jueves, julio 15, 2010
URGE UN TAMALÓN
Propongo que a la cruzada en pro del adelgazamiento y en contra de la obesidad la bauticemos Tamalón. Así sonará como Teletón, pero será quizá más importante pues la mayor parte de los mexicanos acusa(mos) un notorio sobrepeso, sobre todo la población infantil, más propensa a engordar pues cae fácilmente en las garras de la publicidad, de los padres irresponsables y del antojo, o de todo eso junto, pues ninguno excluye al otro. El problema es literalmente de subido tonelaje, tanto que ya comenzó a manifestarse como depredador de servicios médicos.
¿Qué haría el Tamalón? Pues, fuera de bromas, enfatizar la urgencia de contar con información adecuada sobre nutrición, crear institutos gratuitos de atención a obesos, frenar el consumo de basura en las escuelas y sancionar con mayores impuestos a quienes lucran con el fomento de la gordura. Si el Estado gasta millones de pesos en servicios médicos, justo será que los alimentos fehacientemente dañinos sean gravados con un porcentaje extra y enfaticen con leyendas en sus envolturas que su consumo inadecuado puede favorecer la obesidad, algo así.
Si no ocurre algo pronto, este problema estallará como globo con agua, y perdón por esta metáfora tan cercana a la imagen que solemos hacernos de la gula. En el DF, por ejemplo, el 75.4% de las mujeres mayores de veinte años padece obesidad, y en el país es de 72% (nota de El Universal). La ciudad de México, pues, “está por arriba del promedio nacional en materia de obesidad y sobrepeso, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Salud del Distrito Federal que revelan que en los hospitales públicos tres de cada cuatro camas están ocupadas por personas que padecen alguna enfermedad detonada por estos padecimientos”.
No se trata, entonces, de un problema menor, pues la obesidad tiene la particularidad de disparar hacia cualquier parte los padecimientos del cuerpo humano. No es la estética lo que está en crisis, sino la misma supervivencia de los sistemas de salud: “Es necesario iniciar medidas. Quizás en cinco o 10 años el sistema de salud público puede colapsar por la cantidad de enfermos que vamos a tener”, señaló Armando Ahued, secretario de Salud del DF.
Tres de cada cuatro camas ocupadas por un problema vinculado a la obesidad es ya, per se, un foco rojo que debe alertarnos sobre el futuro de grasa y shock que se nos viene encima. Ignoro en qué niveles andan otros países, pero la evidencia visible y transeúnte puede servirnos en México para obtener cifras de alarma. Los niños son muy vulnerables al peligro de la obesidad, tanto que se han incrementado los casos de diabéticos prematuros.
Ya desde marzo, el secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos. “advirtió que el sistema de salud del país puede colapsar en las próximas dos décadas por los crecientes costos para atender enfermedades relacionadas con la obesidad y el sobrepeso. Datos federales indican que de 2000 a 2008 se elevó 60% la atención de enfermedades relacionadas con dichos padecimientos, al pasar de 26 mil millones de pesos a más de 40 mil millones, lo que equivale a lo invertido en el Seguro Popular durante 2009”.
No hay, por ello, economía que aguante el peso de este problema. Suena un tanto grotesco, pero la mezcolanza de irresponsabilidad, ocio y alimentación inmunda tiene a México en un puño y a punto de que su sistema de salud ya no tenga escapatoria. Sólo un Tamalón bien orquestado, radical en sus propósitos, puede evitar el Apocalipsis con lonjas que se acerca. JMV
¿Qué haría el Tamalón? Pues, fuera de bromas, enfatizar la urgencia de contar con información adecuada sobre nutrición, crear institutos gratuitos de atención a obesos, frenar el consumo de basura en las escuelas y sancionar con mayores impuestos a quienes lucran con el fomento de la gordura. Si el Estado gasta millones de pesos en servicios médicos, justo será que los alimentos fehacientemente dañinos sean gravados con un porcentaje extra y enfaticen con leyendas en sus envolturas que su consumo inadecuado puede favorecer la obesidad, algo así.
Si no ocurre algo pronto, este problema estallará como globo con agua, y perdón por esta metáfora tan cercana a la imagen que solemos hacernos de la gula. En el DF, por ejemplo, el 75.4% de las mujeres mayores de veinte años padece obesidad, y en el país es de 72% (nota de El Universal). La ciudad de México, pues, “está por arriba del promedio nacional en materia de obesidad y sobrepeso, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Salud del Distrito Federal que revelan que en los hospitales públicos tres de cada cuatro camas están ocupadas por personas que padecen alguna enfermedad detonada por estos padecimientos”.
No se trata, entonces, de un problema menor, pues la obesidad tiene la particularidad de disparar hacia cualquier parte los padecimientos del cuerpo humano. No es la estética lo que está en crisis, sino la misma supervivencia de los sistemas de salud: “Es necesario iniciar medidas. Quizás en cinco o 10 años el sistema de salud público puede colapsar por la cantidad de enfermos que vamos a tener”, señaló Armando Ahued, secretario de Salud del DF.
Tres de cada cuatro camas ocupadas por un problema vinculado a la obesidad es ya, per se, un foco rojo que debe alertarnos sobre el futuro de grasa y shock que se nos viene encima. Ignoro en qué niveles andan otros países, pero la evidencia visible y transeúnte puede servirnos en México para obtener cifras de alarma. Los niños son muy vulnerables al peligro de la obesidad, tanto que se han incrementado los casos de diabéticos prematuros.
Ya desde marzo, el secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos. “advirtió que el sistema de salud del país puede colapsar en las próximas dos décadas por los crecientes costos para atender enfermedades relacionadas con la obesidad y el sobrepeso. Datos federales indican que de 2000 a 2008 se elevó 60% la atención de enfermedades relacionadas con dichos padecimientos, al pasar de 26 mil millones de pesos a más de 40 mil millones, lo que equivale a lo invertido en el Seguro Popular durante 2009”.
No hay, por ello, economía que aguante el peso de este problema. Suena un tanto grotesco, pero la mezcolanza de irresponsabilidad, ocio y alimentación inmunda tiene a México en un puño y a punto de que su sistema de salud ya no tenga escapatoria. Sólo un Tamalón bien orquestado, radical en sus propósitos, puede evitar el Apocalipsis con lonjas que se acerca. JMV