sábado, octubre 16, 2010
TOP FIVE DE MIS TANGOS
A veces me doy tiempo para oír tangos. Lo hago a ratos, entre los pendientes que nunca faltan. Mientras lo oía ayer, recordé una conversación con Quique Ruslender. Le dije que a mi juicio el mejor tango de la historia es “Sur”; él me respondió que “Pasional”. Sé que eso es una elección atravesada por la más terca subjetividad, así que da lo mismo que uno prefiera lo que sea, pues para el caso el mejor tango es todos los tangos, cualquiera; todo es cuestión de que nos guste. Me hice ayer la pregunta: ¿cuáles son mis cinco favoritos? Creo que quito a “Sur” del primer sitio y pongo otro. Hasta yo me contradigo y en ocasiones pongo a “Sur” en lugares que no son el primero. Ayer, nomás ayer, mi top five era el siguiente, en este orden:
“Confesión” (Enrique Santos Discépolo): “Fue a conciencia pura / que perdí tu amor... / ¡Nada más que por salvarte! / Hoy me odias y yo feliz, / me arrincono pa’llorarte... / El recuerdo que tendrás de mí será horroroso, / me verás siempre golpeándote como un malvao. / ¡Y si supieras, bien, qué generoso / fue que pagase así tu buen amor! / ¡Sol de mi vida!, fui un fracasao / y en mi caída / busqué dejarte a un lao, / porque te quise tanto, ¡tanto! / que al rodar, para salvarte / solo supe hacerme odiar. // Hoy, después de un año atroz, te vi pasar: / ¡me mordí pa’no llamarte!... / Ibas linda como un sol... / ¡Se paraban pa’mirarte! / Yo no sé si el que tiene así se lo merece, / sólo sé que la miseria cruel / que te ofrecí, me justifica / al verte hecha una reina / que vivirás mejor lejos de mí”.
“Uno” (Enrique Santos Discépolo): “Uno busca lleno de esperanzas el camino que los sueños / prometieron a sus ansias... / Sabe que la lucha es cruel y es mucha, pero lucha y se desangra / por la fe que lo empecina... / Uno va arrastrándose entre espinas y en su afán de dar su amor, / sufre y se destroza hasta entender: que uno se ha quedao sin corazón... / Precio de castigo que uno entrega por un beso que no llega a un amor que lo engañó... / ¡Vacío ya de amar y de llorar tanta traición! // Si yo tuviera el corazón... (¡El corazón que di!...) / Si yo pudiera como ayer querer sin presentir... / Es posible que a tus ojos que me gritan tu cariño / los cerrara con mis besos... / Sin pensar que eran como esos otros ojos, los perversos, / los que hundieron mi vivir. / Si yo tuviera el corazón... (¡El mismo que perdí!...) / Si olvidara a la que ayer lo destrozó y... pudiera amarte / me abrazaría a tu ilusión para llorar tu amor... // Pero, Dios, te trajo a mi destino / sin pensar que ya es muy tarde / y no sabré cómo quererte... / Déjame que llore como aquel que sufre en vida / la tortura de llorar su propia muerte... / Pura como sos, habrías salvado mi esperanza con tu amor... / Uno está tan solo en su dolor... / Uno está tan ciego en su penar... / Pero un frío cruel que es peor que el odio / -punto muerto de las almas / tumba horrenda de mi amor, ¡maldijo para siempre y me robó... / toda ilusión!…
“Garúa” (Enrique Cadícamo) ¡Qué noche llena de hastío y de frío! / El viento trae un extraño lamento. / ¡Parece un pozo de sombras la noche / y yo en la sombra camino muy lento! / Mientras tanto la garúa se acentúa con sus púas / en mi corazón... // En esta noche tan fría y tan mía / pensando siempre en lo mismo me abismo / y aunque quiera arrancarla, / desecharla y olvidarla / la recuerdo más. // ¡Garúa! / Solo y triste por la acera / va este corazón transido con tristeza de tapera. / Sintiendo tu hielo, / porque aquella, con su olvido, / hoy le ha abierto una gotera. // ¡Perdido! / Como un duende que en la sombra / más la busca y más la nombra... / Garúa... tristeza... / ¡Hasta el cielo se ha puesto a llorar! // ¡Qué noche llena de hastío y de frío! // No se ve a nadie cruzar por la esquina. / Sobre la calle, la hilera de focos / lustra el asfalto con luz mortecina. / Y yo voy, como un descarte, / siempre solo, siempre aparte, recordándote. / Las gotas caen en el charco de mi alma / hasta los huesos calados y helados / y humillando este tormento / todavía pasa el viento / empujándome”.
