sábado, enero 24, 2009
SUPERPLATAFORMA DEL HUMOR
Comenté hace algunos meses que los comediantes tienen una chamba cada vez más difícil. No sólo por la competencia de sus congéneres, sino por la omnipresencia de lo chistoso en internet.
En YouTube, por ejemplo, hay miles de páginas cuyo propósito es hacer reír con audio y video, lo que jamás soñamos quienes fuimos entretenidos por las rutinas ora de Cantinflas, ora de Palillo, ora de Tintán, ora de Los Polivoces.
Nomás de los que menciono hay numerosos fragmentos, de suerte que sólo en esa web podemos “accesar” (dicho esto a la asquerosa usanza de la computología) cuantas veces queramos a puntadas memorables.
Y a propósito de las leyes de la termodinámica, me comenta un lector que he estado muy serio en las columnas recientes, que ni “Terminal” he puesto al final de las colaboraciones.
En caso de que esa observación sea cierta, compenso con un algunas gracejadas que llegaron hace poco a mi buzón.
Como digo, no pasa un día sin que por mail o por cualquier otro medio internético nos llegue algo que aspira a nuestra risa.
Generalmente no sirve ni para eso y siempre viene escrito con las patas, pero en ocasiones hay buenas sorpresas.
Van dos; a ambas les adecenté la sintaxis y la ortografía:
La primera:
Una tarde, el burro y el ratón, su amigo, caminaban por la selva mientras sostenían una animada charla.
Estaban tan distraídos que el burro no vio unas arenas movedizas y cayó en ellas.
Comenzó a dar alaridos:
“Amigo ratón, ayúdame!
¡Ayúdame, por favor!”. El ratoncito se deses-peró, no sabía qué hacer.
De pronto llegó a su cabeza una magnífica idea:
“Espérame un instante, amigo burro, ya regreso”. El ratoncito corrió como loco hasta su casa y sacó del garaje su Mercedes Benz 450 SEL.
Raudamente regresó a las arenas movedizas, bajó del coche y amarró la cola del burro a la defensa del Mercedes Benz, se subió, puso primera y arrancó con delicadeza.
Luego de un par de intentos, logró sacar a su amigo de las arenas movedizas.
Al final todo fue júbilo y fiesta.
El burro reconoció que no existía alguien mejor y más ingenioso que su amigo el ratón:
“¡Amigo ratón, tú eres el mejor cuate del mundo!”, le dijo y lo abrazó.
Un año después, mientras caminaban de nuevo por la selva en animada charla, el destino quiso que el ratón cayera en las mismas arenas movedizas.
Los alaridos se escucharon por toda la jungla: “¡Ayúdame, amigo burro! ¡Ayúdame!”.
El burro se alborotó, no sabía qué hacer, pensaba y pensaba y nada se le ocurría.
“¡Ayúdame, amigo burro, recuerda que hace un año yo te saque de aquí!”, dijo el ratón.
“Sí, amigo, pero yo no tengo auto para rescatarte”, le respondió el burro.
De repente, una idea brillante se le ocurrió al burro.
Sacó su cosota y la colocó sobre las arenas movedizas.
“¡Agárrate, amigo ratón, agárrate fuerte y yo te saco!”.
Con un enorme esfuerzo, el ratoncito logró aferrarse a la cosota del burro, que retrocedió y logró sacar a su amigo.
Al final, cuando el ratoncito ya estaba a salvo, ambos se abrazaron y saltaron de júbilo.
Moraleja:
el que la tiene grande no necesita un Mercedes.
Otro:
Los números no mienten.
Encuentra con esta prueba qué personaje importante del mundo es tu modelo a seguir. No hagas trampa y no veas las respuestas que aparecen al final:
piensa un número del 1 al 9. Multiplícalo por 3. Súmale 3. Vuélvelo a multiplicar por 3. Obtendrás un resultado de 2 o 3 dígitos. Súmalos entre sí para que quedes con un solo dígito.
Ahora revisa en la siguiente lista de personalidades el número que resultó de las operaciones y descubre quién es tu modelo a seguir: 1. Albert Einstein; 2. Napoleón Bonaparte; 3. Aristóteles; 4. Leonardo Da Vinci; 5. Miguel de Cervantes; 6. Galileo Galilei; 7. Luis Pasteur; 8. Jean Paul Sartre; 9. Fabiruchis; 10. Isaac Newton.
