido reglamento. Este entró en vigor en 1895 —con carácter de provisional como ya se explicó— y con fundamento en las informaciones que —básicamente— se recogieron en 1890. En verdad que el gobierno federal mantuvo siempre vivo el respeto a los derechos de “los ribereños inferiores”, pero se trataba de volver a reglamentar de manera lo más justa posible, la cantidad de agua que —a todos— superiores e inferiores —en justicia debía autorizárseles para sus riegos. Pensamos que, de haberse continuado las reuniones convocadas por don Carlos Pacheco —julio de 1890— y de haberse llevado al cabo las medidas que merecieron aprobación de todos los reunidos, como la instalación de exclusas en cada boca toma, el problema hubiera quedado definitivamente solucionado, pero no lo fue. Y el Gobierno Federal, justificando el ejercicio de su autoridad en la Ley del 5 de junio de 1888, expidió como ya se explicó, un Reglamento que fue vigente a partir del 15 del mismo mes y año, pero cuyas violaciones, obligaron a expedir uno nuevo.
Quejas de los ribereños inferiores, que enviaron comisión a presentarlas, señalaron:
a) .—Los ribereños de la parte superior del río usaron el agua del río parte del año de 1895 y principios de 1896 (aguas nieves, JSV) en un periodo total de 240 días.
b) .—Ellos —los abajeños— solamente pudieron usar el agua tres días del mes de agosto y tres días del mes de octubre de 1895.
El Gob. Federal dispuso —como resultado de las quejas que durante 20 días se les diera a los ribereños de abajo, TODA el agua del río. Lo que no se cumplió en gracia a la gran avenida del río que hizo innecesaria su aplicación. Pero los ribereños no quitaban el dedo del renglón: ese mismo 1896 dieron poder al Lic. Luis Méndez para gestionar una reforma del Reglamento del uso de las aguas de manera que —el principio de igualdad de derechos de los usuarios de la parte superior y de los de la inferior— quedase garantizado. El Lic. Méndez presentó ocurso con dicha tesis pero la S de F guardó silencio. Silencio que se antoja cómplice de los abusos de los grandes señores de la tierra y que obligó a los pequeños agricultores —pequeños entonces —a organizarse y —sorpresa— fundaron un Sindicato de usuarios de la región baja del Nazas, el año de 1900. Sindicato que pretendía reivindicar y defender los derechos de dichos ribereños al uso de las aguas. Fue constituida por “escritura pública otorgada ante el Notario señor Romualdo González, en la hoy ciudad de San Pedro”. Don Eduardo Guerra dice que todavía en 1953 —año de la publicación del II tomo de su Historia de La Laguna— dicho Sindicato subsistía, aunque creo que el año correcto es 1932, fecha de la publicación de su Historia de Torreón.
El nuevo organismo, activo y decidido a llevar al cabo lo necesario para el éxito de su lucha, dio lugar a una serie de hechos entre lo que se cuentan los siguientes:
— Se elaboró un proyecto de Reglamento, proyecto que fue aprobado el 16 de febrero de 1900.
— Nombraron una comisión que entregara un ocurso y el proyecto de Reglamento, al presidente de la República, Porfirio Díaz.
— En septiembre de ese año 1900, con motivo de las gestiones del Sindicato, Don Porfirio envió al Subsecretario de Comunicaciones, Ing. Santiago Méndez, para que visitara la Comarca Lagunera, comisión que fue cumplida.
— El Ing. Méndez visitó primero las tierras inmediatas a San Pedro y las encontró secas. Visitó las de los ribereños superiores y encontró que a ellos se les había dotado superabundantemente de agua y las tierras estaban perfectamente anegadas.
— Como resultado de ambas comprobaciones, ordenó que —durante cinco días— se dejara pasar TODA el agua del río para la región baja.
— El proyecto de Reglamento presentado por el Sindicato mereció un “se tomará en cuenta” y por desconocer el Reglamento, que se llamó definitivo y que empezó a regir en 1909, no es posible —al que esto escribe— saber cuales sugestiones o artículos de él fueron tomados en cuenta.
