domingo, mayo 15, 2011

 

MTRA. ELBA ESTHER GORDILLO MORALES


Señor Presidente de la República, licenciado Felipe Calderón Hinojosa; señora doña Margarita Zavala de Calderón. Mucho nos honra su presencia, y más nos estimula su cariño por nuestros niños y nuestros jóvenes de la Patria.
Señor Secretario de Educación; compañeras y compañeros del Comité Ejecutivo Nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación; señores funcionarios; señoras y señores de los medios de comunicación; siempre queridos, muy queridos y respetados maestros.
A todos, muchas, muchas felicidades, y especialmente a ustedes, a quienes reciben la Condecoración Maestro Altamirano, Rafael Ramírez y el Premio Ignacio Manuel Altamirano por sus 30 y 40 años al servicio de la educación y por su desempeño en Carrera Magisterial.
Son ustedes ejemplo vivo de lo que Adams afirmaba: Un verdadero maestro trabaja para la eternidad, nadie puede predecir dónde acabará su influencia.
Amigas y amigos, todos:
Como ha sucedido desde 1918, cuando el Presidente Venustiano Carranza lo declaró, y por quinta vez durante su Gobierno, señor Presidente, conmemoramos este 15 de mayo a las maestras y a los maestros de México, quienes en todo momento y en todo lugar definen la personalidad de la Nación al formar a jóvenes, a los estudiantes, a niños hoy, ciudadanos mañana, que, quiéranlo o no, habrán de tomar en sus manos el destino de la Patria.
Celebramos que se haya elegido el Castillo de Chapultepec para llevar a cabo tan relevante evento.
Esta entrañable edificación, como pocas de las que integran nuestro rico patrimonio histórico, es testimonio de las complejas luchas que hemos librado en la ruta hacia la libertad y la dignidad, y el centralísimo papel que la juventud mexicana ha jugado en ella.
En cada muro, en cada terraza está presente la hazaña histórica de nuestra juventud heroica.
Y es, precisamente, pensando en la juventud de hoy, en el complejo y exigente tiempo en que tienen que desplegarse, en los enormes retos que propone la nueva civilización que se gesta cada día frente a nosotros, que estamos obligados a actuar con responsabilidad y con urgencia.
Claro que la mejor herramienta que disponemos para cumplir con la juventud es la educación. Claro, requerimos de una educación con mucho más calidad de la que disponemos hoy. Claro que no estamos conformes con lo que hemos logrado.
La velocidad con la que se producen los cambios; la reconfiguración acelerada de los valores humanos, la agresiva competitividad, que es la que determina la supervivencia y calidad de la vida de las naciones, nos obligan a hacer de la inconformidad, razón de vida y guía de nuestras acciones.
Nadie, y mucho menos los maestros y su organización gremial, podemos estar en contra de lo que se emprenda, buscando la calidad educativa del Siglo XXI.
Es falso, entonces, que nos resistimos y mucho menos, impedimos la transformación educativa nacional. Y ahí están las evidencias.
En materia de evaluación, refrendamos, referente obligado para saber si avanzamos o no, fue el SNTE, fue el SNTE, el Gobierno, a exigencia de la sociedad los que integraron el Instituto Nacional de Evaluación de la Educación, y es en 2002 cuando se establece.
Aún hoy, estamos pidiendo convertirlo, señor Presidente, porque estamos claros de su convicción democrática, y su deseo de que la sociedad se inmiscuya más en el tema, a que este Instituto se convierta en una institución autónoma y ciudadanizada; petición que, sin duda, siempre he sabido, comparte su Gobierno, y muchas organizaciones civiles comprometidas con el tema, ya que ellos la permitirían desplegarse con una perspectiva mucha más amplia e incluyente. Las Asociaciones de Padres de Familia así nos lo han solicitado y así nos hemos comprometido.
Reconociendo el valor de los exámenes estandarizados que se aplican a nivel internacional, y para fortalecer sus diagnósticos con el análisis de la realidad nacional, hace ya cuatro años propusimos la Norma Oficial Mexicana del Servicio de Calidad de la Educación Básica, que la autoridad está analizando.
Conscientes de que es el maestro la pieza más importante de que el país dispone para el logro de una educación de calidad, ha sido el SNTE quien ha venido demandando, junto con la fundamental valoración salarial y estimativa a que tiene derecho, el establecimiento de las vías de formación y educación continua que lo doten de las nuevas herramientas pedagógicas y de gestión.
Fuimos nosotros, y usted lo aprobó hace cuatro años, señor Presidente, quienes propusimos que para el nuevo ingreso al servicio docente, los aspirantes se sometieran a un concurso de oposición público y transparente.
