sábado, julio 05, 2008
MATERIAL SOBRE CALÓ
Jaime Muñoz Vargas
Hace como tres meses recibí una invitación de la revista Siglo Nuevo; me pedían que colaborara en un apunte sobre caló mexicano. Mandaron una entrevista y una serie de expresiones o palabras para que yo tratara de explicar su origen y su sentido. El trabajo fue muy rápido, y lo que mandé sirvió como base de una edición en la que se mezclaron las opiniones de Concepción Conpany, Saúl Rosales, Antonio Álvarez, María Emilia Díaz y las de un servidor. Pasado el tiempo, copio lo que hice exactamente, las respuestas del cuestionario y mi veloz despachamiento de la lista con frases y palabras de nuestra cotidianidad. Esto fue, pues, lo que envié, en greña, para aquella publicación, la número 50 de Siglo Nuevo (17 de mayo de 2008).
—¿Cómo se pueden llamar a estas frases que los mexicanos utilizamos en nuestro lenguaje popular?En general, podemos denominarlas frases hechas, frases cliché, lugares comunes, muletillas, en ciertos casos caló.
—¿Existen este tipo de expresiones en otros países?En todos, sin duda. A lado de cualquier lengua nacen, se desarrollan y mueren esas expresiones que, por varias razones, adquieren popularidad y son usadas en determinado tiempo por una comunidad de hablantes. Podemos pensar no sólo en países, sino específicamente en regiones como usuarias de tal o cual expresión cliché. Antes, gracias al relativo aislamiento en el que vivían las comunidades, una frase de ese tipo sólo era usada en el espacio donde había sido acuñada y un poco más lejos; con los medios de comunicación electrónicos, esas expresiones pegadizas alcanzaron popularidad nacional. Los casos son muy numerosos. La gente todavía dice, por ejemplo, cuando visita a alguien, que está “visitando a las estrellas” (nombre de un programa de Paco Malgesto); o cuando un hecho amenaza con tener continuación, dice “y aún hay más” (por la frase de Raúl Velasco); o cuando alguien comenta algo imprudente, dice “se me chispotió” (como al Chavo del Ocho); o para algo que parece o es desagradable, expresa “está del nabo” (como dice Adal Ramones). Los medios, como se podrá advertir, son los nuevos creadores en masa de frases comunes y desechables.
—¿Por qué razón las utilizamos en nuestro habla cotidiano?La razón me parece inescrutable. Supongo que, primero, por su sonoridad, por su contundencia, por su eficacia. En la comunicación cara a cara lo que se pretende, en muchos de los casos, es decir algo con la mayor economía posible de recursos. Las frases cliché ahorran tiempo y esfuerzo; en vez de pensar en acuñar una metáfora nueva para decir que algo tuvo mucho éxito, la gente recurre a lo ya creado: “se vendió como pan caliente”. En vez de aprender a calificar con riqueza verbal (es interesante, valioso, oportuno, legítimo, significativo, hermoso, notable, etcétera) los jóvenes evitan gasto de neuronas y a todo lo que les agrada lo califican como “chido”, “está chido”.
—¿Desde qué época proviene el uso de este tipo de expresiones en México?Desde siempre. Y no sólo en México. En todas partes. Hay expresiones de larga vida; otras, apenas son usadas por una generación; por ejemplo, en los seseta/setenta los jóvenes decían mucho “no te aplatanes”. Hoy, que yo sepa, esa frase habita el museo de los objetos verbales descontinuados. Quienes la usan delatan inmediatamente su contumaz anacronía.
—¿Cuál es el proceso por el que tiene que pasar una frase para que permanezca en uso?Yo no diría ‘proceso’, pues un proceso es algo que de alguna forma insinúa la presencia de un componente racional, controlado. Todo es azar en el caso de las frases cliché. Aunque creo que depende más que nada de la eufonía. Es para mí un misterio que ciertas frases sobrevivan y otras mueran. ¿De qué depende esa vida y esa muerte? Creo que es algo intrínsecamente misterioso, tan desentrañable que no vale mucho la pena hundir la mirada en ese abismo.
—¿Estas frases son inventos, ocurrencias o ambas cosas?Nacen, supongo, como chispazos. Alguien la dice, alguien la escribe, alguien la lee; luego alguien la multiplica, la frase corre con suerte en una comunidad y un día cualquiera se hace célebre.