— La Secretaría de Fomento reconocía las deficiencias de su Reglamento de 1865, estaba consciente de lo poco equitativo del reparto del agua que —junto con el desperdicio irracional de ella— había sido comprobado por sus empleados y funcionarios; además había creado la Comisión Inspectora del Nazas con el ánimo de hacer justicia pero, entonces como ahora, pesaban mucho las influencias, lo que no debe haber evitado que las demandas de los abajeños cuando menos en la letra del Reglamento, fueran tomadas en cuenta.
En San Pedro de las Colonias, todavía por el año de 1915, existía un edificio en el lado oeste de la “Calle Real” —avenida Zaragoza— cruz con la Avenida Juárez, que era o había sido el casino de la ciudad y llevaba el nombre de Olegario Molina, famoso ex-gobernador de Yucatán y último Secretario de Fomento de don Porfirio. Por esos años —del 15 al 20 de este siglo— el que esto escribe pasó de los 10 a los 15 de edad y recuerda que, este funcionario porfiriano, era recordado con agradecimiento por su intervención para que cesaran las injusticias y las luchas que llegaron a ser violentas, originadas por la inequitativa distribución del agua entre Abajeños y Arribeños. Se supone —entonces— o que Don Olegario estuvo en San Pedro o que tomó en cuenta los puntos de vista del Sindicato del que ya se habló, al expedir el Reglamento —calificado como definitivo— para la distribución y uso de las aguas del Río Nazas en el año de 1909. Edmundo R. Gallardo, periodista muy conocido en La Laguna, que ese año de 1909, ingresó a la escuela primaria proporcionó la siguiente información: Efectivamente don Olegario visitó San Pedro ese año. Lo recuerda con claridad porque toda la calle Zaragoza —llamada también Calle Real— estaba adornada con papeles de colores, ramas verdes y otros tipos de ornato —y porque como el tren llegó tarde, “el plantón” que sufrieron todos los niños de las escuelas, para él se volvió inolvidable. Además, dijo que efectivamente el Casino se llamó Olegario Molina en su honor y que hizo sus estudios comerciales justamente en dicho local, donde trabajó una escuela que impartía dichos cursos.
También por esos años —1915 - 1920— por razones que no viene al caso mencionar —el que escribe escuchó, entre los campesinos adultos de muy diversos lugares de la Comarca— y en los años de 18 y parte del 20, en campamentos de terracería en los que se agrupaban trabajadores encargados de la reparación de canales, reitero, escuchó narraciones sobre grupos armados de abajeños que —por la violencia— causando destrozos en las presas —conseguían que el agua llegara a las tierras bajas regadas por el Nazas. ¿Fue producto de la imaginación de los escreperos y taluyeros y hasta de pequeños contratistas? Algunos de ellos hicieron mención al ardid del jefe abajeño para que los guardianes, parece que de la presa de San Fernando, la dejaran desguarnecida. Personalmente creo que esos incidentes se dieron aunque no fueron registrados en los documentos que tuvo en sus manos el señor don Eduardo Guerra.
Actualmente todo ha cambiado. En 1936, con el Reparto Agrario, acabaron los últimos señores de la tierra. Un régimen de ejidos y pequeñas propiedades son las formas de tenencia de la tierra. La distribución y uso del agua para ejidos y “pequeñas”, se hace bajo el completo control del gobierno federal, mediante el aparato comarcano de la Secretaria de Agricultura y Recursos Hidráulicos. La presa “Lázaro Cárdenas del Río” está en la parte alta del Nazas —justo casi en donde se unificaron las diversas corrientes que hicieron y hacen posible al río— en el lugar llamado El Palmito, con capacidad inicial para almacenar de 3 mil millones de metros3 de agua, capacidad que aumentó al elevarse su cortina siete metros; y la presa reguladora Francisco Zarco”, que almacena hasta 450 millones de metros3, recogiendo el agua de arroyos aguas abajo de “El Palmito”. Ambas permiten un control mecánico del calendario y distribución de sus avenidas. Pero sigue habiendo dificultades y choque de intereses alrededor del disfrute del agua porque, como sentencia la frase consagrada, donde quiera que hay hombres hay problemas. El regadío se vio reforzado aumentando las superficies de siembra porque —desde el año de 1920— se inició en La Laguna la perforación de norias o pozos de los que, por bombeo, se extraía el agua, bombeo tan excesivo como que llegaron a trabajar 3 mil norias en la Región, con las consecuencias que veremos adelante, pues se extrajo del subsuelo más agua de lo que —en promedio— arrastraba el río por su cauce. De 1945 a 1955 —la presa “LC del R” entró en funciones en 1946— se hizo un estudio de las áreas regadas por gravedad —con agua del Nazas— y de los millones de metros3 de agua utilizada por ello. El estudio reveló que —en promedio durante esos once años— fueron sembradas 62 mil 91 hectáreas y que el coeficiente de riego fue de 643 millones de metros cúbicos y por consecuencia el coeficiente bruto promedio de riego fue de 0.965 metros. Dicho de otra manera, si antes se calculaban mil litros de agua para regar por aniego un metro cuadrado de terreno, en esos años para el mismo fin, se utilizaron 965 litros: el ahorro teórico con el nuevo sistema de riego fue, pues, de 35 litros...
