sábado, abril 12, 2008
EL FIN DE ALTERNATIVA
Antulio Sánchez
Afines del año pasado dijimos aquí que el registro de Comités de Acción Política (CAP) del partido Alternativa Socialdemócrata a través de su sitio web preludiaba una pesadilla. Pero el desastre que vive Alternativa no inició en realidad por internet sino por sus estatutos, que al ponerse en práctica dieron muestras de su flaqueza, denotaron que el sueño sueco plasmado en los mismos y engendrado en los CAPs y en una comisión para elegir órganos directivos fue producto de una alucinación posadolescente. La debilidad de tales ordenamientos no estuvo en sus transitorios, sino en la cultura política dominante en este país.La idea de que unos estatutos de “primer mundo” eran la mejor vía para refundar el partido fue una quimera; no dieron el ancho para generar un verdadero espacio democrático. Al contrario, fueron la ruta más corta para replicar la cultura priísta. Los CAPs multiplicaron la sabiduría política de siempre: acarreo y clientelismo al por mayor. Los estatutos evitaron que la dirigencia nacional saliera de una elección abierta o una asamblea nacional. Se optó por una estructura contradictoria y bicéfala. Por un lado se cancelaron los comicios abiertos pero en los hechos los CAP estuvieron abiertos a cualquier ciudadano, clientela o individuo de dudosa reputación política. Y al mismo tiempo se optó por un esquema de delegados, en donde una gran mayoría procedían de procesos de registro poco pulcros o asambleas marcadas por la trampa.En la reelección de Alberto Begné el 30 de marzo, el proceso de refundación de Alternativa demostró ser pura ilusión. Dicho acto fue el colofón del rosario de irregularidades que acompañaron todo el proceso. Con su reelección se puso punto final al sueño socialdemócrata iniciado desde Democracia Social y continuado con México Posible; se demostró que ningún estatuto puede frenar por acto voluntarista o mágico la trampa y la corrupción. Transas matan estatutos. No bastan las buenas intenciones y la arquitectura procedimental.Alberto Begné terminó por mostrar el cobre al acudir a porros y métodos propios de pandilleros para reelegirse como presidente de la entelequia denominada Partido Socialdemócrata. Begné no se ruborizó al pedir el apoyo de los campesinos de Ignacio Iris (a quien el mismo Begné había combatido y ayudado a expulsar) para regresarlos y que lo respaldaran a él y sus secuaces para correr a garrotazos a quien hizo posible que el partido alcanzara su registro: Patricia Mercado.
Afines del año pasado dijimos aquí que el registro de Comités de Acción Política (CAP) del partido Alternativa Socialdemócrata a través de su sitio web preludiaba una pesadilla. Pero el desastre que vive Alternativa no inició en realidad por internet sino por sus estatutos, que al ponerse en práctica dieron muestras de su flaqueza, denotaron que el sueño sueco plasmado en los mismos y engendrado en los CAPs y en una comisión para elegir órganos directivos fue producto de una alucinación posadolescente. La debilidad de tales ordenamientos no estuvo en sus transitorios, sino en la cultura política dominante en este país.La idea de que unos estatutos de “primer mundo” eran la mejor vía para refundar el partido fue una quimera; no dieron el ancho para generar un verdadero espacio democrático. Al contrario, fueron la ruta más corta para replicar la cultura priísta. Los CAPs multiplicaron la sabiduría política de siempre: acarreo y clientelismo al por mayor. Los estatutos evitaron que la dirigencia nacional saliera de una elección abierta o una asamblea nacional. Se optó por una estructura contradictoria y bicéfala. Por un lado se cancelaron los comicios abiertos pero en los hechos los CAP estuvieron abiertos a cualquier ciudadano, clientela o individuo de dudosa reputación política. Y al mismo tiempo se optó por un esquema de delegados, en donde una gran mayoría procedían de procesos de registro poco pulcros o asambleas marcadas por la trampa.En la reelección de Alberto Begné el 30 de marzo, el proceso de refundación de Alternativa demostró ser pura ilusión. Dicho acto fue el colofón del rosario de irregularidades que acompañaron todo el proceso. Con su reelección se puso punto final al sueño socialdemócrata iniciado desde Democracia Social y continuado con México Posible; se demostró que ningún estatuto puede frenar por acto voluntarista o mágico la trampa y la corrupción. Transas matan estatutos. No bastan las buenas intenciones y la arquitectura procedimental.Alberto Begné terminó por mostrar el cobre al acudir a porros y métodos propios de pandilleros para reelegirse como presidente de la entelequia denominada Partido Socialdemócrata. Begné no se ruborizó al pedir el apoyo de los campesinos de Ignacio Iris (a quien el mismo Begné había combatido y ayudado a expulsar) para regresarlos y que lo respaldaran a él y sus secuaces para correr a garrotazos a quien hizo posible que el partido alcanzara su registro: Patricia Mercado.