—¿De dónde salen estas frases, de la capital hacia el resto del país? ¿A qué se debe?Hoy, los medios electrónicos marcan su influencia verbal a todo el país. Muchas frases acuñadas por chilangos son usadas en toda la república gracias al soporte de los medios. Hoy, por ejemplo, todos los periodistas de espectáculos de provincia informan sobre “los famosos”. Nadie les decía así hasta que Abraham Zabludowski los bautizó con esa etiqueta en sus noticieros de Televisa. A todos les gustó la fórmula y hoy no hay programa de noticias que no diga, “vamos ahora a la información sobre los famosos”. La gente, por economía mental, acepta que son noticias de la farándula, aunque en sentido estricto podría ser información de todo tipo, pues Einstein, Clinton o Maradona también son famosos y nunca han salido en una telenovela.
—¿Por qué estas frases se utilizan en la mayor parte de México?No todas, sólo las que han tenido como catapulta a los medios electrónicos o al cine. Hay infinidad de frases cliché laguneras que no conocen en Campeche, y al revés. Así es esto; son tantas las frases que cualquier intento por computarlas termina en el fracaso.
—¿En qué estados de la República se usan más este tipo de frases? ¿Por qué?En todos.—¿En qué estados se usan menos este tipo de frases? ¿A qué cree que se deba?En todos se usan y no se usan. La cantidad es inescrutable, incomputable, inmedible. Está en continuo movimiento.
—¿Considera que las personas las usamos porque sabemos lo que significan o por costumbre?Son muletillas, más que nada. Pocos reflexionan bien a bien en el origen, en las virtudes fonéticas o la eficacia de una frase cliché. La gente se acostumbra a ellas como se acostumbró, sin pensarlo, a decir “buenos días”. Usa la fórmula sin pensar en sus ingredientes.
—¿Cree usted que en algún momento estas expresiones quedarán en desuso? ¿Por qué?Todas tienen nacimiento, desarrollo y muerte. El tiempo que dura ese viaje es muy variable.
—¿Cree usted que se van a ir añadiendo otras frases al argot mexicano? ¿Por qué?Sin darnos cuenta, todos los días nacen o mueren, o seminacen y semimueren frases. El asunto es lento y difuso, imperceptible para el ojo humano. Nadie puede decir, por ello, “hoy nació una frase cliché, y es ésta…”, u “hoy murió una frase cliché, y es ésta…”.
—¿Considera que estas frases sean positivas para nuestro lenguaje? ¿Por qué?A la comunicación verbal no podemos valorarla en esos términos. En todo caso, pensaría si son enriquecedoras o empobrecedoras de la expresión. Creo que en general son empobrecedoras e inevitables.
Expresiones mexicanasNota: Creo que muchas expresiones no tienen una explicación aceptable en términos de origen. Creo asimismo que varias sólo tienen lógica a partir de su eufonía (frases que suenan bien y se tornan pegajosas). En todo caso, todas mis propuestas encierran sólo probabilidad. Es importante anotar esto, pues no quiero pasar por charlatán. Les suplico que en algún lugar del texto anoten esta advertencia.
1. ¡Ah Chihuahua!/ ¡Chihuahua!: Interjección eufónica. El sonido ‘ch’ es muy usado y apreciado en México para expresiones populares; de hecho, muchos nombres propios tienen su hipocorístico (se le llama así a la deformación afectuosa del nombre propio) con presencia de la letra ‘ch’: Chava, Chole, Chon, Chacha, Chabela, Chito, Chilo, Huicho, Pancho, Chayo, Chule, Chano, Chencho, Checo, Cheto, Chema, Chelis, Chuy, Chalo y un largo etcétera.
2. Andar de gorra: Probablemente, porque el sombrero entra gratis. Dícese de los que entran a una fiesta o espectáculo son invitación o sin pagar.
3. Caer el veinte: Los teléfonos funcionaban antes con monedas de veinte centavos. Cuando caía el veinte comenzaban a funcionar, entraba la llamada.
4. No manches: Deformación menos brutal de la expresión popular ‘no mames’, de uso múltiple.
5. Me vale: Contracción de la expresión ‘me vale madre’, ‘no me importa’. ‘Madre’ es palabra de uso agresivo en México.6. Hacer un oso: Probablemente, por la rima que se da entre la palabra ‘oso’ y ‘baboso’, significa hacer una babosada, cometer una tontería.
7. Andar en bola: No creo que requiera mayor explicación. Es andar en grupo, apiñado al clan.
8. Hacer la valona: Supongo que es expresión antigua no completamente en desuso. Vale por encubrir, solapar a alguien. Quizá porque la ‘valona’ era una prenda usada en el cuello, que requería cierto arreglo y daba empaque social, como una corbata actual. ‘Hacer la valona’, pues, es mostrar a alguien como lo que no es, encubrirlo, acicalarlo con una prenda fina.
9. Andar hasta atrás: Probablemente, porque muchos borrachos suelen quedarse, como dice José Alfredo Jiménez, ‘en el rincón de una cantina’, es decir, ‘hasta atrás’.