Todo ha cambiado —tenencia de la tierra, control y distribución del agua— pero el llamado problema del agua en la Región Lagunera sigue vivo y presente. La agricultura, la ganadería, la avicultura, la fruticultura y la llamada explosión demográfica que en La Laguna llegó a alcanzar hasta el 8%, hacen necesaria cada día que pasa, más y más agua. La desesperación nos ha llevado a acuñar expresiones como ésta: el agua hay que traerla de donde sea y al costo que sea. Expresión que para los años próximos —en los que la crisis hidráulica ha de resolverse— es inoperante. Lo que debemos pensar es una verdad simple, clara, sencilla: hemos de cuidar el agua dado el irracional uso que de ella hemos hecho. Vea por qué:
a) .—Los mantos acuíferos de La Laguna fueron excepcionalmente ricos en aguas llamadas freáticas y profundas, llamadas estas también aguas fósiles.
b).—Quedó escrito ya que llegamos a tener 3,000 norias en operación y en el mismo período de once años —1943 - 1955— tanto en el área que corresponde al Río Nazas como al Aguanaval, el área promedio de cultivo fue de 79,804 hectáreas: 62,546 en la zona del Nazas y 16,768 en la del Aguanaval. El promedio de metros cúbicos gastados durante esos mismos once años, fue de 804 millones y en esos años —como ya quedó anotado— Nazas dio un volumen anual promedio de 648 millones de metros cúbicos: 161 millones se extrajeron del sub-suelo como promedio anual sobre el promedio de escurrimiento del Nazas.
c) .—No se ha conseguido evitar el desperdicio del agua, tanto en los riegos agrícolas como en las actividades industriales.
d) .—El desperdicio por descuido y mal uso del agua, tanto en las cabeceras municipales como en las villas y en las comunidades agrícolas, es simplemente enorme.
Para justificarnos a nosotros mismos hacemos caer la culpa sobre la sequía y —en consecuencia— la culpable es la Naturaleza lo que —en verdad— es teoría falsa. Nadie más que nosotros, tiene la culpa de la escasez actual del agua. Nos negamos a reconocerlo y no somos capaces de enmendarnos. El agotamiento de los mantos acuíferos se debe a la desenfrenada ambición de hacer dinero. Como en el caso de los bosques, unos cuantos amasaron millones de pesos pero dañaron el interés de todos los mexicanos. En otros casos fue por ignorancia. Sea por la causa que sea, sobre esta generación y tal vez alguna más —si es que no aprendemos a ordeñar las nubes los laguneros tenemos que luchar científica y técnicamente, para poder disponer del agua necesaria para la vida de hoy en nuestra región. Parte de lucha se ha realizado ya con:
a).—El revestimiento de los grandes canales primarios como los de Tlahualilo y Sacramento.
b) .—El revestimiento de canales secundarios y hasta de regaderas como el caso de riegos con bombeo.
c)—El ensayo y ampliación del riego por goteo en los casos del cultivo de la vid y árboles frutales.
d) .—El estudio y aplicación de los cultivos por medio de las llamadas zonas compactas que —a juicio del que escribe, constituyen perdonando el pleonasmo— certero acierto.
e).—Ensayando cultivos forrajeros que no necesitan de tanta agua como la que exige el cultivo de la alfalfa.
f) .—Nivelando las tierras de cultivos para hacerlas uniformes al riego.
g) —Ensayando y aplicando el riego para asperción.
h) .—Ensayando el riego por medio de sifones.