Hoy mismo le estamos solicitando que en fechas próximas autorice la aplicación de la evaluación universal al magisterio nacional, compromiso establecido en la Alianza por la Calidad de la Educación, que nos permitirá contar con un diagnóstico preciso acerca de lo que el maestro requiere para mejorar su proceso de actualización en la ruta para elevar la calidad en el servicio que presta.
Seguimos creyendo que resulta indispensable una profunda transformación de la educación normal y las reglas que le rigen, para formar a los maestros con las competencias que ahora se demandan. Son tantas las exigencias y tan escaso el tiempo que disponemos para cumplir con ellas, que creemos que la vía reformista, que hasta antes funcionó para impulsar los cambios del sistema educativo, ya no resulta lo mejor.
El sistema educativo tarda mucho tiempo en entender los cambios, y mucho más en crear las respuestas para enfrentarlos. Por lo que hemos iniciado un proceso de reflexión de amplia convocatoria social para encontrar los nuevos detonadores para el proceso de formación humana, como el siglo pasado fue la expansión geométrica de la educación pública, la cual logró construir un nuevo piso de permeabilidad social.
O encontramos esos nuevos detonadores o perdederos la oportunidad, no sólo de situar al país en los niveles de bienestar y competitividad a los que puede y debe aspirar, sino para cerrar las brechas que sólo siguen siendo causa de la desigualdad social y que sólo son decisiones de hondo calado. Sólo con decisiones de hondo calado podemos revertirlo.
Si bien la coyuntura de esta era se ubica en disponer de los nuevos instrumentos de la comunicación humana y la conectividad para alcanzarla, y en poder optar por una segunda lengua, también lo está en alfabetizar a los más de 10 millones de mexicanos que no saben leer ni escribir; en lograr que la equidad educativa no consista en ingresar a la escuela, sino en concluirla, cuando menos, 12 años de educación; y no aceptar a los ninis como el saldo de la competitividad, sino como el más apremiante reto de la justicia social.
Debo decirle, señor Presidente, con transparencia y claridad, que estos temas los discutimos con respeto mutuo, con encuentros y desencuentros, sí, pero siempre en un ambiente de respeto y de igualdad con quien hoy es Secretario de Educación, el maestro Lujambio, a quien le agradezco su solidaridad y su disposición al diálogo, a nombre de mi organización sindical.
Entiendo que es por sus instrucciones, pero sólo en encuentros y en diálogos de mutuo respeto y entendiendo buenas intenciones podremos avanzar en tan grande responsabilidad. Estamos obligados a hacer de cada escuela no sólo el centro para la toma de decisiones, sino para convertirla en una comunidad educativa en la que la formación y el ejercicio ciudadano, el debatir y decidir sean algo común e imprescindible.
Es de tal tamaño el reto que nadie puede hacerlo por sí solo. Absurdo sería suponerlo, como absurdo es que quienes creemos y aspiramos a lo mismo, nos desgastemos en enfrentamientos que a nada nos conducen.
Qué bueno que por fin, el debate por la educación se haya establecido. Qué bueno que hayan enfoques diferentes y propuestas alternativas en, prácticamente, todo lo que hay que hacer hacia adelante. Sólo así estaremos en capacidad de hacer frente al desafío que tenemos adelante, que no es otro que el definir, con nuestras acciones u omisiones, a qué futuro podremos aspirar como individuos, como colectivo social, como Nación, como opción de la historia.
Señor Presidente:
Conscientes de la enorme trascendencia que toda decisión de Estado trae consigo, y de los amargos y exigentes que éstos suelen ser, los maestros queremos reconocerle, y su organización, su decisión de hacer frente al enorme flagelo de la delincuencia y la violencia que se genera. Si no actúa en el presente no habrá futuro.
Igualmente, señor Presidente, agradecerle la decisión por el incremento salarial y las prestaciones otorgadas al Magisterio nacional, y el esfuerzo que en las finanzas públicas harán para dotarlo.
Gracias, señor Presidente.
Gracias, porque su Gobierno, a cinco años podemos decir, con satisfacción y orgullo: Nos ha cumplido en el compromiso de ir elevando salarios, prestaciones y la dignificación social del Magisterio mexicano.
Los maestros lo entendemos en su justo valor, y lo asumimos como una motivación más para seguir cumpliendo con nuestra responsabilidad y con la Patria.

Señor Presidente:

Los maestros con usted, en la defensa de la integridad de nuestros niños y nuestros jóvenes.
Adelante, señor Presidente, estamos con usted.





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