10. Dar hueva/ ¡Qué hueva!: No hay relación directa, que yo sepa, entre el tamaño de los testículos y la pereza. Son embargo, en México el huevón es el perezoso, de ahí ‘tener hueva’, ‘dar hueva’ y sus variantes.
11. Echarse una cascarita: Probablemente, porque antes había un juego popular que consistía en jugar ‘dominadas’ (controlar con los pies, sin que caiga, un balón) con una mitad de cáscara de naranja provista de hoyitos y con forma de minúsculo paracaídas.
12. ¡Qué padre!: Interjección eufónica. Llama la atención que ‘padre’ sirva para destacar lo bueno, y ‘madre’ sea usado para expresiones violentas: vale madre, chingue a su madre.
13. La regaste: De origen muy incierto. Equivocarse, como derramar, desparramar algo.
14. No comió frijoles: No la conozco.
15. Echar la mano: Una simple sinécdoque; significa ayudar, pero uno ayuda generalmente de cuerpo entero, así que se toma la parte que ayuda más visiblemente (la mano) para significar la solidaridad del todo (el cuerpo), de ahí que sea una sinécdoque. En México, el verbo ‘echar’, por lo común feo, es de uso cotidiano y excesivo: echar un lonche, echar un café, echar un pedo, echar un sueñito, echar un palo, echar un rollo, echar una jeta, echar un vistazo, echar una pestañita, echar una cana al aire, etcétera.
16. ¡Qué chido!: Interjección eufónica. Otra vez con presencia de la ‘ch’.
17. De pata de perro: Los perros callejeros andan, obvio, siempre en la calle, camine y camine. Las personas que hacen lo mismo tienen ‘pata de perro’.
18. Andar faroleando: Probablemente, estar parado, ociosamente, en un farol público.
19. Chupar Faros: Caer en lo más bajo, fracasar en algo, sucumbir a lo más abyecto. Por la marca de los deliciosos cigarrillos Faros, los más baratos de México.
20. Llevársela al baile. Involucrar a alguien, hacerlo cómplice. Ignoro su origen.
21. Echarse el chal. Charlar con alguien generalmente sobre temas frívolos. El chal es prenda de señora vieja, de pueblo, mujer que suele ser asociada con el chismarajo. Ojo con la presencia, otra vez, del multiusos verbo ‘echar’.
22. Meter la pata. Equivocarse. Probablemente provenga de la cinegética o cacería: quien mete la pata (en la trampa) está perdido.
23. Echar los perros. Flirtear a alguien con desmesura. En nuestras ciudades es notorio cómo los perros suelen perseguir a las perras en celo; las acosan hasta ayuntarse con ellas.
24. Parir chayotes. Hacer algo con demasiado dolor. Es una metáfora bestial, dado que debemos imaginar a una mujer dando a luz un chayote, verdura fea y llena de púas.
25. Hacer mosca: Molestar a alguien, fastidiar precisamente como fastidian las moscas.
26. Quedarse para vestir santos: Por la vieja imagen popular que pone a las solteronas como extremadamente religiosas, dedicadas en mucho al cuidado de las imágenes de santos.
27. Hacer un pancho: Expresión eufónica. Ojo con la ‘ch’.
28. Me importa un bledo: Un bledo es cierta planta de insignificante valor. ‘Me importa un bledo’ es, pues, no concederle trascendencia a algo.
29. Está bien chafa: Expresión eufónica. Ojo con la ‘ch’.
30. Ser un naco: Se dice que probablemente es una contracción de “chinaco”. Vale en México por falto de elegancia, de prestigio social, de lustre. Como muchas otras, creo que la palabra ‘naco’ basa su eficacia en la contundencia fonética; es eficaz por breve, por silábicamente impactante; así naco, chido, joto, puto, bato, loco, ruco, güey, neta, meco, codo, culo, morra, ñora, mota, chemo, teco, compa; todas son cortantes, de una o dos sílabas, es decir, formas rápidas para llamar y/o agredir.
31. ¡Está cañón!: Deformación de la frase ‘está cabrón’, ‘está difícil’.
32. Es un churro: Durante un tiempo, en México fueron filmadas muchas películas de ínfima calidad. Se dijo entonces que las cocinaban como ‘churros’, que las películas eran ‘churros’. Por extensión, un churro puede ser algo corriente, lo que sea. También, en La Laguna solemos llamarle así al cigarro de mariguana: ‘Pasa el churro, compa’, dicen los aficionados a fumar mota.
o 33. Se me fue el avión: Andar ‘ido’, extraviado mentalmente, tanto que uno se olvida de lo importante, como tomar el avión.
34. ¿Qué onda?/ ser buena onda. De origen incierto. Expresión común.
