jueves, enero 10, 2008
COAHUILA EDITORIAL
Jaime Muñoz Vargas
Aunque suele ser planteado de manera harto general en los planes de gobierno, el simple hecho de que sea explícito el deseo de publicar libros da pauta para imaginar no la creación de un proyecto nuevo, sino la continuación y el mejoramiento de lo que ya se ha hecho y pueda ser cimiento de los emprendimientos sobre el rubro en el sexenio que corre.Para empezar, hay que distinguir entre la edición literaria propiamente dicha y la no literaria. En la primera, que se relaciona estrechamente con la instancia cultural del gobierno estatal, los libros, las revistas y las publicaciones virtuales abrazan aquellas obras de creación que evidencian un claro propósito artístico; cabrían aquí, sin embargo, los textos de carácter crítico que tienen por empeño reflexionar sobre alguna de las artes, sobre el lenguaje, sobre historia de autores o generaciones y en suma los que examinen algún fleco, cualquiera que sea, del fenómeno literario. La segunda, la que llamo, a falta de otro rótulo, no literaria, tiene que ver con obras de carácter administrativo (códigos, reglamentos, planes, informes) y con trabajos científicos. Me ocupo aquí sólo del primer tipo de edición.Ya hay, apreciable o no, un trabajo editorial continuo al menos en los dos sexenios anteriores, y no sería lógico, a mi parecer, olvidar la experiencia de aquellos periodos. Más bien yo plantearía, como insinué líneas arriba, retomar las mejores ideas de pasadas administraciones y añadir lo que deba ser cambiado. La experiencia anterior, por ejemplo, insistía sobremanera en el número de títulos y de autores publicados, y ponía menor énfasis en el punto de la distribución. He aquí, creo, un elemento central del proyecto de ediciones que, según sé, se contempla en el presente, y nada mejor que en verdad cristalice: publicar tal vez a menos autores, pero garantizar que quienes gocen este privilegio tengan una resonancia que vaya más allá de las fronteras estatales.Para lograrlo, la coedición es una espléndida idea, y tiene, como todo, ventajas y desventajas. Las ventaja ostensible tienen que ver, sobre todo, con la difusión de la obra, esto si se pretende coeditar con sellos de renombre y ya perfectamente, como se dice en el argot de la mercadotecnia, posicionados. Nada más estimulante para un autor local que advertir la circulación de su obra por todo el territorio nacional, que recibir críticas de lectores lejanos, que presentar su trabajo ante públicos que lo desafíen de otra manera.Sin embargo, eso cuesta un tiempo y un dinero que por lo regular inhibe a las instancias oficiales de provincia con intereses de ediciónDigo tiempo en función de los ritmos generalmente largos que suele tomarse una editorial para dictaminar la calidad de un trabajo; y digo dinero porque, autorizada la publicación, los montos por edición, impresión y distribución no son los más bajos. Sin embargo, este proyecto deriva en estupenda oportunidad para que los autores de un estado como Coahuila se midan en espacios editoriales que posibiliten un acceso seguro a los lectores y, por ello, tengan un mayor grado de exigencia.Coahuila tiene autores de sobra para buscar la coedición estado-sello comercial, pero también hay que ser realistas: poco (o nada, más bien) se animaría una editorial privada a publicar poesía, ensayo, cuento o dramaturgia de un autor local, así que también hay que buscar los caminos habituales de la coedición entre dos instancias oficiales (gobierno del estado-universidad, por ejemplo) y, en el caso extremo, la edición con recursos exclusivos de la pura administración estatal, que pese a su limitada distribución es un marco ideal, sobre todo, para difundir el trabajo de autores jóvenes.Los caminos son muchos, y amplias las combinaciones que es posible imaginar. El caso es dar insistente salida al trabajo literario que en Coahuila es hoy, acaso más que nunca, numeroso y en algunos casos (Saúl Rosales, Jesús de León, Jesús Cedillo, Gerardo Segura, Alfredo García, Gilberto Prado, Vicente Alfonso, Gerardo García, Miguel Ángel Morales, Pablo Arredondo, Fernando Fabio Sánchez, Édgar Valencia, Paco Amparán, Julián Herbert, Alejandro Pérez Cervantes, Jesús Almonte, Luis Jorge Boone, Carlos Velázquez, Carlos Reyes, Marco Jiménez, entre otros) ya bastante maduro. Nada tendría de baldío compartirlo con los demás estados del país.