lunes, octubre 27, 2014
AYOTZINAPA ¿UNA APUESTA AL OLVIDO?
HUMBERTO MUSACCHIO (EXCELSIOR)
Como ocurrió con el
crimen del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco, con el caso de la guardería ABC
de Hermosillo, en la que murió medio centenar de niños, como pasó con los
asesinatos de Tlatlaya, como sucede frecuentemente cada vez que hay una
desgracia que tiene como responsables, por omisión o comisión, a las
autoridades, todo indica que se pretende mandar los crímenes de Ayotzinapa al
baúl de los malos recuerdos, sin justicia, sin culpables e incluso sin que
sepamos de los 43 muchachos desaparecidos.
Es difícil saber si por
negligencia, ineptitud o con plena intencionalidad siguen desaparecidos los 43
normalistas de Ayotzinapa, esos que fueron detenidos y puestos a bordo de
patrullas y vehículos oficiales. Resulta inconcebible que las policías estatales
y federales, que efectivos del Ejército y la Marina, que las múltiples agencias
de espionaje interno (de “inteligencia”, las apodan) y toda clase de
autoridades no hayan podido localizar a 43 seres humanos hoy que la
intercepción de las comunicaciones es un hecho común y cuando el Estado cuenta
con interrogadores duchos en la tortura y otros métodos de apremio.
Los hechos de Iguala
precipitaron una profunda y amplísima crisis nacional que obliga a tomar
medidas drásticas, como el despido del actual gabinete para formar un gobierno
de emergencia, con personajes ajenos al desprestigio de los partidos, con
ciudadanos que han ganado respeto por su actuación de cara a la sociedad y por
su proceder recto, hombres y mujeres capaces de aclarar los hechos de Iguala y
castigar a los culpables, pero también de reactivar la economía y combatir la
desigualdad, lo mismo que de reducir drásticamente la criminalidad, entre otras
cosas con la legalización de la mariguana y abriendo opciones para que los
delincuentes de hoy se conviertan en ciudadanos de provecho.
Si alguien piensa en
repetir un Tlatelolco, ya puede irlo olvidando. Hoy no existe el Estado fuerte
del 68. Si la apuesta oficial es al olvido, hay malas noticias para las
autoridades. Una pancarta de los estudiantes dice algo muy elocuente: “No le
temo a la represión, le temo al silencio”.
*Periodista y autor de Milenios
de México