35. Echarse un taco de ojo: Otra vez, el verbo ‘echar’ en la expresión. Metáfora para significar que alguien mira con lascivia, que el ‘ojo’ obtiene placer al observar, tanto como el paladar al comer, en efecto, tacos de ojo (barbacoa). Parece una sinestesia, figura retórica que combina sentidos, como en las frases ‘Tiene una mirada suculenta’, o ‘Canta con voz rasposa’.
36. Se le hizo agua la canoa: Para que alguien caiga de una canoa, es necesario que ésta se voltee. ‘Voltearse’ en México es amariconarse, ser ‘volteado’.
37. Ser la neta: No creo que haya claridad sobre el origen de la palabra ‘neta’, que significa ‘verdad evidente’. ‘Ser la neta’ es ser honesto, auténtico, sincero, franco, sin dobleces.
38. ¡Qué mala leche!: La leche echada a peder es horrible, vomitiva. Hacer algo con mala leche (ojo con la ‘ch’) es hacerlo con ánimo agrio, torcido.
39. Dar lata/ Ser latoso. Probablemente, porque antes era ‘latoso’ abrir las latas.
40. ¡Aguas!/ Echar aguas: Parece ser que fue una contraseña. Alguien echaba agua (sin necesidad, fingiendo trabajar) y avisaba de algo a sus secuaces.
41. Poner gorro: De origen incierto. Fastidiar.
42. Dormir la mona: De origen incierto. Tal vez descansar como primate.
43. Ser mula: La mula es terca, arisca. Ser como ella revela malicia, testarudez.
44. Hacerse pato: Expresión eufónica. No mostrar interés en algo.
45. Estar del nabo: Expresión eufónica de muy reciente uso y puesta de moda por la televisión.
46. Echarse un coyotito: Expresión eufónica. Ojo con el verbo ‘echar’.
47. Hacer la barba: Lambisconear. Atender con demasiada solicitud a alguien, como el barbero a sus clientes, quienes pueden hasta dormir mientras son afeitados.
48. Ser rabo verde: Viejo demasiado libidinoso, lúbrico, calenturiento. Se le dice así por ciertas cebollas: la cabeza blanca (canosa) y el rabo verde.
49. Tener atole en las venas: El atole es espeso y corre con lentitud. Dícese pues que una persona lerda, pasiva, en vez de sangre tiene ‘atole’.
50. Estar más loco que una cabra: De golpe, sin aviso, las chivas suelen emprenderla a patadas y topes contra todo lo que las rodea. Así ciertas personas que gritan y aspaventean sin un motivo preciso.
51. Pasarse de lanza: Tal vez porque en ciertos pleitos era necesario que los contrincantes usaran cuchillos o lanzas del mismo tamaño; pasarse de lanza es abusar, llevar ventaja en algo.
52. Ser codo: Tal vez apócope de ‘codicioso’. Se usa como sinónimo de avaro.
53. Ser un cuero: La piel, el pellejo, el cuero es lo primero que vemos de la persona. Por ello, alguien demasiado atractivo, hombre o mujer, es ‘un cuero’.
54. Ser fregón/ Fregar: Fregar algo es tallarlo, exprimirlo, estrujarlo. Un ‘fregón’ es alguien que hace eso mismo con sus semejantes. Se puede usar en dos sentidos: para ofender y para encomiar. ‘Fulano friega mucho, se la pasa fastidiando’; ‘Fulano es un fregón, tiene un gran sueldo’.
55. No me pelas/ Pelar: Probablemente, cuando mondamos (pelamos) algo lo hacemos con minuciosidad, y asimismo, cuando ‘pelamos’ a alguien la atendemos con minuciosidad. ‘No pelar’ es no atender.
56. Ser barco: Probablemente, porque los barcos son transportes que se caracterizan por su gran capacidad y porque echan encima lo que sea sin detenerse a ver con detalle tanto las mercancías como la tripulación. Así, un profesor barco es un transporte (de alumnos) no muy escrupuloso, que aprueba sin rigor a sus estudiantes.
57. Se le botó la canica: Parece que viene de la mecánica; ciertos baleros (aros que giran con balines, es decir, con canicas de metal) descompuestos echaban a perder toda una máquina.
58. Enseñar el cobre: Metáfora tomada de la numismática; las monedas con chapa de oro se despintaban con el uso y “enseñaban el cobre”, o sea, que eran corrientes, de ese metal común. Por extensión, las personas que se dicen finas, cultas o de cualquier condición prestigiosa y en verdad no lo son, tarde o temprano pierden su brillo, se despintan y ‘enseñan el cobre’.
59. Está bien suave/ Ya estuvo suave: Suave como mullido; por extensión, cómodo, atractivo, hermoso, placentero.
60. ¡Qué conchudo!/ Hacer concha: Ser ‘conchudo’ es como tener una coraza (una concha) que impide la pena, la vergüenza, y hace cínico y abusivo a quien la ostenta.