Puede ser que haya otras medidas más ya en operación y ojalá que así sea.
La lucha por el agua se mantiene viva. Donde su realización fructífera ofrece mayores dificultades es en las ciudades, en las que la masa de la población, los edificios públicos, las escuelas de todos niveles, las empresas lavadoras de coches, etc., etc., ofrecen una resistencia tremenda a las disposiciones que se dictan para no desperdiciar el agua de que se dispone. Paradójicamente, la población urbana, que es masivamente más ilustrada, por lo que debiera tener mayor conciencia de este problema del agua, que es un problema mundial, es la que más resistencia opone a la lucha de autoridades, de científicos y de técnicos, para ahorrar y dar mejor uso al agua para la racional conservación de nuestros acuíferos. Es necesario movilizar a la radio, la TV, la prensa, etc., para crear una nueva conciencia frente al problema del agua:
a).—No contamos —ahora— con más ni menos agua en nuestro planeta, que la que tuvimos el día que los creyentes llaman de la creación.
b).—Hoy los humanos —en México y en todo el mundo— hemos aumentado en número: 15 millones en 1910; 16 en 1930; 25 el año 50; 48 el año 70 y para este censo del 80 tal vez rebasaremos los 70… ¡Y nuestra disponibilidad respecto al agua es la misma! Y cada ser humano está formado con un 60-70% de agua. Calcule, si puede, cuántos metros cúbicos de agua cada año, se convierten en carne, hueso, sangre, saliva, etc.
c).—Igualmente, el número de cerdos, vacunos, caprinos, ovinos, asnales, mulares, caballares y hasta de gatunos y perrunos, ha aumentado notablemente desde 1910. Medite el caso de La Laguna: de aquí salen más de 200 metros cúbicos diarios de leche para ciudades lejanas más la que los laguneros bebemos y convertimos en queso, crema, mantequilla, etc.
d).—El maíz, algodón, alfalfa, vid, sorgo, etc., plantas cuyo cultivo las ha multiplicado extraordinariamente respecto de 1910, están formadas de eso: agua.
e).—El consumo de agua por la industria, el comercio, jardines públicos y privados, servicios sanitarios incluyendo el lavado de ropas y coches, ha crecido de manera tremenda sobre 1910… Siga el hilo de estas meditaciones y encontrará que el agua es la misma pero que —cada día más— escasea para que más hombres, animales, plantas, actividades humanas, puedan vivir y realizarse... ¡Cada día sustraemos cada vez más agua de la circulación y existencia autónoma de la misma: los arroyos y manantiales se secan; los ríos contaminados o no, disminuyen su caudal.
Es cierto que un día el hombre hará llover, aprenderá a ordeñar las nubes. También lo es que somos capaces de desalar el agua de los mares —Tijuana es un ejemplo— y que algún día, si lo que algunos científicos afirman, traeremos los icebergs desde los polos para llenar nuestros embalses y enriquecer el caudal de los ríos. También puede suceder que utilicemos las norias áreas que —al decir de algunos— usaron en la antigüedad en el Medio Oriente.
Todo lo anterior mañana puede ser tan fácil como lo es hoy darle vuelta a un encendedor doméstico y tener luz, calor o frío, según la necesidad. Pero todavía el ensayo predomina. Desde 1940 parece que México inició ensayos para provocar lluvia artificial. Otros países lo hicieron desde los años veinte y treinta de este siglo. Y todavía no hay nada válido para acabar con la necesidad mundial del agua.
Piénselo —y aunque este escrito forma parte de un trabajo monográfico— se incluyeron las anteriores reflexiones que lo invitan, lector, a ser un cruzado por la lucha en favor de la conservación, defensa, economía y mejor utilización del agua.
DEL TRANSPORTE Y LA COMUNICACION
DE LA LAGUNA.
1.— Los primeros pobladores laguneros se desplazaban de un lugar a otro a pie, caminando a veces sin rumbo fijo, para llegar a determinado lugar o simplemente para cambiar de sitio para breves o prolongadas estancias.
2.—Desde los años finales del siglo XVI, en que aparecieron por La Laguna los primeros europeos y sus acompañantes indígenas, el transporte de personas y cosas se modificó un poco. Siguieron los desplazamientos a pie, con carga y sin ella y fueron contadas las personas que utilizaban el caballo, la mula o el asno que, por entonces no abundaban.
