miércoles, abril 09, 2008
MITOS DEL MESÍAS TROPICAL
Jaime Muñoz Vargas
Si uno aproxima la mirada a la cobertura periodística que se ha hecho sobre la figura de López Obrador encontrará, según veo, algunos mitos muy interesantes para las futuras tesis universitarias sobre la historia del México contemporáneo, esas tesis que describirán dentro de diez o quince o más años lo ocurrido con nuestro país a partir de 2000. Los estudiosos podrán notar que la figura central, obsesiva, recurrente, enfermizamente socorrida del periodismo nacional es el Peje, aunque claro está que para vapulearlo, para ridiculizarlo, para “matarlo”, para contenerlo, para marginarlo. Desde 2001 o 2002, el de Tabasco es la pera-loca favorita de nuestro periodismo. Es tan grande el odio acumulado contra él que da la impresión de que en verdad sí es un peligro para México, esto bajo el entendido de que “México” es el sistema político y económico de casta divina que nos ha gobernado durante siempre. En más de una ocasión, AMLO y el PRD y todo lo que arrastra han olido a error, a exceso, a disparate, pero lo que suena extraño es que sus yerros, por nimios que sean, son magnificados hasta convertirlos en aberraciones de lesa patria y lo que sus enemigos hacen jamás es medido con análoga vara. El caso más reciente es la entrevista maravillosa y bien apoyada en videos que Loret de Mola le hizo la semana pasada: si así entrevistaran a Mouriño o a Beltrones, nuestros políticos estarían cagados de horror ante las cámaras. Pero no es así: por alguna extraña razón, sólo el Peje es acuciosamente atropellado en la tele.Sólo él, él y sólo él, es un peligro para México. Los otros son santos y Elba Esther es virgencita y riega las flores. Van algunos mitos que evidencian excesos y contradicciones de nuestro periodismo; como todo significa, no es posible dejar la suspicacia al lado.¿A quién le interesa que la campaña de los antiLópez (que no antílopes) siga vigente? Como lo escribí alguna vez, ¿no es prudente sospechar de un coro tan bien armonizado? ¿Es absurdo descreer de ciertas perfectas unanimidades?—AMLO está liquidado. Todos los días, un columnista u otro escriben algo que ronda esta idea: “Con tal acción, AMLO por fin está en la lona; él se lo buscó; tenía un gran capital político y lo echó por la borda”. Lo gracioso es que el difunto sigue tan asombrosamente vivo que todos los días hay que estarlo liquidando.—AMLO se contradijo. “Lo que afirma el Peje es una terrible contradicción; hace equis tiempo declaró lo contrario, como lo pueden atestiguar estos videos”; si cada ser humano fuera grabado y exhibido en público, todos seríamos “contradictorios”, mucho más Mouriño, a quien por cierto le preguntaron en la tele que si era mexicano, dijo que sí y todo resuelto, no hay problema, creemos en su honorable y nunca contradictoria palabra.—AMLO perdió punch. “Todas las encuestas señalan que el Peje ya perdió punch, credibilidad y seguidores, pues en enero de 2006 tenía equis porcentaje de simpatizantes y hoy tiene mucho menos”. Dos preguntas: ¿quién que haya participado en las elecciones de 2006 no ha perdido simpatizantes y quién sigue siendo capaz de llenar el Zócalo y provocar la risa generalizada del periodismo mexicano? En otras palabras, ¿qué se entiende por punch? ¿El que tiene Calderón? ¿El que exhibe Joaquín Gamboa?—AMLO hundió a la izquierda. Los alarmados hablan del asesinato de la izquierda por mano del Peje, y exigen pureza ideológica, consecuencia entre las ideas y los actos. Cuando la izquierda ostentaba esa pureza (llena de imperfecciones, si se quiere, pero había muchos casos de congruencia), los que hoy exigen la pureza se dedicaron a descalificarla; en otros términos, si existe, hay que acabar con ella porque existe; si no existe, hay que demandar que exista y denunciar a los impostores. Ese es el jueguito.