Hace como tres meses recibí una invitación de la revista Siglo Nuevo; me pedían que colaborara en un apunte sobre caló mexicano. Mandaron una entrevista y una serie de expresiones o palabras para que yo tratara de explicar su origen y su sentido. El trabajo fue muy rápido, y lo que mandé sirvió como base de una edición en la que se mezclaron las opiniones de Concepción Conpany, Saúl Rosales, Antonio Álvarez, María Emilia Díaz y las de un servidor. Pasado el tiempo, copio lo que hice exactamente, las respuestas del cuestionario y mi veloz despachamiento de la lista con frases y palabras de nuestra cotidianidad. Esto fue, pues, lo que envié, en greña, para aquella publicación, la número 50 de Siglo Nuevo (17 de mayo de 2008).
—¿Cómo se pueden llamar a estas frases que los mexicanos utilizamos en nuestro lenguaje popular?En general, podemos denominarlas frases hechas, frases cliché, lugares comunes, muletillas, en ciertos casos caló.
—¿Existen este tipo de expresiones en otros países?En todos, sin duda. A lado de cualquier lengua nacen, se desarrollan y mueren esas expresiones que, por varias razones, adquieren popularidad y son usadas en determinado tiempo por una comunidad de hablantes. Podemos pensar no sólo en países, sino específicamente en regiones como usuarias de tal o cual expresión cliché. Antes, gracias al relativo aislamiento en el que vivían las comunidades, una frase de ese tipo sólo era usada en el espacio donde había sido acuñada y un poco más lejos; con los medios de comunicación electrónicos, esas expresiones pegadizas alcanzaron popularidad nacional. Los casos son muy numerosos. La gente todavía dice, por ejemplo, cuando visita a alguien, que está “visitando a las estrellas” (nombre de un programa de Paco Malgesto); o cuando un hecho amenaza con tener continuación, dice “y aún hay más” (por la frase de Raúl Velasco); o cuando alguien comenta algo imprudente, dice “se me chispotió” (como al Chavo del Ocho); o para algo que parece o es desagradable, expresa “está del nabo” (como dice Adal Ramones). Los medios, como se podrá advertir, son los nuevos creadores en masa de frases comunes y desechables.
—¿Por qué razón las utilizamos en nuestro habla cotidiano?La razón me parece inescrutable. Supongo que, primero, por su sonoridad, por su contundencia, por su eficacia. En la comunicación cara a cara lo que se pretende, en muchos de los casos, es decir algo con la mayor economía posible de recursos. Las frases cliché ahorran tiempo y esfuerzo; en vez de pensar en acuñar una metáfora nueva para decir que algo tuvo mucho éxito, la gente recurre a lo ya creado: “se vendió como pan caliente”. En vez de aprender a calificar con riqueza verbal (es interesante, valioso, oportuno, legítimo, significativo, hermoso, notable, etcétera) los jóvenes evitan gasto de neuronas y a todo lo que les agrada lo califican como “chido”, “está chido”.
—¿Desde qué época proviene el uso de este tipo de expresiones en México?Desde siempre. Y no sólo en México. En todas partes. Hay expresiones de larga vida; otras, apenas son usadas por una generación; por ejemplo, en los seseta/setenta los jóvenes decían mucho “no te aplatanes”. Hoy, que yo sepa, esa frase habita el museo de los objetos verbales descontinuados. Quienes la usan delatan inmediatamente su contumaz anacronía.
—¿Cuál es el proceso por el que tiene que pasar una frase para que permanezca en uso?Yo no diría ‘proceso’, pues un proceso es algo que de alguna forma insinúa la presencia de un componente racional, controlado. Todo es azar en el caso de las frases cliché. Aunque creo que depende más que nada de la eufonía. Es para mí un misterio que ciertas frases sobrevivan y otras mueran. ¿De qué depende esa vida y esa muerte? Creo que es algo intrínsecamente misterioso, tan desentrañable que no vale mucho la pena hundir la mirada en ese abismo.
—¿Estas frases son inventos, ocurrencias o ambas cosas?Nacen, supongo, como chispazos. Alguien la dice, alguien la escribe, alguien la lee; luego alguien la multiplica, la frase corre con suerte en una comunidad y un día cualquiera se hace célebre.
—¿De dónde salen estas frases, de la capital hacia el resto del país? ¿A qué se debe?Hoy, los medios electrónicos marcan su influencia verbal a todo el país. Muchas frases acuñadas por chilangos son usadas en toda la república gracias al soporte de los medios. Hoy, por ejemplo, todos los periodistas de espectáculos de provincia informan sobre “los famosos”. Nadie les decía así hasta que Abraham Zabludowski los bautizó con esa etiqueta en sus noticieros de Televisa. A todos les gustó la fórmula y hoy no hay programa de noticias que no diga, “vamos ahora a la información sobre los famosos”. La gente, por economía mental, acepta que son noticias de la farándula, aunque en sentido estricto podría ser información de todo tipo, pues Einstein, Clinton o Maradona también son famosos y nunca han salido en una telenovela.
