lunes, agosto 22, 2011
MTRA. ELBA ESTHER GORDILLO MORALES
Inicio del
Ciclo Escolar
2011-2012
Muy buenos días.
Niñas, niños:
A mí no me cabe la menor, la menor idea de que están felices, claro, con cierta nostalgia porque las vacaciones se terminaron, pero terminó algo más importante: el volver a reencontrar a nuestros amigos, a nuestras amiguitas, el volver a retomar los libros, el encontrar a los maestros que tanto nos quieren e, indiscutiblemente, las horas de recreo.
En verdad el llegar aquí, señor Presidente, licenciado Felipe Calderón Hinojosa, quiero decirle que a mí, también, me embarga un espíritu entre niña y adulto, porque recuerdo mis momentos de ir a la aula.
Maestro Alonso Lujambio, señor Secretario de Educación Pública y amigo de los maestros y, por qué no decirlo, gran amigo del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
Queridas y queridos maestros; señora Consuelo Mendoza García, de la Unión Nacional de Padres de Familia; don Leopoldo García López, de la Federación Amiga; muy especialmente un abrazo, un saludo a nuestro Delegado, que mucho se ha preocupado por nuestras escuelas, y no sólo eso, sino por ayudarnos a la construcción de la nueva Ciudad del Conocimiento, que serán las oficinas del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Licenciado Orvañanos.
Gracias.
Compañera maestra Beatriz Toledo Coutiño, Directora de la Escuela; compañeros y compañeras maestras; estimadas y estimados padres de familia; señores de los medios de comunicación; señoras y señores:
Cuando se tiene el privilegio de asistir a un acto como el que hoy nos convoca, se entiende claramente lo que significa el servicio público de la educación, porque la educación mexicana es esto: niños y niñas, jóvenes, que en medio de la risa, en medio del bullicio y la emoción ante lo desconocido, portadores de la esperanza de sus padres, emprenden un camino en el que habrán de construir los cimientos del futuro.
Su futuro como personas, su futuro como ciudadanos, su futuro como generación, el futuro de México. Es, entonces, cuando cobra su verdadera dimensión la decisión de invertir, desde la responsabilidad del Estado, todos los recursos posibles para que la educación sea cada vez de mayor calidad, cada vez más útil, para entender el mundo que enfrentamos, los retos a los que nos somete cada vez más lo universal y lo humano, binomio insustituible del ser y del trascender.
Los maestros de México, señor Presidente, reconocemos y valoramos la decisión que usted ha tomado, al invertir en la educación para situarla en los niveles de calidad que se requieren, de buscar que los espacios educativos sean dignos y haya habilidades digitales para todos.
De haber confiado en la Alianza por la Calidad de la Educación como la base de sustentación de la nueva escuela mexicana, que está haciendo a partir de la publicación del Acuerdo, 592 de la articulación de la educación básica, publicada en el Diario Oficial de la Federación el pasado viernes, y que habrá de irse cumpliendo siguiendo las rutas estratégicas que podamos construir y financiar hacia el futuro, que ya define el umbral de la segunda lengua, que entiende a la calidad como el cumplimiento de estándares de carácter obligatorio pertinentemente, enlazadas en los 12 años que integran la educación básica, que hace de la formación continua y evaluación universal del maestro, los garantes de un servicio público en ascenso.
Y esa decisión cobra pleno sentido mirando los ojos de estos niños que, como los casi 28 millones que en todo el país inician hoy el Ciclo Escolar, esperan que esta nueva escuela mexicana les aporte lo que la era del conocimiento les exige.
A ustedes, queridos alumnos, que seguramente se despertaron más temprano y caminaron hasta aquí, con la ilusión de volver a ver a sus amigos o a conocer otros nuevos, que están curiosos por saber quién será su maestra o su maestro, que ansían sentarse en el pupitre donde pasarán mucho tiempo sus jóvenes vidas, sólo puedo decirles que tengan confianza, confianza en sus maestros, que no escatimarán esfuerzo alguno para cumplir su cometido; confianza en su querida escuela, que como la de todos, todo el país, trabaja para estar a tiempo con esta exigencia de tiempo.
Les ha tocado nacer en una era donde las seguridades ya no existen, donde la competencia es la agresiva vía al bienestar, donde los valores cada vez más son efímeros y hay que poder fortalecerlos.
Pero también, tienen el enorme privilegio de haber nacido en un nuevo milenio, en el que se alcanzarán conocimientos nunca imaginados, donde la ciencia y la tecnología abrirán cada día nuevas e inexploradas fronteras, y la creación humana alcanzará su máxima expresión.
