viernes, diciembre 05, 2008
PRODUCTOS NAVIDEÑOS
La crisis nos está pegando a todos.
Hace años, los amigos del mundillo cultural, orgullosos defensores de sus torres marfilinas, no aceptaban ensuciarse las manos en el poco enaltecedor, para ellos, oficio del comercio.
Los artistas, orgullosos como digo e incapaces de vender nada, vivían de lo que fuera, pero nunca se manchaban el ego con el ofrecimiento de productos y servicios comunes y corrientes, indignos de tan inspirados creadores.
Pero la necesidad es la necesidad, y ahora hay que buscarle en lo que sea para sobrevivir.
De eso me di cuenta en los días recientes.
Varios mails publicitarios me alertaron sobre ese viraje del comportamiento artístico.
Ahora ya se vale que un pintor, que un músico, que un escritor o quien sea dedicado al arte le haga publicidad no a su obra, sino a productos que antes sólo eran explotados por las señoras.
Me refiero a las galletitas, a los chocolatitos, a los adornitos, a todo eso que termina en “ito” y sirve para que el espíritu navideño nos invada con mayor hondura y centellante rapidez.
Para qué mentir, pues.
La situación también me ha orillado a trabajar una línea de productos y servicios navideños que pongo a la consideración del amable, inteligente y distinguido consumidor lagunero.
Ojalá que estas fiestas decembrinas sean acompañadas por alguno de los siguientes productos:
1) Reno poeta.
Se trata de un hermoso reno de peluche abundantemente decorado; tiene una gran cornamenta que puede servir para colgar llaveros o notas de pago que dejemos pendientes para enero.
Su mejor gracia es que al oprimir su nariz escarlata nos recita fragmentos de “El brindis del bohemio”.
2) Esfera mágica. Linda esfera de colores cuyo encanto radica en que la adjetivamos “mágica”, aunque eso sólo sea un adjetivo que muy poco tiene que ver en verdad con el producto.
Para justificar la supuesta magia, sin embargo, la esfera contiene una bebida lista para ser ingerida y sorprender a los invitados durante la cena de navidad.
Las tenemos con ron, con brandy, con tequila y, las más económicas, con sotol.
3) Villancicos a domicilio.
Se trata de un servicio único en la comunidad, pues reúne a varios de los más inspirados escritores laguneros que personalmente y en persona llegan a cantar, cual rondalla que sí razona, villancicos vanguardistas y, por tanto, de la más elevada calidad literaria.
El grupo de villancillistas ascendía en julio a ocho personas, pero tras la crisis económica nuestro contingente aumentó a treinta, lo cual garantiza una mayor y más lastimera emotividad.
4) Santoclós flaco, chaparro, moreno y lampiño.
En claro rechazo a la invasión de modelos extranjeros, hemos decidido acabar de golpe con la imagen gordezuela, robusta, blanca y barbada del Santoclós imperialista.
Por ello, ofrecemos la entrega de regalos a domicilio mediante un mecanismo que denominamos “santoclosización nacionalista”.
Nuestros sannicolases se apegan al tipo étnico predominante en esta suave patria (usted puede escoger al Santoclós que más le guste si contrata el coro de los villancicos, pues sus integrantes también se alquilan para entrega de regalos).
5) Piñata literaria.
“No quiero oro ni quiero plata, yo lo que quiero es romper la piñata”, dice la hermosa cancioncilla que entonamos en estas fechas de armonía familiar.
En consonancia con el espíritu que rechaza los apetitos materiales, hemos diseñado una piñata que en vez de dulces, naranjas, cacahuates y tejocotes contenga libros, esas ediciones que los escritores laguneros jamás hemos podido vender y que sin embargo gozan de extraordinario prestigio entre nuestros amigos.
Es un producto innovador, pues además de diversión la piñata literaria garantiza que los libros por fin terminen en alguna parte distinta a la casa de los autores.
Hace años, los amigos del mundillo cultural, orgullosos defensores de sus torres marfilinas, no aceptaban ensuciarse las manos en el poco enaltecedor, para ellos, oficio del comercio.
Los artistas, orgullosos como digo e incapaces de vender nada, vivían de lo que fuera, pero nunca se manchaban el ego con el ofrecimiento de productos y servicios comunes y corrientes, indignos de tan inspirados creadores.
Pero la necesidad es la necesidad, y ahora hay que buscarle en lo que sea para sobrevivir.
De eso me di cuenta en los días recientes.
Varios mails publicitarios me alertaron sobre ese viraje del comportamiento artístico.
Ahora ya se vale que un pintor, que un músico, que un escritor o quien sea dedicado al arte le haga publicidad no a su obra, sino a productos que antes sólo eran explotados por las señoras.
Me refiero a las galletitas, a los chocolatitos, a los adornitos, a todo eso que termina en “ito” y sirve para que el espíritu navideño nos invada con mayor hondura y centellante rapidez.
Para qué mentir, pues.
La situación también me ha orillado a trabajar una línea de productos y servicios navideños que pongo a la consideración del amable, inteligente y distinguido consumidor lagunero.
Ojalá que estas fiestas decembrinas sean acompañadas por alguno de los siguientes productos:
1) Reno poeta.
Se trata de un hermoso reno de peluche abundantemente decorado; tiene una gran cornamenta que puede servir para colgar llaveros o notas de pago que dejemos pendientes para enero.
Su mejor gracia es que al oprimir su nariz escarlata nos recita fragmentos de “El brindis del bohemio”.
2) Esfera mágica. Linda esfera de colores cuyo encanto radica en que la adjetivamos “mágica”, aunque eso sólo sea un adjetivo que muy poco tiene que ver en verdad con el producto.
Para justificar la supuesta magia, sin embargo, la esfera contiene una bebida lista para ser ingerida y sorprender a los invitados durante la cena de navidad.
Las tenemos con ron, con brandy, con tequila y, las más económicas, con sotol.
3) Villancicos a domicilio.
Se trata de un servicio único en la comunidad, pues reúne a varios de los más inspirados escritores laguneros que personalmente y en persona llegan a cantar, cual rondalla que sí razona, villancicos vanguardistas y, por tanto, de la más elevada calidad literaria.
El grupo de villancillistas ascendía en julio a ocho personas, pero tras la crisis económica nuestro contingente aumentó a treinta, lo cual garantiza una mayor y más lastimera emotividad.
4) Santoclós flaco, chaparro, moreno y lampiño.
En claro rechazo a la invasión de modelos extranjeros, hemos decidido acabar de golpe con la imagen gordezuela, robusta, blanca y barbada del Santoclós imperialista.
Por ello, ofrecemos la entrega de regalos a domicilio mediante un mecanismo que denominamos “santoclosización nacionalista”.
Nuestros sannicolases se apegan al tipo étnico predominante en esta suave patria (usted puede escoger al Santoclós que más le guste si contrata el coro de los villancicos, pues sus integrantes también se alquilan para entrega de regalos).
5) Piñata literaria.
“No quiero oro ni quiero plata, yo lo que quiero es romper la piñata”, dice la hermosa cancioncilla que entonamos en estas fechas de armonía familiar.
En consonancia con el espíritu que rechaza los apetitos materiales, hemos diseñado una piñata que en vez de dulces, naranjas, cacahuates y tejocotes contenga libros, esas ediciones que los escritores laguneros jamás hemos podido vender y que sin embargo gozan de extraordinario prestigio entre nuestros amigos.
Es un producto innovador, pues además de diversión la piñata literaria garantiza que los libros por fin terminen en alguna parte distinta a la casa de los autores.