sábado, agosto 21, 2010
EL FUTURO ES LAPIDARIO
Hay que ser optimistas, pero no abusar. ¿Tenemos país para cuántos años? Más: ¿para cuántos años, décadas, siglos, milenios, da el mundo, la civilización? No me dedico a especular y mis capacidades nostradámicas son harto humildes, tanto que ni siquiera sé si voy a llegar vivo en lo físico y en lo económico a la próxima quincena. O sea, asegurar que vamos para largo es cegarse ante las evidencias de un desastre que ya nos está haciendo cosquillitas en las patas. Por eso, hay que ser optimistas y tratar de no añadir barbarie a la barbarie, pero sin incurrir en la ñoña ingenuidad de vislumbrar nuestro futuro como algo casi eterno.
Esto de no mamársela (perdón por la palabrota, pero así dice la raza cuando alguien se pasa de tueste) en materia de futurismo desbocado lo comento por la polémica que ha desatado el tema del bicentenario escrito por Jaime López e interpretado por un sujeto que se hace llamar con un seudónimo lujosamente tonto: Aleks Syntek (ese nombre es tan burdo que tuve que buscarlo en Google para saber cómo se escribe; ni un luchador se hubiera autobautizado así).
De entrada, parece muy chafa que el “tema oficial” del bicentenario sea cantado por un personaje identificado con la fresez más televiscosa. La celebración, queramos aceptarlo o no, tiene su tono, un tono serio, patriótico, y si querían tema oficial mejor hubiera sido convocar, por ejemplo, dos voces identificadas con otro tipo de canto, un tenor y una soprano, digamos. Zintec o como se llame está chido para tema de telenovela o para película juvenil con “mensaje concientizador”, pero queda enano para entonar el logotipo sonoro del bicentenario. Si fue Cintek o como se escriba, daba pues lo mismo que cantara Juanga o Luismi, o Ale Gumán o Ninel Conde, o, por qué no, algún chico prendidísimo y superalivianado y ultracool de la Academia Bicentenario.
Según la excelente nota de Jesús Alejo publicada ayer en Milenio, “El gobierno federal delegó en Instantia Producciones todo lo concerniente al desfile y el festejo del 15 de septiembre, incluida la canción oficial del Bicentenario, que fue encargada a Jaime López y a Aleks Syntek. La empresa, que fundó el australiano Rich Birch para diseñar las celebraciones de la Independencia, también recomendó a los compositores para desarrollar la música que ambientará tanto la caravana como las actividades en el Zócalo de la Ciudad de México. De acuerdo con el secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, Instantia le propuso una selección a la coordinación de los festejos —encabezada por José Manuel Villalpando— un conjunto de músicos y de compositores ‘y la respuesta fue más que entusiasta. Instantia hizo un rastreo con los mexicanos que colaboran con la empresa y nos pareció impecable la propuesta’”. Eso explica mucho.
Mi opinión sobre Jaime López, el letrista, es la mejor que uno puede guardar sobre alguien que se dedica a la música popular. Sus piezas siempre me han parecido originales, muy ingeniosas, pero no sé qué pasó en “El futuro es milenario”. Para empezar, y como apunté al principio, no es posible desbarrar en ese optimismo delirante expuesto desde el mismísimo título. ¿De veras cree que el futuro es milenario o es rollo para que no nos asustemos con la certeza de que ya nos está cargando el payaso? Luego, las estrofas parecen deshilachadas, inconexas, como colocadas un poco al chile. Las imágenes, en general, son de canción descalificada del festival OTI, por lo simplonas: “Nacimos para cantar / Nacimos para bailar / Nacimos en el lugar / Del Cielito Lindo…”. Luego, cuando se imponían otros versos paisajísticos que aprovecharan el uso del “cielito lindo”, hay una transición a otro asunto sin verbo de enlace: “Más siglos para el amor / Más siglos para el color / Más siglos para una canción / Serán bienvenidos…”. Y sigue por ese tenor, como tema de concurso preparatoriano. Con desmedida indulgencia, todo es perdonable, menos el estribillo, un monumento a la glucosa que envidiaría el grupo Fresas con crema: “Shalalalala / El futuro es milenario / Shalalalala / Allá vamos paso a paso / Shalalalala / El futuro es milenario / Shalalalala”. No se puede pedir más miel. La patria entera se empalagará con ese tema. JMV
Esto de no mamársela (perdón por la palabrota, pero así dice la raza cuando alguien se pasa de tueste) en materia de futurismo desbocado lo comento por la polémica que ha desatado el tema del bicentenario escrito por Jaime López e interpretado por un sujeto que se hace llamar con un seudónimo lujosamente tonto: Aleks Syntek (ese nombre es tan burdo que tuve que buscarlo en Google para saber cómo se escribe; ni un luchador se hubiera autobautizado así).
