jueves, septiembre 24, 2009
NÚMEROS ENCHILADOS
En nuestro querido código ranchero el color rojo, cuando es de veras rojo, rojo encendido, no suele ser llamado rojo, sino enchilado. Así, enchilados, enchiladísimos, son los números obtenidos por una encuesta de El Universal sobre libros y escritores. Si le concedemos alguna verdad a los resultados que nos proporciona ese ejercicio demoscópico, sin duda estamos para llorar como sociedad sin vocación lectora, y sin duda también han fracasado con estrépito las campañas y los programas educativos de fomento a la lectura, tanto los escolares promovidos por la SEP como los “instrumentados” (esta palabra de seudocaché suele ser usada por los políticos no lectores) desde las instancias culturales. El único consuelo que me queda (muy tonto, por cierto) es que la encuesta, como muchas otras, tal vez no contiene datos absolutamente verdaderos, que los entrevistadores y/o los entrevistados sólo han tropezado por una zancadilla del azar. Pero insisto: es un espejismo que me invento ahora para no sentir que vivimos en un Sahara de lectores.
Es tan pobre la información libresca de los mexicanos que hasta los encuestadores presentaron mal sus resultados: “Textos como ‘Código da Vinci’ y ‘100 años de soledad’ fueron mencionados también por los mexicanos encuestados, aunque 4% de ellos erró al señalar que el escritor Gabriel García Márquez (colombiano) es mexicano”. Primero, no es “Código…”, sino “El código…”, con artículo inicial; y, segundo, no es “100 años…”, sino “Cien años…”, con letra. Eso sin considerar que los títulos de libros no van entre comillas, sino en itálicas.
La encuesta fue aplicada vía telefónica a 500 personas mayores de 18 años y de los 32 estados. Su confiabilidad, dice, es del 95%, y tiene un margen de error de +/- 4.5%. Con esta advertencia, los datos obtenidos mueven a compasión. A la pregunta “¿Cuál es el libro más conocido?”, la Biblia alcanzó el 17%, seguido por Harry Potter (10%), el Quijote (5%), El código da Vinci (4%), No lee (3%), Cien años de soledad (3%), Juventud en éxtasis (2%) y una larga fila de obras con el 1%. Puesto que la pregunta sólo pide el título de un libro, es claro el peso de la mercadotecnia que ha colocado al mago inglés sólo un 7% abajo del libro por antonomasia. El No contestó obtuvo un 33%.
La segunda pregunta no es menos entristecedora: “¿Quién considera usted que es el escritor mexicano más conocido?”. Ganó Octavio Paz, con 20%, aunque supongo que de conocerlo de nombre a leerlo hay un gran trecho; luego siguen, empatados con 4%, los escritores Carlos Cuauhtémoc Sánchez y Gabriel García Márquez, uno de los cuales es también filósofo e injustamente no ha recibido el Nobel. Juan Rulfo aparece con 3%, Neruda con 2%, Ninguno (escritor a quien sinceramente no conozco) figura con 2%, Carlos Fuentes con 2% y No contestó consiguió un poderoso 56%.
De nuevo Octavio Paz ganó en la última pregunta: “¿Y el escritor mundial más conocido?”. El Nobel mexicano consiguió el 6%, seguido por el mexicanizado García Márquez con 5%, J.K. Rowling con 3%, Paulo Coelho con 2%, Shakaspeare con 2%, y con 1% Cervantes de Saavedra (¡sic!), Pablo Neruda, Ernest Hemingway, Stephen King, Mario Benedetti y Mario Vargas Llosa. Otras menciones obtuvo 6% y No contestó arrasó con 69%.
Como podemos apreciar, son preguntas más fáciles que las de El rival más débil, pero con todo y eso el público pujó para decir algo, lo que fuera. La razón de esa dificultad radica en la pobre o nula convivencia que el mexicano tiene con el libro, instrumento de suyo liberador, pero ajeno a los intereses de la raza nostra sometida a la dictadura de la tele. Al ver los resultados de la encuesta, no podemos sino pensar en ese otro desastre, en ese otro déficit: el de la imaginación y el conocimiento que detonan gracias a los libros. La lectura arroja en nuestro país, por ello, números pavorosamente enchilados. JMV
Es tan pobre la información libresca de los mexicanos que hasta los encuestadores presentaron mal sus resultados: “Textos como ‘Código da Vinci’ y ‘100 años de soledad’ fueron mencionados también por los mexicanos encuestados, aunque 4% de ellos erró al señalar que el escritor Gabriel García Márquez (colombiano) es mexicano”. Primero, no es “Código…”, sino “El código…”, con artículo inicial; y, segundo, no es “100 años…”, sino “Cien años…”, con letra. Eso sin considerar que los títulos de libros no van entre comillas, sino en itálicas.
La encuesta fue aplicada vía telefónica a 500 personas mayores de 18 años y de los 32 estados. Su confiabilidad, dice, es del 95%, y tiene un margen de error de +/- 4.5%. Con esta advertencia, los datos obtenidos mueven a compasión. A la pregunta “¿Cuál es el libro más conocido?”, la Biblia alcanzó el 17%, seguido por Harry Potter (10%), el Quijote (5%), El código da Vinci (4%), No lee (3%), Cien años de soledad (3%), Juventud en éxtasis (2%) y una larga fila de obras con el 1%. Puesto que la pregunta sólo pide el título de un libro, es claro el peso de la mercadotecnia que ha colocado al mago inglés sólo un 7% abajo del libro por antonomasia. El No contestó obtuvo un 33%.
La segunda pregunta no es menos entristecedora: “¿Quién considera usted que es el escritor mexicano más conocido?”. Ganó Octavio Paz, con 20%, aunque supongo que de conocerlo de nombre a leerlo hay un gran trecho; luego siguen, empatados con 4%, los escritores Carlos Cuauhtémoc Sánchez y Gabriel García Márquez, uno de los cuales es también filósofo e injustamente no ha recibido el Nobel. Juan Rulfo aparece con 3%, Neruda con 2%, Ninguno (escritor a quien sinceramente no conozco) figura con 2%, Carlos Fuentes con 2% y No contestó consiguió un poderoso 56%.
De nuevo Octavio Paz ganó en la última pregunta: “¿Y el escritor mundial más conocido?”. El Nobel mexicano consiguió el 6%, seguido por el mexicanizado García Márquez con 5%, J.K. Rowling con 3%, Paulo Coelho con 2%, Shakaspeare con 2%, y con 1% Cervantes de Saavedra (¡sic!), Pablo Neruda, Ernest Hemingway, Stephen King, Mario Benedetti y Mario Vargas Llosa. Otras menciones obtuvo 6% y No contestó arrasó con 69%.
Como podemos apreciar, son preguntas más fáciles que las de El rival más débil, pero con todo y eso el público pujó para decir algo, lo que fuera. La razón de esa dificultad radica en la pobre o nula convivencia que el mexicano tiene con el libro, instrumento de suyo liberador, pero ajeno a los intereses de la raza nostra sometida a la dictadura de la tele. Al ver los resultados de la encuesta, no podemos sino pensar en ese otro desastre, en ese otro déficit: el de la imaginación y el conocimiento que detonan gracias a los libros. La lectura arroja en nuestro país, por ello, números pavorosamente enchilados. JMV