Posteriormente aparecieron las carretas —casi siempre tiradas por bueyes— que hicieron menos penosas las marchas y la transportación de objetos necesarios para la supervivencia, defensa y trabajo de los humanos.
4.—Mucho después quedaron precisados los caminos, las paradas al fin de las jornadas y los transportes y comunicaciones regulares que facilitaron carretas, carretones y otros vehículos más cómodos y apropiados para pasajeros y equipajes: las todavía llamadas diligencias o coches y carruajes de camino.
5.—Quedó ya claro que La Laguna se convirtió en centro de producción algodonera y que la fibra había que llevarla a los centros de industrialización y comercio, que estaban en el centro de nuestro país y en las tierras del país vecino que —además— se encargaba de su exportación para Inglaterra especialmente, cuya industria textil jugó importante papel en los inicios de la llamada Revolución Industrial.
6.—Había además, fábricas de hilados y tejidos en Santiago Papasquiaro, Cuencamé, Mapimí, Peñón Blanco y Durango y en Parras, Saltillo, Chihuahua y Monterrey, lugares cuya cercanía ofrecía dificultad para hacerles llegar el algodón, dificultad que se convertía en enorme por las distancias, malos caminos, lluvias, falta de puentes, inseguridad, etc., cuando se trataba de lugares lejanos simplemente o muy lejos para la época.
7.—Era —dice don Eduardo Guerra— verdadera aventura llevar algodón lagunero a Querétaro, al Valle de México, a Puebla y a lugares de Veracruz, regiones que acabaron por absorber las cosechas algodoneras.
8.—Viajes de 800 o más kilómetros —que además de las dificultades ya anotadas— exponían a bestias, carretas y carga a los asaltos de bandoleros o de indios bárbaros y —desde luego— hacían peligrar la vida de los encargados de los vehículos y de quienes los acompañaban.
9.—Las carretas primitivas tenían ruedas de madera, sin llanta metálica; otras con ruedas de rayos también sin llanta, las que con el tiempo se modificaron favorablemente y —además— fueron sustituidas poco a poco por carros norteamericanos tirados por mulas, lo que hizo menos lentos y azarosos los viajes que —en ida y vuelta— se llegaban a prolongar por seis o más meses.
10.—Los bosques laguneros de mezquites y huizaches proporcionaban abundante, maciza y duradera madera para la fabricación de carretones y —como se dicen ahora— para sus refacciones. Un verdadero ejército de carpinteros, herreros y carroceros estaban al servicio de la industria del transporte, no sólo del algodón y de las mercancías que se traían de regreso, si no de los materiales y herramientas para construir presas, compuertas, canales, habitaciones, etc. Todavía quedan las enormes masas —o masos— que sostenían los rayos de las ruedas —y se conserva aún la técnica para calentar la llanta de hierro y enllantar las ruedas.
11.—Había fuertes capitales empleados en el transporte que —hasta 1865
— fue muy barato y que encareció cuando ricos empresarios lo tomaron a su cargo. Se formaban grandes convoyes de carretas —carros más tarde— y así se daban protección unos con otros y se hacía posible pagar grupos —no numerosos— de hombres armados. Como es de suponerse estas caravanas o trenes de carretas y carros llevaban agua, alimentos, medicinas, refacciones, etc. Carreta o carretón descompuesto era esperado por la caravana hasta su reparación, lo que demuestra el entendimiento entre los empresarios del transporte para proteger sus intereses. Todo convoy llevaba personal de carpinteros, carroceros, escoltas y de servicio.
12.—Para quienes a principio de siglo usaron este tipo de transporte, recuerdan bien las incidencias de parajes, aguajes, sesteos, forrajeo, pastoreo, etc. Se dice que había novios que contraían matrimonio en vísperas de la salida de los convoyes, los que caminaban a razón de 16 a 20 kilómetros diarios y a los que se agregaban en “viajes de luna de miel”, por lo que muchas veces por la tardanza en el regreso, llegaban con el hijo en brazos.
