NOTI-SNTE SECCIÓN 35

José Ángel Varela Ramírez

Por los pasillos de la estación del tren era un ir y venir de familias, las señoras y los niños cargaban cajas pequeñas y bolsas, esperaban inciertos ¿hacia donde ir?; había salidas a Dinamita Durango decían también que a Estación Talía o al Puerto de Ventanillas mas allá de San Pedro de las colonias. Nosotros veníamos de Madero, estábamos en Torreón, ¿hacia donde?.

Mi padre caminaba desesperado de un lado a otro, preguntando, a quienes se encontraba a su paso; yo me sentía muy triste tenia 8 años. Le causamos compasión a un matrimonio que nos invito – sin conocernos- a pasar la noche en su casa, Vivian en el Cerro de la Cruz. Mi padre acepto, ya era de tarde y caminamos, al oscurecer llegamos a una casita apretada entre las piedras y otras viviendas pequeñas, modestas. Nos ofrecieron de cenar, era septiembre de 1968 la avenida del Nazas había causado daños a muchas familias de la región lagunera. Yo sentía un vació en el estomago aun después de haber cenado con aquellos anfitriones enviados del cielo.
Cuanto me entero de los desastres en Perú de las familias que perdieron a sus seres queridos, que se han quedado sin vivienda; me siento vacío igual que en el 68.
Lo que dejan tras de su paso los Terremotos, Huracanes, las Inundaciones; el dolor y la desesperación.
Ha resultado solidaria, compasiva la respuesta social humanitaria de emergencia solicitada por el CEN del SNTE al Magisterio Nacional.
Alcanzo a entender que la compasión tiene nexos con la empatía; la primera por instinto surge del corazón y la segunda producto de un ejercicio intelectual, juntas transforman la desesperación en Esperanza de vida.
Por ellos, Nuestros Hermanos Peruanos afectados por la naturaleza, por Nuestros Compatriotas del sureste que han padecido también, por ellos esta vez; el SNTE extiende su mano, así me la creo que nuestra conciencia no esta de mas.
Sentir compasión por los demás, pero también por uno mismo nos humaniza.