jueves, agosto 02, 2007
¿Y EL GÓBER ISMAEL?
Jaime Muñoz
El 7 de enero de este año publiqué una entrega titulada “Ruta Paisano”. Esta es, digamos, una segunda parte. Me hice la promesa de escribir sobre tal tema cuantas veces fuera necesario, pues no me parece poca cosa lo que expuse aquella vez y reafirmo ahora: que su partimos por la Ruta Paisano desde La Laguna, el único punto horrible, peligroso y eternamente inconcluso es el que abarca al libramiento de nuestra región, sobre todo en la parte que corresponde al estado de Durango. Voy por partes. Hago la crónica como si la estuviera padeciendo. Salgo de casa el lunes 30 a las 5 de la tarde. Tomo por el bordo del Canal 9 y llego al libramiento. Primer reto: sigue siendo desafiante rodear la “puerta de Torreón” para enrumbar hacia Gómez Palacio; pero ya, no es tanto problema si uno se pone trucha y tiene poco aprecio por la vida. Estoy ahora sobre el puente del lecho seco y llego a la altura de Chilchota. Comienza el simulacro de vialidad: en el semáforo, al lado derecho, el acceso a la gasolinera ofrece un panorama de Marte: los agujeros enlodados causan pavor y sólo los camiones de amplia rodada pueden transitar con algo de tranquilidad. Sigo adelante, rumbo a la nueva joroba, y noto que el asfalto ha cedido en innumerables puntos del trayecto. Además, la entrada a la joroba es abrupta, como trazada por un loco que desea matar a los automovilistas. A la izquierda, la zona de la Expo Feria sigue siendo calamitosa, una basura casi inservible cuando crece el tráfico. Viene lo peor: tras salir de la segunda joroba (la que despeja el camino a Jabonoso), las interminables obras de construcción se suceden con infernal secuencia. Por más atento que uno vaya, el tramo es rudo; la pericia y la seguridad que les da el uso de armatostes imbatibles hace que los choferes de camiones pesados presionen y acometan sin piedad a los usuarios de coches particulares, quienes tenemos, que hacer acopio de cierto ingenio suicida para salir de esa sección con pedruscos en el camino, mal señalada, con entradas y salidas imprevisibles. A la altura de la gasolinera del paseño motel Del Valle la cosa llega a un extremo pavoroso: el congestionamiento de mamuts con neumáticos, las obras civiles y la prisa hacen una mezcla venenosa. Luego viene la salida del libramiento y, por fin, la pista hacia Ciudad Juárez, la relativa tranquilidad que ofrece la (ladrona) carretera de cuota. Tres preguntas finales: ¿cuándo terminarán la parte duranguense del libramiento? ¿Alguna vez ha pasado por allí el gobernador Hernández Deras? ¿No le da vergüenza que el libramiento de Gómez Palacio sea el punto más feo y peligroso en la ruta Ciudad Juárez-DF?
El 7 de enero de este año publiqué una entrega titulada “Ruta Paisano”. Esta es, digamos, una segunda parte. Me hice la promesa de escribir sobre tal tema cuantas veces fuera necesario, pues no me parece poca cosa lo que expuse aquella vez y reafirmo ahora: que su partimos por la Ruta Paisano desde La Laguna, el único punto horrible, peligroso y eternamente inconcluso es el que abarca al libramiento de nuestra región, sobre todo en la parte que corresponde al estado de Durango. Voy por partes. Hago la crónica como si la estuviera padeciendo. Salgo de casa el lunes 30 a las 5 de la tarde. Tomo por el bordo del Canal 9 y llego al libramiento. Primer reto: sigue siendo desafiante rodear la “puerta de Torreón” para enrumbar hacia Gómez Palacio; pero ya, no es tanto problema si uno se pone trucha y tiene poco aprecio por la vida. Estoy ahora sobre el puente del lecho seco y llego a la altura de Chilchota. Comienza el simulacro de vialidad: en el semáforo, al lado derecho, el acceso a la gasolinera ofrece un panorama de Marte: los agujeros enlodados causan pavor y sólo los camiones de amplia rodada pueden transitar con algo de tranquilidad. Sigo adelante, rumbo a la nueva joroba, y noto que el asfalto ha cedido en innumerables puntos del trayecto. Además, la entrada a la joroba es abrupta, como trazada por un loco que desea matar a los automovilistas. A la izquierda, la zona de la Expo Feria sigue siendo calamitosa, una basura casi inservible cuando crece el tráfico. Viene lo peor: tras salir de la segunda joroba (la que despeja el camino a Jabonoso), las interminables obras de construcción se suceden con infernal secuencia. Por más atento que uno vaya, el tramo es rudo; la pericia y la seguridad que les da el uso de armatostes imbatibles hace que los choferes de camiones pesados presionen y acometan sin piedad a los usuarios de coches particulares, quienes tenemos, que hacer acopio de cierto ingenio suicida para salir de esa sección con pedruscos en el camino, mal señalada, con entradas y salidas imprevisibles. A la altura de la gasolinera del paseño motel Del Valle la cosa llega a un extremo pavoroso: el congestionamiento de mamuts con neumáticos, las obras civiles y la prisa hacen una mezcla venenosa. Luego viene la salida del libramiento y, por fin, la pista hacia Ciudad Juárez, la relativa tranquilidad que ofrece la (ladrona) carretera de cuota. Tres preguntas finales: ¿cuándo terminarán la parte duranguense del libramiento? ¿Alguna vez ha pasado por allí el gobernador Hernández Deras? ¿No le da vergüenza que el libramiento de Gómez Palacio sea el punto más feo y peligroso en la ruta Ciudad Juárez-DF?