sábado, marzo 01, 2008
CHILES XALAPEÑOS DE SALVA
Jaime Muñoz Vargas
Pero ellos, nuestros políticos, no son de palo, y desde Pancho Cachondo para acá algunos(as) se han revelado como potenciales estrellas del cine alborotador de hormonas.El título es inmejorable y con toda seguridad lo hubiera festejado el Güero Castro o cualquier otro realizador del cine infrachafa que hizo las delicias del público ñetero allá por los setenta. Me refiero a Chiles xalapeños, cinta en la que aparece, con rol de teibolera, Dalia Pérez, hoy diputada por el PRI en el Congreso de Veracruz. Aunque sólo conocemos el fragmento en el que ella baila en un hotel de rato (con tubo ad hoc y toda la cosa nostra) frente a un co-estelar que supera por mucho la equina fealdad de Alberto Rojas, es suficiente para notar que se trata de un film que no le pide nada a la saga de Las Verduleras, películas que en su publicidad presumían un casting con “las vedettes más escogidas y los galanes de mayor envergadura”. La difusión de esa noticia ha dado pábulo a una controversia, otra vez, sobre la moralidad de nuestros políticos, hombres que, se supone, deben manejar una vida privada sin tacha, ajena por completo a todo tipo de agasajos cárnicos y demás andanzas picariles.Pero ellos, nuestros políticos, no son de palo, y desde Pancho Cachondo para acá algunos(as) se han revelado como potenciales estrellas del cine alborotador de hormonas. Ahora bien, si nos detenemos en las escenas que circularon en You Tube nos daremos cuenta de que Chiles xalapeños es, sin albur, una jalada. Su bajo presupuesto es más bajo que el de los video-homes en los que alguna vez figuró Lorena Herrera. Resumo, también sin albur, un pedazo de Chiles xalapeños: Dalia aparece con una licra azul eléctrico y asciende a la plataforma donde se encuentra el tubo. Mientras su galán la ve desde la cama, ella se contorsiona, baila y comienza el destape hasta que queda sólo con su roja lencería. El hombre, quien usa una camisa de seda estampada que parece mantel de fonda, la mira feliz y le aparece un globito de cómic en forma de chile (el mal gusto hecho film): “¡Yo sí me la echo!”, piensa el fulano que intenta llevar a cabo una actuación. Dalia sigue su maniobra y de golpe aparece junto a ella el amante ya sin la camisa. El tipo exhibe un físico alarmante: es panzón, chichón y su pecho tiene menos pelo que un guijarro, como escribió Quevedo. El sujeto con cuerpo de lonche mixto procura abrazarla, trata de darle un llegue, pero Dalia recula, lo rechaza, farfullan uno o dos parlamentos idiotas y ella entra a la ducha. Allí termina ese fragmento que es suficiente para asquear de pena ajena hasta a Lalo el Mimo. Es decir, la película vale, como reza el bolero ranchero que cantaba Javier Solís, menos que nada, así que mueve a risa el escándalo que le quieren achacar a una chamaca que hoy es diputada local y que hace dos años mostró con notable claridad sus inexistentes facultades histriónicas en Chiles xalapeños.¿Qué es esa mafufada softporno frente a lo que ya se ha visto en otras partes del mundo donde se campechanea lo sexual con lo político? De hecho, es un petardo balín frente al video amateur en el que apareció René Núñez Cosío, candidato del PRD a la alcaldía de Los Cabos. O frente a Larry Flynt, creador de la acreditada revista Hustler y magnate de la industria pornográfica en EUA, quien quiso ser presidente de su país (contra Reagan) y luego gobernador de California. En su eslogan de campaña era honesto: “Vota por este vendedor ambulante de pendejadas, pero que tiene gran corazón”. Él mismo señaló, en una de sus declaraciones más polémicas, lo que sigue:“Francamente, no creo que a los californianos les moleste ser gobernados por un hombre como yo que, aunque hace negocios con la pornografía, es muy concienzudo”.