13.—Había convoyes de tránsito cuyas rutas los hacían pasar por La Laguna, para la que recibían carga en lugares de los cuatro rumbos cardinales, pues nuestra Comarca fue —desde los inicios de su desarrollo socio-económico— un “cruce de caminos”. Por nuestra comarca pasaban los viajeros del norte para el sur y viceversa e igualmente ocurría con los que se desplazaban del este (Matamoros, Tamps., Monterrey, Saltillo, etc.) para el oeste, Durango, Mazatlán, etc.
14.—Para dar una idea de la magnitud de este negocio de transportación terrestre, se cita el hecho de que uno de los empresarios lo fue don Evaristo Madero, llamado el Grande, que al igual que otros transportistas poderosos como él manejaban centenares de carros con capacidad para tres y hasta cuatro toneladas, carretones, y guayines —había guayincitos todavía por los años 10 y 15— tirados hasta por seis y en algunos casos por diez (10)mulas.
15.—También habían conductas formadas con mulas y asnos que ejercían la llamada arriería por medio de grandes recuas o conjuntos de cuadrúpedos que cargaban grandes balas o bultos de algodón que —a cada parada prolongada— había que descargar y volver a cargar al reanudar el viaje. Regresaban con cargas de otro tipo de mercancías: granos, frutas, telas, azúcar, piloncillo, “varilla” (bisutería), zapatos, etc.
16.—Paralelo a este sistema de transportación de mercancías principalmente, se desarrolló el sistema de transporte de pasajeros, de las valijas de correos y de carga ligera, por medio de carruajes y coches llamados diligencias. Cabe aquí recoger lo esencial de un trabajo publicado por el Profr. Illarramendi y Fierro y que se refiere a la creación del primer servicio de diligencias que hubo en La Laguna. Lo esencial del trabajo se anota en seguida:
a).—El Sr. Alfonso Figueroa y Pereyra, obtuvo autorización de Don Antonio Sebastián de Toledo, Marqués de Mancera y 25avo. Virrey de México —1664-1675— para establecer servicio regular de comunicaciones entre las poblaciones de Durango, Chihuahua, Monterrey y la ciudad de México y puntos intermedios.
b).—E1 1º de octubre de 1670, el Sr. Figueroa y Pereyra, se presentó en la ciudad de Durango, para legalizar la concesión.
c).—El 14 de octubre del mismo año, en el lugar conocido todavía hoy con el nombre de San Isidro, a 2 kilómetros al oeste de la actual ciudad de Lerdo, estableció una oficina con las correspondientes dependencias y servicios, a la que denominó “Posta Central de Figueroa”.
d).—La comunicación se hacía por medio de diligencias, coches tirados por bestias mulares que, la crónica, hace ascender a doce.
e).—La tarifa pagada por los viajeros era de tres tlacos por cada legua recorrida.
f) .—En 1866 La Posta se trasladó a la población de San Fernando que —según el mismo Illarramendi— era Villa desde el 8 de septiembre de 1864.
g).—Las diligencias sufrieron varios asaltos y los naturales percances propios de esta clase de transportes.
h).—La Posta fue hostilizada por don Juan Nepomuceno Flores y desapareció con el paso de los FFCC por La Laguna.
i).—Se supone que la Posta hacía servicio de correos.
De lo anterior sólo pude comprobar que la fecha de la concesión e instalación de La Posta, coinciden con el período de gobierno del Marqués de Mancera. Lo que no invalida la información del profesor Illarramendi y Fierro.
17.—Por lo que hace al paso de FFCC por La Laguna procede recoger la siguiente información:
a).—La Enciclopedia de México, en su artículo Ferrocarriles, señala que en 1837 se otorgó la primera concesión para construir ferrocarriles en México. Fue el beneficiario Francisco Arrillaga que pretendía tender una vía de Veracruz —el puerto— a la C. de México, con un ramal a la de Puebla, quien nada logró. En 1842 se hizo el segundo intento para que México tuviera FFCC, tan inútil como el primero. Fue hasta el 16 de septiembre de 1850, que se inauguró el primer FFCC de servicio público en nuestro país en un tramo de solamente 13.6 kilómetros, de la ciudad y puerto de Veracruz a El Molino, tramo que requirió de 8 (ocho) años para ser puesta en operación.
