viernes, diciembre 03, 2010
LA CUARTA - CERCA
Virtudes y desatinos, pero sobre todo dos equipos ambiciosos, se combinaron para entregar un partido tan agradable y ofensivo, que ni siquiera pareció estar en juego el título del futbol mexicano. Al final, gracias a un autogol de Duilio Davino, Santos Laguna se impuso por 3-2 a un respondón Monterrey, que esta vez no apostó por aguantar el juego sino por jugarlo de igual a igual.
A pesar de sus contrastantes vestimentas -Santos de negro, Rayados de blanco- ambos clubes demostraron su enorme potencial con la pelota en los pies y también enseñaron sus defectos sin ella. Dieron facilidades y las aprovecharon para intercambiar golpes en un partido que a ratos fue vertiginoso, pero siempre entretenido y abierto. De principio a fin, contrario a lo que suele ocurrir en esta clase de cotejos, los equipos buscaron el arco contrario- Cometieron errores, a veces por cierta falta de rigor, pero entregaron excelentes cuentas para quienes vieron la final sin apasionamientos.
A los 23’un hermoso pase al hueco de Christian Benítez al movimiento de Iván
Estrada, permitió a éste colocarse de frente al arco de Jonathan Orozco y definir con un derechazo fulminante a primer poste para poner el 1-0. En la jugada, fue evidente que el ecuatoriano Ayoví se distrajo en sector defensivo y el segundo disparo a gol de los laguneros subió al marcador pues hasta ese momento sólo un lejano disparo de Francisco Torres había exigido al guardameta de Rayados.
El empate llegó tras un rechace de Zavala que Aldo de Nigris, de espalda al marco, jugó con gran inteligencia y con un pequeño toque habilitó al chileno Suazo, que con su habitual contundencia mandó el balón al fondo de las redes con un derechazo que no pudo ser desviado por Oswaldo.
Pero antes del descanso –a los 41 minutos- nuevamente por el sector de Walter Ayoví, Iván Estrada encontró una amplia avenida para aprovechar su velocidad, llegar a línea de fondo, y lanzar un magnífico pase de gol a la cabeza de Darwin Quintero. El colombiano conectó el balón con gran fuerza y vulneró el arco de Rayados para firmar el 2-1. En la última jugada del lapso inicial, Ricardo Osorio pisó mal tras una barrida de Francisco Torres y se lesionó; Sergio Pérez ingresó en su sitio.
Volvió a responder Rayados. A los 55’, un descuido defensivo de Lacerda, que arriesgó y perdió un balón ante De Nigris, permitió a este llegar a los dominios de Oswaldo ante el cual no pudo definir pero el rebote dejó el balón a expensas de Cardozo, quien la mandó a guardar para hacer el 2-2.
Poco después, con una volea espectacular, Suazo estuvo a punto de marcar de 2-3 pero Oswaldo realizó una atajada acorde a la exigencia. Y aunque sería un jugador de Rayados el que a los 85’ anotaría el 3-2, lo hizo en contra de sus intereses. Un buen servicio de Carlos Adrián Morales, que parecía llegar en inmejorables condiciones a Benítez, fue desviado desafortunadamente por Davino que con la punta del pié la impulsó sin querer al fondo de su propia meta.
Ya no había tiempo para mucho más y la reacción rayada ahora deberá esperar al juego de vuelta que se disputará en el Tecnológico, en donde se espera otra fiebre de goles en pos del título.
A pesar de sus contrastantes vestimentas -Santos de negro, Rayados de blanco- ambos clubes demostraron su enorme potencial con la pelota en los pies y también enseñaron sus defectos sin ella. Dieron facilidades y las aprovecharon para intercambiar golpes en un partido que a ratos fue vertiginoso, pero siempre entretenido y abierto. De principio a fin, contrario a lo que suele ocurrir en esta clase de cotejos, los equipos buscaron el arco contrario- Cometieron errores, a veces por cierta falta de rigor, pero entregaron excelentes cuentas para quienes vieron la final sin apasionamientos.
A los 23’un hermoso pase al hueco de Christian Benítez al movimiento de Iván
Estrada, permitió a éste colocarse de frente al arco de Jonathan Orozco y definir con un derechazo fulminante a primer poste para poner el 1-0. En la jugada, fue evidente que el ecuatoriano Ayoví se distrajo en sector defensivo y el segundo disparo a gol de los laguneros subió al marcador pues hasta ese momento sólo un lejano disparo de Francisco Torres había exigido al guardameta de Rayados.
El empate llegó tras un rechace de Zavala que Aldo de Nigris, de espalda al marco, jugó con gran inteligencia y con un pequeño toque habilitó al chileno Suazo, que con su habitual contundencia mandó el balón al fondo de las redes con un derechazo que no pudo ser desviado por Oswaldo.
Pero antes del descanso –a los 41 minutos- nuevamente por el sector de Walter Ayoví, Iván Estrada encontró una amplia avenida para aprovechar su velocidad, llegar a línea de fondo, y lanzar un magnífico pase de gol a la cabeza de Darwin Quintero. El colombiano conectó el balón con gran fuerza y vulneró el arco de Rayados para firmar el 2-1. En la última jugada del lapso inicial, Ricardo Osorio pisó mal tras una barrida de Francisco Torres y se lesionó; Sergio Pérez ingresó en su sitio.
Volvió a responder Rayados. A los 55’, un descuido defensivo de Lacerda, que arriesgó y perdió un balón ante De Nigris, permitió a este llegar a los dominios de Oswaldo ante el cual no pudo definir pero el rebote dejó el balón a expensas de Cardozo, quien la mandó a guardar para hacer el 2-2.
Poco después, con una volea espectacular, Suazo estuvo a punto de marcar de 2-3 pero Oswaldo realizó una atajada acorde a la exigencia. Y aunque sería un jugador de Rayados el que a los 85’ anotaría el 3-2, lo hizo en contra de sus intereses. Un buen servicio de Carlos Adrián Morales, que parecía llegar en inmejorables condiciones a Benítez, fue desviado desafortunadamente por Davino que con la punta del pié la impulsó sin querer al fondo de su propia meta.
Ya no había tiempo para mucho más y la reacción rayada ahora deberá esperar al juego de vuelta que se disputará en el Tecnológico, en donde se espera otra fiebre de goles en pos del título.