miércoles, junio 02, 2010
FUERA DE LOS 23
El 20 de mayo pasado esta información era la comidilla en los periódicos argentinos (La Razón ): “Maradona sabe bien lo que es quedarse afuera de un Mundial. En el 78, cuando sólo tenía 17 años y ya se destacaba en Argentinos, no estuvo entre los convocados porque Cesar Luis Menotti consideró que era muy chico e iba a tener revancha en otros. Por eso hoy (…) Diego se puso en la piel de los que quedaron out. ‘Los entiendo a todos. Yo también me enojé con Menotti cuando me dejó afuera’, tiró. El técnico de la Selección reveló que prefirió no llamarlos de forma individual para comunicarles la decisión porque ‘me iba a comer una puteada. Es muy difícil hablar, porque yo tenía ganas de putearlo a Menotti cuando me dejó afuera y lo mismo deben sentir lo jugadores que se quedaron afuera. Es una lástima porque hay jugadores que merecían entrar, pero hay que elegir nada más que 23. Me dolió dejar afuera al Pocho Lavezzi’”.
Eso mismo, o algo parecido, pasó el lunes en todo México, aunque con un nivel más bajo de acaloramiento. Haber dejado fuera a Jonathan dos Santos mostró todos los defectos de un negocio mafioso disfrazado de deporte. Por un lado, enseñó la catadura de Javier Aguirre, quien ni siquiera se asomó a la rueda de prensa para anunciar quién iba a ser el recortado. Mostró la pobre inteligencia de la Federación, que debió promover ese recorte mucho antes, dada la turbulencia previsible y hoy peligrosa por la cercanía del mundial. Exhibió el talante atrabiliario y poco objetivo de un representante-padre que deseaba a sus dos retoños en el gran aparador del futbol mundial.
Para empezar, no es para tanto. La brutal mayoría de los futbolistas profesionales no va al mundial, así que es necesario bajarle de huevos a este asunto menor. Es cierto que, pese a lo hecho por Maradona cuando le tocó recortar a los suyos, Aguirre debió encarar por sí mismo la baja de Jonathan dos Santos; el Vasco es el entrenador, bajo él, se supone, recae la responsabilidad de la lista, por lo que se hubiera visto bien, como lo que es, el DT, si sale a declarar frente a la prensa que tal jugador ha quedado al margen del equipo por equis y zeta razones. Lo que hizo, usar como correveidile a Néstor de la Torre, dejó entrever una culpa de la que luego se agarrarían los medios para especular sobre el responsable de la decisión.
El segundo error realmente fue el primero, y lo cometió la directiva de la selección. Si con mil años de antelación sabían que sólo iban 23, ¿para qué postergar hasta los últimos diez días una medida que por fuerza acarrearía fricciones? México no es Brasil, y requiere otra preparación y otra concentración para jugar mediocremente bien, seamos sinceros. Con el ruido de las malas y extemporáneas decisiones lo único que se logra es desestabilizar a los seleccionados que saltarán a la cancha, futbolistas de un nivel decoroso, sí, pero alejado del de las fieras que trotan en Europa y en Sudamérica.