b).—En cambio Inglaterra había inaugurado su primer línea ferroviaria en 1825 y en EEUU la suya en 1830. Para la fecha en que se inauguró nuestra primera vía férrea de 13.6 Kms., Inglaterra contaba con 13,200 Kms, y los EEUU con 13.711 Kms... de vías férreas... Señala, la Enciclopedia, que nuestros FFCC nacieron y empezaron a crecer, en medio de derroches, intrigas, oposiciones, politiquería y afán de hacer dinero mucho y pronto. Dicho de otro modo, nacieron viciados de origen
c) .—La segunda línea completa —FC Mexicano— se inauguró en 1873, aunque ya antes el Benemérito había recorrido parte de ella en gira cuyo cronista fue el maestro Altamirano. Y publica —la Enciclopedia— el retrato del carro de pasajeros en el que viajaron don Benito y su comitiva.
d).—En nuestra Laguna, doña Luisa Ibarra, viuda de Zuloaga, el 24 de agosto de 1883, celebró el contrato que cedió los derechos de vía en sus terrenos para que se levantara la estación Torreón, en su rancho del mismo nombre y, un mes después, llegaba el FC Central a la estación del Torreón. Por cierto que el puente que se tendió sobre el Nazas era de madera y las aguas del río lo arrastraron el 8 de agosto de 1885.
e).—La casa Rapp, Sommer y Cía., que intervino en estos arreglos como nuevos dueños —por compra de parte de la tierra de Doña Luisa— celebró contrato con Andrés Eppen incorporándolo como socio - administrador, circunstancia aprovechada por don Andrés para promover actividades productivas diversas pues, además la línea del FC Internacional planeaba para unir a la hoy ciudad de Piedras Negras —entonces Romero Rubio— por doña Carmen esposa de Don Porfirio, con la C. de Durango y después con el puerto de Mazatlán, pasando por La Laguna, lo que ponía a nuestra Comarca en condiciones excepcionales entonces, para el desarrollo de la Agricultura, la Industria, el Comercio y —claro— el crecimiento demográfico.
f).—Efectivamente, el Internacional se cruzó con el Central en la estación Torreón, en marzo de 1888 y llegó a la C. de Durango el, _____ de ____________de 18_____. Todavía por los años de 1917 y 1918, quedaban restos del terraplén de esta vía y del carbón de leña y piedra consumido, pues la vía bordeaba el sur de la Tierra de Texas, llegaba a Matamoros y después a Torreón. Así se consumó una vez más la realidad lagunera derivada de su posición en el mapa —repito: el mapa es distinto— al convertirse en cruce de dos vías férreas: la del norte hacia el sur y la del oeste hacia el este, lo que auguraba un esplendoroso desarrollo —que hasta ahora sigue en marcha— en materia fundamentalmente económica.
g).—Los concesionarios de ambas líneas férreas, lo fueron capitalistas norteamericanos que tenían desde 1830, experiencia cada día más amplia en la construcción de las vías, manejo de maquinaria, etc., pues como vimos, para ese año ya tenían en operación más de 17 kilómetros de vías y después de 50 años más, su capacidad en la materia es indudable que era mucha. Al planearse la línea del central —C. Juárez - C. de México—, los ingenieros hicieron el trazo desarrollándolo por la llanura y después de Lerdo, primero y de Torreón después, continuar tomando en cuenta el terreno, francamente hacia el sur. Planeación que no agradó al Lic. Don Francisco Gómez Palacio, gobernador del Estado y patriota distinguido, que pidió al gobierno de la república y a la compañía concesionaria su rectificación.
h).—Pedía el Lic. Gómez Palacio, que la vía siguiera la vieja ruta que unía las ciudades de México, Zacatecas Durango y Chihuahua, impuestas entonces por la realidad del mapa: la llanura árida e inhóspita no permitía el tránsito de humanos y bestias de carros y diligencias, máxime cuando la amenaza indígena no se había extinguido todavía.
i).—Ingenieros mexicanos y de la Compañía, estudiaron el problema y en sendos dictámenes hicieron ver las ventajas de cruzar el desierto pues, llevar la vía por la zona montañosa que había que cruzar, para satisfacer el pedido del señor gobernador, era oneroso para la Compañía en desembolso monetario y prolongación —para ellos demasiada— de los trabajos de tendido, puentes, curvas, etc., etc., los ingenieros federales apoyaban el criterio de la Compañía y aunque Don Francisco viajó a la C. de México para sostener sus puntos de vista, la vía del FC Central se trazó como está hasta ahora.
