sábado, septiembre 11, 2010
FUTBOL Y CALENTURA
Cada vez son más frecuentes los testimonios foto y videográficos en los que se sabe de andanzas donjuanescas de futbolistas. Por supuesto que decir “donjuanescas” es demasiado, pues los profesionales en cuestión no hacen mayor esfuerzo para echar carne al asador. Se supone que un don Juan flirtea, galantea, seduce, y los futbolistas tienen tanta fama y fortuna que con tronar los dedos, es la triste verdad, se hacen de lo que quieren a la hora que lo quieren. Ni exagero ni difamo. Es la verdad tal cual. Por eso escogen (sin que el verbo escoger esconda guiños fonéticamente maliciosos) lo que escogen: modelos cotizadísimas, muñecas elaboradas por la naturaleza y el bisturí para llenar el ojo del catador más exigente.
Los casos de David Beckham o Cristiano Ronaldo son los más sobresalientes dado el tamaño polifémico de la fama que se cargan. Sin la misma celebridad y toda proporción guardada, miles de futbolistas de todas las ligas profesionales del mundo encuentran que también a ellos los asedian las grupies del deporte. No falta pues que al futbolista más roto le caiga la seguidora más descosida con la que es posible cerrar la pinza de la entrega pasajera.
Juzgar este rollo con moralina es tonto. Quienes lo hagan que imaginen un joven de barrio destacado en una actividad muy popular, el futbol; conviene que le añadan cierta facha atlética, dinero, celebridad provocada por la prensa. Es importante recordar que ese muchacho por lo general no tuvo estudios y vivió con carencias buena parta de su vida. Puede tener, como dicen los mandones de la espiritualidad, “valores”, pero también tiene hormonas y una debilidad marcada para dejarse llevar por la ola de prerrogativas que se deja venir cuando se mezclan el dinero y la popularidad. Uno de los casos más salientes de todo esto es, quién lo ignora, el de nuestro querido Cuau. Para muchos no es (ni fue) que digamos un adonis o un sujeto de conversación brillante, pero sí el mejor futbolista de México, lo que equivale a decir un hombre platudo y famoso. Con esos atributos se echó al plato a Galilea Montijo, la codiciada Galilea Montijo, chica superpoderosa que tampoco está para ofrecer una conferencia en la UNAM, pero que en el estándar de belleza imaginamos asociada a alguien menos fiero que el Jorobado de Tepito. Pues bien, el Cuau hizo de las suyas, aprovechó la coyuntura y terminó siendo la envidia del respetable público masculino menos por sus goles que por haber dado caza a un espécimen anatómicamente superior.
Y si la cotizada Gali cayó rendida ante los encantos del ex americanista, ¿que se puede esperar de una chamaca cualquiera que de repente es convidada a departir con algún chamaco de la selección, un “europeo”, como ahora les llaman? O sea, todo casca perfectamente: el futbolista es invadido por los privilegios del dinero y la gloria y muchas mujeres no aguantan tanta tentación, de ahí que los jugadores se vean a diario confrontados con la Enorme Decisión de vivir templadamente o dejarse llevar por la avalancha de la calentura. Quien diga que sí aguantaría estoico, primero debe ser futbolista y ganar un dineral y luego opinar al respecto, pues no se puede hacer un juicio sin considerar al menos que el desafío moral es peliagudo.
Hay un cuento del periodista rumano-argentino Marcos González Cazer en el que es planteado todo este abarrote. Su título es “Nueva Caledonia” y narra las andanzas del Ratón Batres, un jugador del montón que como buen futbolista argentino viste casacas en los cinco continentes. En una visita a su país se ve con un viejo amigo, y en alguna discusión motivada por celos profesionales Batres le responde lo siguiente: “Decí lo que quieras. Pero de la cabeza estoy bien y eso es lo importante. Me mantengo en peso y con el pelo casi largo. Aparte, en aquel paraíso que vos decís que no existe me monté cada hembra que ni te cuento. Minas [mujeres] que vos las ves sólo en fotos o en la televisión, con tu señora sentada al lado tuyo en el sofá”. Aunque imaginario, este pobre futbolista, el Ratón Batres, puede decir eso. No quiero ni pensar lo que puede presumir, casi si culpa suya, un seleccionado.