Niñas, niños:
A mí no me cabe la menor, la menor idea de que están felices, claro, con cierta nostalgia porque las vacaciones se terminaron, pero terminó algo más importante: el volver a reencontrar a nuestros amigos, a nuestras amiguitas, el volver a retomar los libros, el encontrar a los maestros que tanto nos quieren e, indiscutiblemente, las horas de recreo.
En verdad el llegar aquí, señor Presidente, licenciado Felipe Calderón Hinojosa, quiero decirle que a mí, también, me embarga un espíritu entre niña y adulto, porque recuerdo mis momentos de ir a la aula.
Maestro Alonso Lujambio, señor Secretario de Educación Pública y amigo de los maestros y, por qué no decirlo, gran amigo del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
Queridas y queridos maestros; señora Consuelo Mendoza García, de la Unión Nacional de Padres de Familia; don Leopoldo García López, de la Federación Amiga; muy especialmente un abrazo, un saludo a nuestro Delegado, que mucho se ha preocupado por nuestras escuelas, y no sólo eso, sino por ayudarnos a la construcción de la nueva Ciudad del Conocimiento, que serán las oficinas del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Licenciado Orvañanos.
Gracias.
Compañera maestra Beatriz Toledo Coutiño, Directora de la Escuela; compañeros y compañeras maestras; estimadas y estimados padres de familia; señores de los medios de comunicación; señoras y señores:
Cuando se tiene el privilegio de asistir a un acto como el que hoy nos convoca, se entiende claramente lo que significa el servicio público de la educación, porque la educación mexicana es esto: niños y niñas, jóvenes, que en medio de la risa, en medio del bullicio y la emoción ante lo desconocido, portadores de la esperanza de sus padres, emprenden un camino en el que habrán de construir los cimientos del futuro.
Su futuro como personas, su futuro como ciudadanos, su futuro como generación, el futuro de México. Es, entonces, cuando cobra su verdadera dimensión la decisión de invertir, desde la responsabilidad del Estado, todos los recursos posibles para que la educación sea cada vez de mayor calidad, cada vez más útil, para entender el mundo que enfrentamos, los retos a los que nos somete cada vez más lo universal y lo humano, binomio insustituible del ser y del trascender.
Los maestros de México, señor Presidente, reconocemos y valoramos la decisión que usted ha tomado, al invertir en la educación para situarla en los niveles de calidad que se requieren, de buscar que los espacios educativos sean dignos y haya habilidades digitales para todos.
De haber confiado en la Alianza por la Calidad de la Educación como la base de sustentación de la nueva escuela mexicana, que está haciendo a partir de la publicación del Acuerdo, 592 de la articulación de la educación básica, publicada en el Diario Oficial de la Federación el pasado viernes, y que habrá de irse cumpliendo siguiendo las rutas estratégicas que podamos construir y financiar hacia el futuro, que ya define el umbral de la segunda lengua, que entiende a la calidad como el cumplimiento de estándares de carácter obligatorio pertinentemente, enlazadas en los 12 años que integran la educación básica, que hace de la formación continua y evaluación universal del maestro, los garantes de un servicio público en ascenso.
Y esa decisión cobra pleno sentido mirando los ojos de estos niños que, como los casi 28 millones que en todo el país inician hoy el Ciclo Escolar, esperan que esta nueva escuela mexicana les aporte lo que la era del conocimiento les exige.
A ustedes, queridos alumnos, que seguramente se despertaron más temprano y caminaron hasta aquí, con la ilusión de volver a ver a sus amigos o a conocer otros nuevos, que están curiosos por saber quién será su maestra o su maestro, que ansían sentarse en el pupitre donde pasarán mucho tiempo sus jóvenes vidas, sólo puedo decirles que tengan confianza, confianza en sus maestros, que no escatimarán esfuerzo alguno para cumplir su cometido; confianza en su querida escuela, que como la de todos, todo el país, trabaja para estar a tiempo con esta exigencia de tiempo.
Les ha tocado nacer en una era donde las seguridades ya no existen, donde la competencia es la agresiva vía al bienestar, donde los valores cada vez más son efímeros y hay que poder fortalecerlos.
Pero también, tienen el enorme privilegio de haber nacido en un nuevo milenio, en el que se alcanzarán conocimientos nunca imaginados, donde la ciencia y la tecnología abrirán cada día nuevas e inexploradas fronteras, y la creación humana alcanzará su máxima expresión.
Éste es un mundo, éste es su mundo; éste es su tiempo. Vayan por él, vayan por él arropados por su escuela, junto con sus maestros, protegidos y estimulados por sus amados padres, sin miedo, con alegría, decididos, vayan por su futuro, que nosotros, estamos para apoyarlos.