—¿Por qué estas frases se utilizan en la mayor parte de México?No todas, sólo las que han tenido como catapulta a los medios electrónicos o al cine. Hay infinidad de frases cliché laguneras que no conocen en Campeche, y al revés. Así es esto; son tantas las frases que cualquier intento por computarlas termina en el fracaso.
—¿En qué estados de la República se usan más este tipo de frases? ¿Por qué?En todos.—¿En qué estados se usan menos este tipo de frases? ¿A qué cree que se deba?En todos se usan y no se usan. La cantidad es inescrutable, incomputable, inmedible. Está en continuo movimiento.
—¿Considera que las personas las usamos porque sabemos lo que significan o por costumbre?Son muletillas, más que nada. Pocos reflexionan bien a bien en el origen, en las virtudes fonéticas o la eficacia de una frase cliché. La gente se acostumbra a ellas como se acostumbró, sin pensarlo, a decir “buenos días”. Usa la fórmula sin pensar en sus ingredientes.
—¿Cree usted que en algún momento estas expresiones quedarán en desuso? ¿Por qué?Todas tienen nacimiento, desarrollo y muerte. El tiempo que dura ese viaje es muy variable.
—¿Cree usted que se van a ir añadiendo otras frases al argot mexicano? ¿Por qué?Sin darnos cuenta, todos los días nacen o mueren, o seminacen y semimueren frases. El asunto es lento y difuso, imperceptible para el ojo humano. Nadie puede decir, por ello, “hoy nació una frase cliché, y es ésta…”, u “hoy murió una frase cliché, y es ésta…”.
—¿Considera que estas frases sean positivas para nuestro lenguaje? ¿Por qué?A la comunicación verbal no podemos valorarla en esos términos. En todo caso, pensaría si son enriquecedoras o empobrecedoras de la expresión. Creo que en general son empobrecedoras e inevitables.
Expresiones mexicanasNota: Creo que muchas expresiones no tienen una explicación aceptable en términos de origen. Creo asimismo que varias sólo tienen lógica a partir de su eufonía (frases que suenan bien y se tornan pegajosas). En todo caso, todas mis propuestas encierran sólo probabilidad. Es importante anotar esto, pues no quiero pasar por charlatán. Les suplico que en algún lugar del texto anoten esta advertencia.
1. ¡Ah Chihuahua!/ ¡Chihuahua!: Interjección eufónica. El sonido ‘ch’ es muy usado y apreciado en México para expresiones populares; de hecho, muchos nombres propios tienen su hipocorístico (se le llama así a la deformación afectuosa del nombre propio) con presencia de la letra ‘ch’: Chava, Chole, Chon, Chacha, Chabela, Chito, Chilo, Huicho, Pancho, Chayo, Chule, Chano, Chencho, Checo, Cheto, Chema, Chelis, Chuy, Chalo y un largo etcétera.
2. Andar de gorra: Probablemente, porque el sombrero entra gratis. Dícese de los que entran a una fiesta o espectáculo son invitación o sin pagar.
3. Caer el veinte: Los teléfonos funcionaban antes con monedas de veinte centavos. Cuando caía el veinte comenzaban a funcionar, entraba la llamada.
4. No manches: Deformación menos brutal de la expresión popular ‘no mames’, de uso múltiple.
5. Me vale: Contracción de la expresión ‘me vale madre’, ‘no me importa’. ‘Madre’ es palabra de uso agresivo en México.6. Hacer un oso: Probablemente, por la rima que se da entre la palabra ‘oso’ y ‘baboso’, significa hacer una babosada, cometer una tontería.
7. Andar en bola: No creo que requiera mayor explicación. Es andar en grupo, apiñado al clan.
8. Hacer la valona: Supongo que es expresión antigua no completamente en desuso. Vale por encubrir, solapar a alguien. Quizá porque la ‘valona’ era una prenda usada en el cuello, que requería cierto arreglo y daba empaque social, como una corbata actual. ‘Hacer la valona’, pues, es mostrar a alguien como lo que no es, encubrirlo, acicalarlo con una prenda fina.
9. Andar hasta atrás: Probablemente, porque muchos borrachos suelen quedarse, como dice José Alfredo Jiménez, ‘en el rincón de una cantina’, es decir, ‘hasta atrás’.
10. Dar hueva/ ¡Qué hueva!: No hay relación directa, que yo sepa, entre el tamaño de los testículos y la pereza. Son embargo, en México el huevón es el perezoso, de ahí ‘tener hueva’, ‘dar hueva’ y sus variantes.