Hoy, Gilberto Prado y sus palíndromos
Hoy a las 12 del mediodía Gilberto Prado Galán presentará A la gorda drógala (el mundo de los palíndromos), su más reciente libro. Como sabemos, Prado Galán ha dedicado más de veinte años de su vida al cultivo de estas formas verbales inevitablemente atractivas. Lo acompañaremos Carlos Reyes y yo. Casi es innecesario decir que el título del libro (A la gorda drógala) es uno de los miles de palíndromos del autor. La sede será el auditorio del Museo Regional de La Laguna, en el bosque Venustiano Carranza. JMV
Los casos de David Beckham o Cristiano Ronaldo son los más sobresalientes dado el tamaño polifémico de la fama que se cargan. Sin la misma celebridad y toda proporción guardada, miles de futbolistas de todas las ligas profesionales del mundo encuentran que también a ellos los asedian las grupies del deporte. No falta pues que al futbolista más roto le caiga la seguidora más descosida con la que es posible cerrar la pinza de la entrega pasajera.
Juzgar este rollo con moralina es tonto. Quienes lo hagan que imaginen un joven de barrio destacado en una actividad muy popular, el futbol; conviene que le añadan cierta facha atlética, dinero, celebridad provocada por la prensa. Es importante recordar que ese muchacho por lo general no tuvo estudios y vivió con carencias buena parta de su vida. Puede tener, como dicen los mandones de la espiritualidad, “valores”, pero también tiene hormonas y una debilidad marcada para dejarse llevar por la ola de prerrogativas que se deja venir cuando se mezclan el dinero y la popularidad. Uno de los casos más salientes de todo esto es, quién lo ignora, el de nuestro querido Cuau. Para muchos no es (ni fue) que digamos un adonis o un sujeto de conversación brillante, pero sí el mejor futbolista de México, lo que equivale a decir un hombre platudo y famoso. Con esos atributos se echó al plato a Galilea Montijo, la codiciada Galilea Montijo, chica superpoderosa que tampoco está para ofrecer una conferencia en la UNAM, pero que en el estándar de belleza imaginamos asociada a alguien menos fiero que el Jorobado de Tepito. Pues bien, el Cuau hizo de las suyas, aprovechó la coyuntura y terminó siendo la envidia del respetable público masculino menos por sus goles que por haber dado caza a un espécimen anatómicamente superior.
Y si la cotizada Gali cayó rendida ante los encantos del ex americanista, ¿que se puede esperar de una chamaca cualquiera que de repente es convidada a departir con algún chamaco de la selección, un “europeo”, como ahora les llaman? O sea, todo casca perfectamente: el futbolista es invadido por los privilegios del dinero y la gloria y muchas mujeres no aguantan tanta tentación, de ahí que los jugadores se vean a diario confrontados con la Enorme Decisión de vivir templadamente o dejarse llevar por la avalancha de la calentura. Quien diga que sí aguantaría estoico, primero debe ser futbolista y ganar un dineral y luego opinar al respecto, pues no se puede hacer un juicio sin considerar al menos que el desafío moral es peliagudo.
Hay un cuento del periodista rumano-argentino Marcos González Cazer en el que es planteado todo este abarrote. Su título es “Nueva Caledonia” y narra las andanzas del Ratón Batres, un jugador del montón que como buen futbolista argentino viste casacas en los cinco continentes. En una visita a su país se ve con un viejo amigo, y en alguna discusión motivada por celos profesionales Batres le responde lo siguiente: “Decí lo que quieras. Pero de la cabeza estoy bien y eso es lo importante. Me mantengo en peso y con el pelo casi largo. Aparte, en aquel paraíso que vos decís que no existe me monté cada hembra que ni te cuento. Minas [mujeres] que vos las ves sólo en fotos o en la televisión, con tu señora sentada al lado tuyo en el sofá”. Aunque imaginario, este pobre futbolista, el Ratón Batres, puede decir eso. No quiero ni pensar lo que puede presumir, casi si culpa suya, un seleccionado.
Hoy, Gilberto Prado y sus palíndromos
Hoy a las 12 del mediodía Gilberto Prado Galán presentará A la gorda drógala (el mundo de los palíndromos), su más reciente libro. Como sabemos, Prado Galán ha dedicado más de veinte años de su vida al cultivo de estas formas verbales inevitablemente atractivas. Lo acompañaremos Carlos Reyes y yo. Casi es innecesario decir que el título del libro (A la gorda drógala) es uno de los miles de palíndromos del autor. La sede será el auditorio del Museo Regional de La Laguna, en el bosque Venustiano Carranza. JMV