Zizinho, el padre de los hermanos Gio y Jona, cometió el tercer error al declarar lo que declaró con tanta furia. Es evidente que se sintió muy dañado, como si su hijo marginado de la selección fuera ya el sucesor de Pelé. No lo es, por cierto. Es un joven talentoso, que está por ahora en Barcelona como lo estuvo su hermano mayor, pero que todavía no es allí ni Messi ni Xavi. Salvo los porteros, los jugadores que conforman la selección sabían que en cualquier momento la guillotina iba a caer sobre uno. Le tocó a Jonathan, y eso fue motivo suficiente para que su padre expidiera comentarios destemplados, poco lógicos si los sometemos a un mínimo escrutinio. Dice por ejemplo que en la selección “hay muchos intereses”, como si eso no se supiera y como sí él no fuera parte de tales intereses al desear que sus dos representados, es decir, sus hijos, fueran al mundial para cotizarse mejor en caso de un buen torneo y en caso de uno malo también, pues de entrada no vale lo mismo un jugador mundialista que uno sin mundial. Otro detalle: luego del corte, amenazó con que su hijo jamás volverá a vestir la casaca verde, lo que a todas luces es un arranque de poco aprecio por la selección dizque querida. Ni Maradona amenazó con eso cuando lo marginó Menotti. Tuvo su oportunidad después, y la aprovechó. Si Jonathan dos Santos crece y juega bien, la tendrá, más allá de lo que vocifere su representante. JMV
Eso mismo, o algo parecido, pasó el lunes en todo México, aunque con un nivel más bajo de acaloramiento. Haber dejado fuera a Jonathan dos Santos mostró todos los defectos de un negocio mafioso disfrazado de deporte. Por un lado, enseñó la catadura de Javier Aguirre, quien ni siquiera se asomó a la rueda de prensa para anunciar quién iba a ser el recortado. Mostró la pobre inteligencia de la Federación, que debió promover ese recorte mucho antes, dada la turbulencia previsible y hoy peligrosa por la cercanía del mundial. Exhibió el talante atrabiliario y poco objetivo de un representante-padre que deseaba a sus dos retoños en el gran aparador del futbol mundial.
Para empezar, no es para tanto. La brutal mayoría de los futbolistas profesionales no va al mundial, así que es necesario bajarle de huevos a este asunto menor. Es cierto que, pese a lo hecho por Maradona cuando le tocó recortar a los suyos, Aguirre debió encarar por sí mismo la baja de Jonathan dos Santos; el Vasco es el entrenador, bajo él, se supone, recae la responsabilidad de la lista, por lo que se hubiera visto bien, como lo que es, el DT, si sale a declarar frente a la prensa que tal jugador ha quedado al margen del equipo por equis y zeta razones. Lo que hizo, usar como correveidile a Néstor de la Torre, dejó entrever una culpa de la que luego se agarrarían los medios para especular sobre el responsable de la decisión.
El segundo error realmente fue el primero, y lo cometió la directiva de la selección. Si con mil años de antelación sabían que sólo iban 23, ¿para qué postergar hasta los últimos diez días una medida que por fuerza acarrearía fricciones? México no es Brasil, y requiere otra preparación y otra concentración para jugar mediocremente bien, seamos sinceros. Con el ruido de las malas y extemporáneas decisiones lo único que se logra es desestabilizar a los seleccionados que saltarán a la cancha, futbolistas de un nivel decoroso, sí, pero alejado del de las fieras que trotan en Europa y en Sudamérica.
Zizinho, el padre de los hermanos Gio y Jona, cometió el tercer error al declarar lo que declaró con tanta furia. Es evidente que se sintió muy dañado, como si su hijo marginado de la selección fuera ya el sucesor de Pelé. No lo es, por cierto. Es un joven talentoso, que está por ahora en Barcelona como lo estuvo su hermano mayor, pero que todavía no es allí ni Messi ni Xavi. Salvo los porteros, los jugadores que conforman la selección sabían que en cualquier momento la guillotina iba a caer sobre uno. Le tocó a Jonathan, y eso fue motivo suficiente para que su padre expidiera comentarios destemplados, poco lógicos si los sometemos a un mínimo escrutinio. Dice por ejemplo que en la selección “hay muchos intereses”, como si eso no se supiera y como sí él no fuera parte de tales intereses al desear que sus dos representados, es decir, sus hijos, fueran al mundial para cotizarse mejor en caso de un buen torneo y en caso de uno malo también, pues de entrada no vale lo mismo un jugador mundialista que uno sin mundial. Otro detalle: luego del corte, amenazó con que su hijo jamás volverá a vestir la casaca verde, lo que a todas luces es un arranque de poco aprecio por la selección dizque querida. Ni Maradona amenazó con eso cuando lo marginó Menotti. Tuvo su oportunidad después, y la aprovechó. Si Jonathan dos Santos crece y juega bien, la tendrá, más allá de lo que vocifere su representante. JMV