¡Felicidades, tu vida estará llena de logros!.
En YouTube, por ejemplo, hay miles de páginas cuyo propósito es hacer reír con audio y video, lo que jamás soñamos quienes fuimos entretenidos por las rutinas ora de Cantinflas, ora de Palillo, ora de Tintán, ora de Los Polivoces.
Nomás de los que menciono hay numerosos fragmentos, de suerte que sólo en esa web podemos “accesar” (dicho esto a la asquerosa usanza de la computología) cuantas veces queramos a puntadas memorables.
Y a propósito de las leyes de la termodinámica, me comenta un lector que he estado muy serio en las columnas recientes, que ni “Terminal” he puesto al final de las colaboraciones.
En caso de que esa observación sea cierta, compenso con un algunas gracejadas que llegaron hace poco a mi buzón.
Como digo, no pasa un día sin que por mail o por cualquier otro medio internético nos llegue algo que aspira a nuestra risa.
Generalmente no sirve ni para eso y siempre viene escrito con las patas, pero en ocasiones hay buenas sorpresas.
Van dos; a ambas les adecenté la sintaxis y la ortografía:
La primera:
Una tarde, el burro y el ratón, su amigo, caminaban por la selva mientras sostenían una animada charla.
Estaban tan distraídos que el burro no vio unas arenas movedizas y cayó en ellas.
Comenzó a dar alaridos:
“Amigo ratón, ayúdame!
¡Ayúdame, por favor!”. El ratoncito se deses-peró, no sabía qué hacer.
De pronto llegó a su cabeza una magnífica idea:
“Espérame un instante, amigo burro, ya regreso”. El ratoncito corrió como loco hasta su casa y sacó del garaje su Mercedes Benz 450 SEL.
Raudamente regresó a las arenas movedizas, bajó del coche y amarró la cola del burro a la defensa del Mercedes Benz, se subió, puso primera y arrancó con delicadeza.
Luego de un par de intentos, logró sacar a su amigo de las arenas movedizas.
Al final todo fue júbilo y fiesta.
El burro reconoció que no existía alguien mejor y más ingenioso que su amigo el ratón:
“¡Amigo ratón, tú eres el mejor cuate del mundo!”, le dijo y lo abrazó.
Un año después, mientras caminaban de nuevo por la selva en animada charla, el destino quiso que el ratón cayera en las mismas arenas movedizas.
Los alaridos se escucharon por toda la jungla: “¡Ayúdame, amigo burro! ¡Ayúdame!”.
El burro se alborotó, no sabía qué hacer, pensaba y pensaba y nada se le ocurría.
“¡Ayúdame, amigo burro, recuerda que hace un año yo te saque de aquí!”, dijo el ratón.
“Sí, amigo, pero yo no tengo auto para rescatarte”, le respondió el burro.
De repente, una idea brillante se le ocurrió al burro.
Sacó su cosota y la colocó sobre las arenas movedizas.
“¡Agárrate, amigo ratón, agárrate fuerte y yo te saco!”.
Con un enorme esfuerzo, el ratoncito logró aferrarse a la cosota del burro, que retrocedió y logró sacar a su amigo.
Al final, cuando el ratoncito ya estaba a salvo, ambos se abrazaron y saltaron de júbilo.
Moraleja:
el que la tiene grande no necesita un Mercedes.
Otro:
Los números no mienten.
Encuentra con esta prueba qué personaje importante del mundo es tu modelo a seguir. No hagas trampa y no veas las respuestas que aparecen al final:
piensa un número del 1 al 9. Multiplícalo por 3. Súmale 3. Vuélvelo a multiplicar por 3. Obtendrás un resultado de 2 o 3 dígitos. Súmalos entre sí para que quedes con un solo dígito.
Ahora revisa en la siguiente lista de personalidades el número que resultó de las operaciones y descubre quién es tu modelo a seguir: 1. Albert Einstein; 2. Napoleón Bonaparte; 3. Aristóteles; 4. Leonardo Da Vinci; 5. Miguel de Cervantes; 6. Galileo Galilei; 7. Luis Pasteur; 8. Jean Paul Sartre; 9. Fabiruchis; 10. Isaac Newton.
¡Felicidades, tu vida estará llena de logros!.