viernes, diciembre 14, 2007

 

DON FERNANDO ROMO

Jesús de la Torre
El pasado 4 de diciembre, Francisco Castillo, vicario general de la Diócesis de Torreón, anunciaba al presbiterio que los médicos decían que don Fernando Romo Gutiérrez, obispo emérito,estaba enfermo de gravedad. Días posteriores las noticias se han seguido entre la alarma y la esperanza. Se dicen tantas en tales ocasiones.Don Fernando Romo Gutiérrez estuvo al frente de la Diócesis de Torreón, desde el 19 de abril de 1958. El 20 de abril de 1985, toma posesión como obispo Coadjutor, monseñor Luis Morales Reyes. Ambos obispos dan un admirable ejemplo de corresponsabilidad episcopal en el gobierno de la Diócesis.Por más de 32 años, don Fernando Romo condujo la Diócesis de Torreón. Le tocó comenzar. Abrir brechas.Fundar el seminario diocesano, crear organismos de apostolado seglar, diseñar nuevos territorios para atender mejor la diócesis mediante las parroquias.Participó en el concilio Vaticano II, que fue la experiencia eclesial más fuerte del siglo XX. Tuvo aportaciones que llamaron la atención, sobre liturgia y señaló la necesidad de que en el diseño de las diócesis, Roma se fijara más en criterios pastorales que en criterios económicos u otros. Sus aportes ahora se recogen en libros de la historia de dicho concilio. Regresando del Concilio Vaticano II, le tocaron las turbulencias causadas por los criterios renovadores que de ahí salieron. En el laicado y en el presbiterio hubieron enfrentamientos ocasionados por diversas interpretaciones del Concilio Vaticano II o Medellín. No fue autoritario con ningún grupo y permitió la libre discusión que a veces llegóal enfrentamiento áspero.En la aparente debilidad de Don Fernando, estaba su fuerza. Con maestría observaba, el crecimiento de la Iglesia local, con la convicción de que podría cometer errores, pero no lo haría adrede. Mientras – aunque eso sea consuelo – en otras diócesis hermanas, donde el Obispo ejercía autoridad, algunos presbíteros dejaban el ministerio.Como obispo emérito ha jugado un digno papel de convivencia y acompañamiento a la Iglesia local. No hay reunión importante de la diócesis, donde no esté Don Fernando. Alguna vez Girolamo Prigione, reclamó por qué se le aplaude tanto a Don Fernando, si no es el obispo local. Su pueblo lo quiere como a un gran abuelo. Con buen humor siempre, hace pocos meses platicó que Don José Guadalupe le dijo que no se muriera hasta después de sus 50 años de Obispo y notificó “en eso yo obedezco a mi Obispo”.





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