miércoles, enero 26, 2011

 

LA ERA FACEBOOK


A estas alturas ya es un grave defecto no usar Facebook. Como ahora me pasa con el Twitter, yo lo tuve un mes y luego, a falta de humor para deslizarme en ese argüende, lo tiré sin remordimiento. Muchos argumentos me han dado para que lo reabra, pero no quiero hacerle más concesiones a la vagancia en internet. Con los periódicos, el blog y el correo electrónico me basta, así que ver fotos ajenas y pegar mensajes en muros no guarda ningún atractivo para mí. Sin criticar a otros, prefiero abstenerme aunque acepto que la oferta es tentadora. Precisamente por eso ya no la quiero: por tentadora. Poco sé, pues, sobre Facebook. Mi red social es simple: dos o tres personas de carne y hueso.
Mi amigo Vique, Fabián para más señas, escribe una columna sabatina para el periódico Compromiso de Haedo, en Buenos Aires. Este cuate es muy vaciado, como lo podemos comprobar en la clasificación facebookera que aquí le secuestro sin más preámbulo (completa en el blog de Ruta Norte); su título es “Facebook para todos”. Si yo fuera entendido en Facebook, algo como esto, lo de Vique, hubiera querido escribir:
En tiempos pretéritos, los seres humanos éramos observados y clasificados según nuestro comportamiento en las reuniones familiares, en las charlas de sobremesa, en las conversaciones en el trabajo, en las tertulias literarias, en las discusiones de comité, en las charlas de café, en los cumpleaños, en las fiestas patrias y religiosas, en los teatros, en los estadios de fútbol, en las discotecas o en el transporte público de pasajeros.
A lo largo de la historia de la humanidad, personas con aptitudes para la observación, médicos, brujos, neurólogos, astrólogos, psicólogos y psicópatas establecieron diferentes tipificaciones de las personalidades. Los comportamientos humanos sugerían la existencia de grupos afines. Nacieron así los signos del zodíaco, la teoría de los humores, el psicoanálisis y otros agrupamientos y asociaciones más o menos científicas, más o menos libres.
Pero el siglo XXI nos encontró narcotizados por una pantalla azul. Desde que unos jovencitos norteamericanos inventaron la red social llamada Facebook, la humanidad encontró un mundo nuevo donde relacionarse. Como los españoles que venían a buscar azafrán y encontraron un continente, estos muchachitos encontraron una herramienta que cautivó por igual al oficinista y al porturario, a la dentista y al ama de casa, al peluquero y a la jugadora de hockey sobre césped. Facebook es un teatro donde todo humano puede actuar, un estadio donde el más tronco puede cabecear al ángulo, un colectivo donde el manco puede tocar bocina, un púlpito donde el callado puede parlotear, una batalla donde el más cobarde puede cortar cabezas, una hoja donde todo el mundo puede escribir, sacarse fotos y comunicar. Todo sucede en la vida real y, para colmo de bienes, todo puede suceder sin moverse del living de su casa. La novedad evidente y contundente, exige una nueva mirada o al menos una nueva clasificación de la humanidad. Por eso, siempre presto a indagar la idiosincrasia del haedense medio, el Departamento de Novedades Tecnológicas de Compromiso (DNTC), se dedicó a indagar sobre las distintas personalidades humanas que se manifiestan en la era Facebook. El que sigue es un estudio preliminar, un esbozo de las investigaciones del Departamento.
Personalidades intervinientes en la red social Facebook:
El etiquetador
Se trata de un individuo muy sociable. Él quiere tener presente siempre a los amigos. Entonces cada vez que sube algo a su página (lo cual ocurre casi todos los días y en ocasiones varias veces al día), se dedica a etiquetar a diestra y siniestra, es decir, a avisarle a los amigos que él hizo algo. Los amigos se ven obligados a verlo y a comentarlo o al menos clickearle un “me gusta”, para que el etiquetador pueda dormir tranquilo.
El galán
Antes de Facebook era un individuo más bien cerrado sobre sí mismo, discreto, de esas personas que pasan inadvertidas. Desde que puede elegir una foto y ponerla a la consideración pública, se ha vuelto un galán con todas las de la ley. Acaso porque no es muy elocuente se limita a posar y colgar las fotos que no lo desfavorecen; y si no encuentra muchas, el Fotoshop es un aliado de fierro. JMV





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