11. Echarse una cascarita: Probablemente, porque antes había un juego popular que consistía en jugar ‘dominadas’ (controlar con los pies, sin que caiga, un balón) con una mitad de cáscara de naranja provista de hoyitos y con forma de minúsculo paracaídas.
12. ¡Qué padre!: Interjección eufónica. Llama la atención que ‘padre’ sirva para destacar lo bueno, y ‘madre’ sea usado para expresiones violentas: vale madre, chingue a su madre.
13. La regaste: De origen muy incierto. Equivocarse, como derramar, desparramar algo.
14. No comió frijoles: No la conozco.
15. Echar la mano: Una simple sinécdoque; significa ayudar, pero uno ayuda generalmente de cuerpo entero, así que se toma la parte que ayuda más visiblemente (la mano) para significar la solidaridad del todo (el cuerpo), de ahí que sea una sinécdoque. En México, el verbo ‘echar’, por lo común feo, es de uso cotidiano y excesivo: echar un lonche, echar un café, echar un pedo, echar un sueñito, echar un palo, echar un rollo, echar una jeta, echar un vistazo, echar una pestañita, echar una cana al aire, etcétera.
16. ¡Qué chido!: Interjección eufónica. Otra vez con presencia de la ‘ch’.
17. De pata de perro: Los perros callejeros andan, obvio, siempre en la calle, camine y camine. Las personas que hacen lo mismo tienen ‘pata de perro’.
18. Andar faroleando: Probablemente, estar parado, ociosamente, en un farol público.
19. Chupar Faros: Caer en lo más bajo, fracasar en algo, sucumbir a lo más abyecto. Por la marca de los deliciosos cigarrillos Faros, los más baratos de México.
20. Llevársela al baile. Involucrar a alguien, hacerlo cómplice. Ignoro su origen.
21. Echarse el chal. Charlar con alguien generalmente sobre temas frívolos. El chal es prenda de señora vieja, de pueblo, mujer que suele ser asociada con el chismarajo. Ojo con la presencia, otra vez, del multiusos verbo ‘echar’.
22. Meter la pata. Equivocarse. Probablemente provenga de la cinegética o cacería: quien mete la pata (en la trampa) está perdido.
23. Echar los perros. Flirtear a alguien con desmesura. En nuestras ciudades es notorio cómo los perros suelen perseguir a las perras en celo; las acosan hasta ayuntarse con ellas.
24. Parir chayotes. Hacer algo con demasiado dolor. Es una metáfora bestial, dado que debemos imaginar a una mujer dando a luz un chayote, verdura fea y llena de púas.
25. Hacer mosca: Molestar a alguien, fastidiar precisamente como fastidian las moscas.
26. Quedarse para vestir santos: Por la vieja imagen popular que pone a las solteronas como extremadamente religiosas, dedicadas en mucho al cuidado de las imágenes de santos.
27. Hacer un pancho: Expresión eufónica. Ojo con la ‘ch’.
28. Me importa un bledo: Un bledo es cierta planta de insignificante valor. ‘Me importa un bledo’ es, pues, no concederle trascendencia a algo.
29. Está bien chafa: Expresión eufónica. Ojo con la ‘ch’.
30. Ser un naco: Se dice que probablemente es una contracción de “chinaco”. Vale en México por falto de elegancia, de prestigio social, de lustre. Como muchas otras, creo que la palabra ‘naco’ basa su eficacia en la contundencia fonética; es eficaz por breve, por silábicamente impactante; así naco, chido, joto, puto, bato, loco, ruco, güey, neta, meco, codo, culo, morra, ñora, mota, chemo, teco, compa; todas son cortantes, de una o dos sílabas, es decir, formas rápidas para llamar y/o agredir.
31. ¡Está cañón!: Deformación de la frase ‘está cabrón’, ‘está difícil’.
32. Es un churro: Durante un tiempo, en México fueron filmadas muchas películas de ínfima calidad. Se dijo entonces que las cocinaban como ‘churros’, que las películas eran ‘churros’. Por extensión, un churro puede ser algo corriente, lo que sea. También, en La Laguna solemos llamarle así al cigarro de mariguana: ‘Pasa el churro, compa’, dicen los aficionados a fumar mota.
o 33. Se me fue el avión: Andar ‘ido’, extraviado mentalmente, tanto que uno se olvida de lo importante, como tomar el avión.
34. ¿Qué onda?/ ser buena onda. De origen incierto. Expresión común.
