martes, agosto 12, 2014

 

CIELO TRISTE

MUY TRISTE
La mente se resiste a creerlo. Difícil aceptar que el actor que nos hizo reír, enternecer y llorar de alegría, el mismo que irradió mensajes de optimismo al mundo entero a través de sus películas, pudiera aparecer en una noticia que contuviera la palabra “suicidio”.
Pero de paradojas como estas está lleno el glamoroso mundo de Hollywood, esa máquina de sueños que a veces oculta las pesadillas personales de quienes deben mostrarse siempre vigentes, siempre triunfantes, siempre dignos de la adoración de legiones de seguidores.
Este lunes, los que tantas veces le aplaudieron fueron silenciados por la trágica noticia: el ídolo, el actor estadounidense Robin Williams, conocido por sus papeles en ‘La sociedad de los poetas muertos’, ‘Patch Adams’, ‘El hombre bicentenario’ y ‘Mrs. Doubtfire’, entre muchísimas entrañables e inolvidables películas, murió en su domicilio.
En un comunicado que arrojó más preguntas que respuestas, la policía del condado de Marin, California (Estados Unidos), explicó ayer que un “sujeto de sexo masculino fue declarado muerto a las 12:02, identificado como Robin McLaurin Williams, 63 años, residente en la localidad de Tiburón, en California” y que la presunta causa del deceso sería “un suicidio por asfixia”.
Como es usual, las autoridades señalaron en la misiva abierta que habrá una investigación “sobre las causas y las circunstancias de la muerte”, y precisaron que el actor y humorista fue visto por última vez el domingo sobre las 10:00 p.m. en el domicilio que compartía con su esposa.
La prensa estadounidense informó ayer lunes que Williams padecía depresión, y que hace pocos días había reingresado a un tratamiento preventivo contra la adicción a las drogas y al alcohol, que tantas recaídas le causó a lo largo de los años.
El actor nacido en Chicago, quien estudió actuación en la prestigiosa escuela Juilliard, de Nueva York, saltó a la fama a fines de la década de 1970 como el extraterrestre en la serie televisiva ‘Mork and Mindy’.
Su estilo más emblemático era como cómico ante audiencias en vivo. Gritón, dicharachero, maniático, parodiaba a todo el mundo desde John Wayne a Keith Richards, imitando a un inmigrante ruso con la misma facilidad que a una jauría de perros nazis.
Fue una bomba vestido de señora en ‘Mrs. Doubtfire’ o como genio en la cinta animada ‘Aladino’, pero curiosamente su Óscar de la Academia lo obtuvo por un papel dramático, aunque igualmente intenso, como profesor en la película de 1997 ‘Una mente indomable’ (‘Good Will Hunting’).
También hizo llorar en ‘Despertares’ (‘Awakenings’), ‘La sociedad de los poetas muertos’ y ‘Más allá de los sueños’, donde viaja a lo más profundo de los infiernos para rescatar a su esposa suicida.
Sus papeles dramáticos no fueron tan elogiados como los cómicos por lo que el crítico del periódico New York Times, Stephen Holden, dijo alguna vez que le daba miedo ver los “ojos arrugados y llorosos y la mueca de Humpty Dumpty” del actor.
Pero a diferencia de otros actores cómicos a quienes los premios suelen esquivar, Williams ganó -aparte del Óscar- cinco Globos de Oro: entre ellos por ‘Buenos días, Vietnam’, ‘Mrs. Doubtfire’ y ‘Pescador de ilusiones’.
La esposa del actor, Susan Schneider, dijo ayer en un comunicado: “Perdí a mi marido y a mi mejor amigo, mientras que el mundo perdió a uno de sus artistas más queridos y a un ser humano hermoso. Mi corazón está completamente roto”.
“Nuestro deseo es que la atención no esté puesta en la muerte de Robin, sino en los incontables momentos de alegría y risas que regaló a millones de personas”, agregó Schneider en nombre de la familia del actor.
Lo cierto es que la vida sentimental de Williams fue dolorosa y estuvo marcada por el escándalo y los estrados judiciales. Su primer matrimonio -de 10 años- fue con Valerie Velardi, con quien tiene un hijo de 31 años, Zachary.
Se divorció de ella tras involucrarse en una relación extramarital con Michelle Tish Carter, una camarera que lo demandó, y luego con la niñera de su propio hijo, Marsha Garcés, a quien dejó embarazada y con quien se casó finalmente.
Con Garcés tuvo dos hijos: Zelda (la llamó así porque el actor es fanático de la saga ‘La Leyenda de Zelda’) y Cody Alan, de 23 años. En el 2008 se divorciaron por “diferencias irreconciliables”. Desde 2009 estaba casado con Susan Schneider.
Ayer mismo, un representante de la familia declaró que Williams luchó los últimos años de su vida contra una “depresión severa”.
Hace solo un mes, el actor había revelado ante los medios que estaba siguiendo el método de los 12 pasos para superar el alcoholismo en un centro de Minnesota, EE. UU. El actor ya había sido tratado por adicciones en el 2006, en un centro de Oregon, pues recayó después de 20 años limpio.
Ni siquiera el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dejó de manifestar su dolor por la muerte del querido actor, de quien dijo que era “un hombre especial” y que tocó “cada parte del espíritu” de las personas. “Nos hizo reír, nos hizo llorar. Dio su inmenso talento de forma gratuita y generosa a quienes más lo necesitaban”, concluyó el mandatario.
“Robin era una tormenta de luz de genialidad humorística y nuestra risa era el trueno que lo sostenía. Era un compañero y no puedo creer que se haya ido”, dijo el laureado director Steven Spielberg, quien lo dirigió en ‘Hook’.
“No podría estar más sorprendido por la pérdida de Robin Williams, buena persona, gran talento, compañero de reparto, alma sincera”, manifestó por su parte Steve Martin en la misma red social donde -desde ayer- no cesan las manifestaciones de duelo.





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