j).—El conflicto ocupa muchas páginas en el II tomo de la Historia de La Laguna, del Sr. Guerra. Es interesante conocer los dictámenes de Empresas y Gobierno Federal pero razones de tiempo y espacio lo impiden. En cambio me permito resumir el documento formulado por el Sr. Gómez Palacio para que se vea cuán difícil era en aquellos tiempos valuar el futuro. El señor Gobernador puso tanto interés —pasión es la palabra, en su proyecto— que al conocer la negativa total a su gestión, esperó un poco de tiempo y renunció a la gubernatura del Estado en diciembre de 1883, muriendo en la ciudad de México el 27 de febrero de 1886. En octubre del 87 el Congreso Local —con justicia— lo declaró Benemérito del Estado.
k).—La argumentación a que me refiero y que varios periódicos recogieron, sostiene que:
—Calificó como “gran desacierto”, el apoyo que dio el gobierno federal a la empresa.
—Consideró que la ruta escogida “por la entonces desértica región de La Laguna “jamás tendría ni pasajeros ni efectos qué conducir”.
—Durango sufrirá grandes males por el alejamiento de las vías férreas y cuantiosos intereses y capitales están destinados a perecer por ello.
—Se invitaba a los hombres de negocios de (Durango) para que apoyaran las gestiones de su gobierno empleando —los negociantes— sus propios recursos.
—Grandes ventajas se derivarán para la empresa y el país, si el FC pasara por Durango.
—Se califica de sumamente infeliz el trazo seguido por el FFCC y se dan razones para apoyar dicho juicio.
—La ruta escogida “tendría que atravesar, en una extensión lo menos 150 leguas, un desierto no solamente inhabitable hoy, sino inhabitable por todos los siglos. Sumamente escaso de agua, privado de vegetación y de un terreno irremediablemente estéril, no ha podido ni podrá nunca mantener una población que merezca mencionarse, mucho menos producir algo que alimentara el tráfico del ferrocarril, o siquiera cubriera los gastos de su tránsito”.
—Había que seguir la ruta seguida por los conquistadores españoles en su marcha de civilización y colonización.
—Emplaza a la empresa para atender las sugestiones gubernamentales estatales, sólo así podrá “felicitarse de haber preferido una ruta que la lleve por un terreno que puede contuplicar su población y sus producciones actuales, a aquélla en que jamás tendría ni pasajeros ni efectos que conducir.
—Que de pasar por La Laguna el FFCC, Durango se despoblaría huyendo sus habitantes para Chihuahua y Zacatecas.
—Sustentan la tesis de que Durango es el nido de la unidad nacional y dejan fuera de Durango a los municipios laguneros que forman parte de nuestro estado.
Hay mucho más que recoger al respecto, lo que no es necesario puesto que todas las tesis sustentadas fueron refutadas por una realidad que todos los laguneros conocemos.
18.—La Comarca Lagunera es una de las mejor comunicadas zonas de la república:
a).— La población campesina y urbana tiene acceso a las dos carreteras que la cruzan —México—C. Juárez y Matamoros, Tamps. - Mazatlán, Sin., por medio de una red de caminos pavimentados que intercomunican cabeceras municipales, ejidos, pequeñas propiedades, villas, etc., y que facilitan el acceso a las líneas de ferrocarril Ciudad Juárez - México y Monterrey - Durango.
b).—La población campesina y urbana tienen acceso a las comunicaciones telefónicas, telegráficas, radiales y televisivas. Abundan las comunidades ejidales con servicio telefónico.
c).—Líneas de autobuses interurbanos e interejidales circulan por toda la Comarca y dan acceso a las líneas automotrices de servicio nacional.
d).—La Laguna es un activo centro de comunicaciones aéreas nacionales e internacionales.
e).—La circulación de periódico y revistas regionales, nacionales e internacionales, es notable por su número y oportuna distribución.
f).—Las Casas de la Cultura y sus museos son centros de comunicación constante por la vía del arte, las conferencias, exposiciones, concursos, etc., e igual lo son los grupos culturales y profesionales.
Nota.- Tomado de las obras completas de Don José Santos Valdés.





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