Y ya no cupieron las dos mejores: “Sur” y “Los mareados”. Luego las traigo y comento el conjunto íntegro. JMV
“Confesión” (Enrique Santos Discépolo): “Fue a conciencia pura / que perdí tu amor... / ¡Nada más que por salvarte! / Hoy me odias y yo feliz, / me arrincono pa’llorarte... / El recuerdo que tendrás de mí será horroroso, / me verás siempre golpeándote como un malvao. / ¡Y si supieras, bien, qué generoso / fue que pagase así tu buen amor! / ¡Sol de mi vida!, fui un fracasao / y en mi caída / busqué dejarte a un lao, / porque te quise tanto, ¡tanto! / que al rodar, para salvarte / solo supe hacerme odiar. // Hoy, después de un año atroz, te vi pasar: / ¡me mordí pa’no llamarte!... / Ibas linda como un sol... / ¡Se paraban pa’mirarte! / Yo no sé si el que tiene así se lo merece, / sólo sé que la miseria cruel / que te ofrecí, me justifica / al verte hecha una reina / que vivirás mejor lejos de mí”.
“Uno” (Enrique Santos Discépolo): “Uno busca lleno de esperanzas el camino que los sueños / prometieron a sus ansias... / Sabe que la lucha es cruel y es mucha, pero lucha y se desangra / por la fe que lo empecina... / Uno va arrastrándose entre espinas y en su afán de dar su amor, / sufre y se destroza hasta entender: que uno se ha quedao sin corazón... / Precio de castigo que uno entrega por un beso que no llega a un amor que lo engañó... / ¡Vacío ya de amar y de llorar tanta traición! // Si yo tuviera el corazón... (¡El corazón que di!...) / Si yo pudiera como ayer querer sin presentir... / Es posible que a tus ojos que me gritan tu cariño / los cerrara con mis besos... / Sin pensar que eran como esos otros ojos, los perversos, / los que hundieron mi vivir. / Si yo tuviera el corazón... (¡El mismo que perdí!...) / Si olvidara a la que ayer lo destrozó y... pudiera amarte / me abrazaría a tu ilusión para llorar tu amor... // Pero, Dios, te trajo a mi destino / sin pensar que ya es muy tarde / y no sabré cómo quererte... / Déjame que llore como aquel que sufre en vida / la tortura de llorar su propia muerte... / Pura como sos, habrías salvado mi esperanza con tu amor... / Uno está tan solo en su dolor... / Uno está tan ciego en su penar... / Pero un frío cruel que es peor que el odio / -punto muerto de las almas / tumba horrenda de mi amor, ¡maldijo para siempre y me robó... / toda ilusión!…
“Garúa” (Enrique Cadícamo) ¡Qué noche llena de hastío y de frío! / El viento trae un extraño lamento. / ¡Parece un pozo de sombras la noche / y yo en la sombra camino muy lento! / Mientras tanto la garúa se acentúa con sus púas / en mi corazón... // En esta noche tan fría y tan mía / pensando siempre en lo mismo me abismo / y aunque quiera arrancarla, / desecharla y olvidarla / la recuerdo más. // ¡Garúa! / Solo y triste por la acera / va este corazón transido con tristeza de tapera. / Sintiendo tu hielo, / porque aquella, con su olvido, / hoy le ha abierto una gotera. // ¡Perdido! / Como un duende que en la sombra / más la busca y más la nombra... / Garúa... tristeza... / ¡Hasta el cielo se ha puesto a llorar! // ¡Qué noche llena de hastío y de frío! // No se ve a nadie cruzar por la esquina. / Sobre la calle, la hilera de focos / lustra el asfalto con luz mortecina. / Y yo voy, como un descarte, / siempre solo, siempre aparte, recordándote. / Las gotas caen en el charco de mi alma / hasta los huesos calados y helados / y humillando este tormento / todavía pasa el viento / empujándome”.
Y ya no cupieron las dos mejores: “Sur” y “Los mareados”. Luego las traigo y comento el conjunto íntegro. JMV