35. Echarse un taco de ojo: Otra vez, el verbo ‘echar’ en la expresión. Metáfora para significar que alguien mira con lascivia, que el ‘ojo’ obtiene placer al observar, tanto como el paladar al comer, en efecto, tacos de ojo (barbacoa). Parece una sinestesia, figura retórica que combina sentidos, como en las frases ‘Tiene una mirada suculenta’, o ‘Canta con voz rasposa’.
36. Se le hizo agua la canoa: Para que alguien caiga de una canoa, es necesario que ésta se voltee. ‘Voltearse’ en México es amariconarse, ser ‘volteado’.
37. Ser la neta: No creo que haya claridad sobre el origen de la palabra ‘neta’, que significa ‘verdad evidente’. ‘Ser la neta’ es ser honesto, auténtico, sincero, franco, sin dobleces.
38. ¡Qué mala leche!: La leche echada a peder es horrible, vomitiva. Hacer algo con mala leche (ojo con la ‘ch’) es hacerlo con ánimo agrio, torcido.
39. Dar lata/ Ser latoso. Probablemente, porque antes era ‘latoso’ abrir las latas.
40. ¡Aguas!/ Echar aguas: Parece ser que fue una contraseña. Alguien echaba agua (sin necesidad, fingiendo trabajar) y avisaba de algo a sus secuaces.
41. Poner gorro: De origen incierto. Fastidiar.
42. Dormir la mona: De origen incierto. Tal vez descansar como primate.
43. Ser mula: La mula es terca, arisca. Ser como ella revela malicia, testarudez.
44. Hacerse pato: Expresión eufónica. No mostrar interés en algo.
45. Estar del nabo: Expresión eufónica de muy reciente uso y puesta de moda por la televisión.
46. Echarse un coyotito: Expresión eufónica. Ojo con el verbo ‘echar’.
47. Hacer la barba: Lambisconear. Atender con demasiada solicitud a alguien, como el barbero a sus clientes, quienes pueden hasta dormir mientras son afeitados.
48. Ser rabo verde: Viejo demasiado libidinoso, lúbrico, calenturiento. Se le dice así por ciertas cebollas: la cabeza blanca (canosa) y el rabo verde.
49. Tener atole en las venas: El atole es espeso y corre con lentitud. Dícese pues que una persona lerda, pasiva, en vez de sangre tiene ‘atole’.
50. Estar más loco que una cabra: De golpe, sin aviso, las chivas suelen emprenderla a patadas y topes contra todo lo que las rodea. Así ciertas personas que gritan y aspaventean sin un motivo preciso.
51. Pasarse de lanza: Tal vez porque en ciertos pleitos era necesario que los contrincantes usaran cuchillos o lanzas del mismo tamaño; pasarse de lanza es abusar, llevar ventaja en algo.
52. Ser codo: Tal vez apócope de ‘codicioso’. Se usa como sinónimo de avaro.
53. Ser un cuero: La piel, el pellejo, el cuero es lo primero que vemos de la persona. Por ello, alguien demasiado atractivo, hombre o mujer, es ‘un cuero’.
54. Ser fregón/ Fregar: Fregar algo es tallarlo, exprimirlo, estrujarlo. Un ‘fregón’ es alguien que hace eso mismo con sus semejantes. Se puede usar en dos sentidos: para ofender y para encomiar. ‘Fulano friega mucho, se la pasa fastidiando’; ‘Fulano es un fregón, tiene un gran sueldo’.
55. No me pelas/ Pelar: Probablemente, cuando mondamos (pelamos) algo lo hacemos con minuciosidad, y asimismo, cuando ‘pelamos’ a alguien la atendemos con minuciosidad. ‘No pelar’ es no atender.
56. Ser barco: Probablemente, porque los barcos son transportes que se caracterizan por su gran capacidad y porque echan encima lo que sea sin detenerse a ver con detalle tanto las mercancías como la tripulación. Así, un profesor barco es un transporte (de alumnos) no muy escrupuloso, que aprueba sin rigor a sus estudiantes.
57. Se le botó la canica: Parece que viene de la mecánica; ciertos baleros (aros que giran con balines, es decir, con canicas de metal) descompuestos echaban a perder toda una máquina.
58. Enseñar el cobre: Metáfora tomada de la numismática; las monedas con chapa de oro se despintaban con el uso y “enseñaban el cobre”, o sea, que eran corrientes, de ese metal común. Por extensión, las personas que se dicen finas, cultas o de cualquier condición prestigiosa y en verdad no lo son, tarde o temprano pierden su brillo, se despintan y ‘enseñan el cobre’.
59. Está bien suave/ Ya estuvo suave: Suave como mullido; por extensión, cómodo, atractivo, hermoso, placentero.
60. ¡Qué conchudo!/ Hacer concha: Ser ‘conchudo’ es como tener una coraza (una concha) que impide la pena, la vergüenza, y hace cínico y abusivo a quien la ostenta.