De entrada, parece muy chafa que el “tema oficial” del bicentenario sea cantado por un personaje identificado con la fresez más televiscosa. La celebración, queramos aceptarlo o no, tiene su tono, un tono serio, patriótico, y si querían tema oficial mejor hubiera sido convocar, por ejemplo, dos voces identificadas con otro tipo de canto, un tenor y una soprano, digamos. Zintec o como se llame está chido para tema de telenovela o para película juvenil con “mensaje concientizador”, pero queda enano para entonar el logotipo sonoro del bicentenario. Si fue Cintek o como se escriba, daba pues lo mismo que cantara Juanga o Luismi, o Ale Gumán o Ninel Conde, o, por qué no, algún chico prendidísimo y superalivianado y ultracool de la Academia Bicentenario.
Según la excelente nota de Jesús Alejo publicada ayer en Milenio, “El gobierno federal delegó en Instantia Producciones todo lo concerniente al desfile y el festejo del 15 de septiembre, incluida la canción oficial del Bicentenario, que fue encargada a Jaime López y a Aleks Syntek. La empresa, que fundó el australiano Rich Birch para diseñar las celebraciones de la Independencia, también recomendó a los compositores para desarrollar la música que ambientará tanto la caravana como las actividades en el Zócalo de la Ciudad de México. De acuerdo con el secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, Instantia le propuso una selección a la coordinación de los festejos —encabezada por José Manuel Villalpando— un conjunto de músicos y de compositores ‘y la respuesta fue más que entusiasta. Instantia hizo un rastreo con los mexicanos que colaboran con la empresa y nos pareció impecable la propuesta’”. Eso explica mucho.
Mi opinión sobre Jaime López, el letrista, es la mejor que uno puede guardar sobre alguien que se dedica a la música popular. Sus piezas siempre me han parecido originales, muy ingeniosas, pero no sé qué pasó en “El futuro es milenario”. Para empezar, y como apunté al principio, no es posible desbarrar en ese optimismo delirante expuesto desde el mismísimo título. ¿De veras cree que el futuro es milenario o es rollo para que no nos asustemos con la certeza de que ya nos está cargando el payaso? Luego, las estrofas parecen deshilachadas, inconexas, como colocadas un poco al chile. Las imágenes, en general, son de canción descalificada del festival OTI, por lo simplonas: “Nacimos para cantar / Nacimos para bailar / Nacimos en el lugar / Del Cielito Lindo…”. Luego, cuando se imponían otros versos paisajísticos que aprovecharan el uso del “cielito lindo”, hay una transición a otro asunto sin verbo de enlace: “Más siglos para el amor / Más siglos para el color / Más siglos para una canción / Serán bienvenidos…”. Y sigue por ese tenor, como tema de concurso preparatoriano. Con desmedida indulgencia, todo es perdonable, menos el estribillo, un monumento a la glucosa que envidiaría el grupo Fresas con crema: “Shalalalala / El futuro es milenario / Shalalalala / Allá vamos paso a paso / Shalalalala / El futuro es milenario / Shalalalala”. No se puede pedir más miel. La patria entera se empalagará con ese tema. JMV