Si uno aproxima la mirada a la cobertura periodística que se ha hecho sobre la figura de López Obrador encontrará, según veo, algunos mitos muy interesantes para las futuras tesis universitarias sobre la historia del México contemporáneo, esas tesis que describirán dentro de diez o quince o más años lo ocurrido con nuestro país a partir de 2000. Los estudiosos podrán notar que la figura central, obsesiva, recurrente, enfermizamente socorrida del periodismo nacional es el Peje, aunque claro está que para vapulearlo, para ridiculizarlo, para “matarlo”, para contenerlo, para marginarlo. Desde 2001 o 2002, el de Tabasco es la pera-loca favorita de nuestro periodismo. Es tan grande el odio acumulado contra él que da la impresión de que en verdad sí es un peligro para México, esto bajo el entendido de que “México” es el sistema político y económico de casta divina que nos ha gobernado durante siempre. En más de una ocasión, AMLO y el PRD y todo lo que arrastra han olido a error, a exceso, a disparate, pero lo que suena extraño es que sus yerros, por nimios que sean, son magnificados hasta convertirlos en aberraciones de lesa patria y lo que sus enemigos hacen jamás es medido con análoga vara. El caso más reciente es la entrevista maravillosa y bien apoyada en videos que Loret de Mola le hizo la semana pasada: si así entrevistaran a Mouriño o a Beltrones, nuestros políticos estarían cagados de horror ante las cámaras. Pero no es así: por alguna extraña razón, sólo el Peje es acuciosamente atropellado en la tele.Sólo él, él y sólo él, es un peligro para México. Los otros son santos y Elba Esther es virgencita y riega las flores. Van algunos mitos que evidencian excesos y contradicciones de nuestro periodismo; como todo significa, no es posible dejar la suspicacia al lado.¿A quién le interesa que la campaña de los antiLópez (que no antílopes) siga vigente? Como lo escribí alguna vez, ¿no es prudente sospechar de un coro tan bien armonizado? ¿Es absurdo descreer de ciertas perfectas unanimidades?—AMLO está liquidado. Todos los días, un columnista u otro escriben algo que ronda esta idea: “Con tal acción, AMLO por fin está en la lona; él se lo buscó; tenía un gran capital político y lo echó por la borda”. Lo gracioso es que el difunto sigue tan asombrosamente vivo que todos los días hay que estarlo liquidando.—AMLO se contradijo. “Lo que afirma el Peje es una terrible contradicción; hace equis tiempo declaró lo contrario, como lo pueden atestiguar estos videos”; si cada ser humano fuera grabado y exhibido en público, todos seríamos “contradictorios”, mucho más Mouriño, a quien por cierto le preguntaron en la tele que si era mexicano, dijo que sí y todo resuelto, no hay problema, creemos en su honorable y nunca contradictoria palabra.—AMLO perdió punch. “Todas las encuestas señalan que el Peje ya perdió punch, credibilidad y seguidores, pues en enero de 2006 tenía equis porcentaje de simpatizantes y hoy tiene mucho menos”. Dos preguntas: ¿quién que haya participado en las elecciones de 2006 no ha perdido simpatizantes y quién sigue siendo capaz de llenar el Zócalo y provocar la risa generalizada del periodismo mexicano? En otras palabras, ¿qué se entiende por punch? ¿El que tiene Calderón? ¿El que exhibe Joaquín Gamboa?—AMLO hundió a la izquierda. Los alarmados hablan del asesinato de la izquierda por mano del Peje, y exigen pureza ideológica, consecuencia entre las ideas y los actos. Cuando la izquierda ostentaba esa pureza (llena de imperfecciones, si se quiere, pero había muchos casos de congruencia), los que hoy exigen la pureza se dedicaron a descalificarla; en otros términos, si existe, hay que acabar con ella porque existe; si no existe, hay que demandar que exista y denunciar a los impostores. Ese es el jueguito.