martes, mayo 22, 2007

 

PALABRAS DE LA MAESTRA ELBA ESTHER GORDILLO EN EL INICIO DEL IV CONGRESO NACIONAL DE EDUCACIÓN Y DEL SEGUNDO ENCUENTRO DE PADRES DE FAMILIA


Intervención de la Maestra Elba Esther Gordillo en la inauguración del IV Congreso Nacional de Educación y del Segundo Encuentro de Padres de Familia y Maestros.
Lic. Felipe Calderón Hinojosa.
Presidente de la República.
Lic. Enrique Peña Nieto.
Gobernador del Estado de México.
Lic. Josefina Vázquez Mota.
Secretaria de Educación Pública.
Distinguidos participantes del IV Congreso Nacional de Educación y del Segundo Encuentro de Padres de Familia y Maestros.
Muy estimados compañeros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
Respetados maestras y maestros.
Queridísimos niñas y niños que con toda libertad y creatividad, dijeron qué educación, qué maestros y qué escuela quieren.
Señores miembros de los medios de comunicación.
Señoras y señores.
Señor presidente:
Hace poco más de tres meses, cuando por primera vez lo visitamos en la residencia oficial de Los Pinos, comprometimos con usted dos cosas:
Lo primero, que trabajaríamos con toda responsabilidad, en la formulación de una propuesta en relación con nuestra materia de trabajo: la educación.
Partíamos del diagnóstico, de que el actual sistema educativo está agotado; que ya no responde a las expectativas de los mexicanos; que está cada vez más ausente de los grandes problemas nacionales, y que su rezago frente a la era del conocimiento, nos aleja cada vez más de los países que han convertido a la globalización en factor de equidad y de progreso.
Lo segundo, que nuestra propuesta, al tener como dimensión la total transformación del sistema educativo, derrotaba el argumento de que es el SNTE el que se opone a su actualización.
Nada más falso: somos los maestros de México los que más involucrados estamos en el hecho educativo, en sus enormes posibilidades y en las significativas restricciones que enfrenta y, por ello, los que más cerca estamos de saber lo que hay que hacer para mejorarla.
Le informamos entonces, que estábamos desplegando el IV Congreso Nacional de Educación y el Segundo Encuentro de Padres de Familia y Maestros, y que de ambos procesos de reflexión colectiva, libre e incluyente, extraeríamos lo que le presentaríamos como la propuesta del SNTE de cara al Plan Nacional de Desarrollo en materia educativa.
Hoy, que damos inicio a la etapa nacional, con su presencia, reitera lo que nos dijera el 15 de mayo pasado: que los maestros y el gobierno, queremos lo mismo; que todo lo que emprendamos en materia educativa lo haremos juntos, y algo que fija la dimensión y los alcances de lo que su gobierno está decidido a hacer en esta materia: la impostergable decisión de transformar al sistema educativo nacional.
Durante las etapas que antecedieron a ésta, el IV Congreso recogió más de 100 mil ponencias, presentadas por el magisterio nacional al cual consultamos; más de 15 mil trabajos de personas interesadas en la educación, desde el espacio de la sociedad civil y de las asociaciones de padres de familia; 165 trabajos que nos acercaron expertos internacionales en la materia; aportaciones relevantes de la Confederación de Educadores de América, y algo que nos obliga a acelerar el paso: más de un millón de cartas en que los propios niños expresan qué escuela, qué maestro y qué educación es la que quieren.
Teniendo ya una significativa base de análisis, y un importante cuerpo de conclusiones, en estos dos días culminaremos su validación y terminaremos de definir las metas que creemos posible alcanzar.
Con la propuesta de metas, tiempos, efectos previsibles y vías para alcanzarlas, estamos asumiendo un claro compromiso ante lo que habrá de venir.
Tenemos muy claro que es imprescindible la más cercana vinculación entre la educación y los grandes problemas nacionales, porque si en la perspectiva del viejo régimen político educarse era bueno en sí mismo, ahora que el proceso educativo debe centrase en el aprendizaje, en el educando y en los problemas concretos que este enfrenta, esta disociación resulta inadmisible.
La superación de la pobreza, el mejorar las condiciones de salud de los niños y jóvenes, el combate a las adicciones y a la inseguridad en las escuelas, el ser y hacer productivos, responsables con el medio ambiente y fundadores de los valores éticos, así como formar ciudadanos que obliguen a que nuestra democracia sea útil, está en la agenda a discutir.
El tema es cómo México preserva la soberanía, si las fronteras se han diluido para siempre; cómo acrecienta la libertad, en tiempos en que la interdependencia es indispensable; cómo aspira a la justicia, cuando el neoliberalismo feroz polariza el ingreso; cómo sigue siendo nación, cuando es la globalización el paradigma de la civilización; cómo defiende sus raíces, cuando las vías del progreso están determinadas por la informática y la comunicación.
Aceptemos entonces que el proceso de formación de los nuevos mexicanos, debe estar ligado con la utilidad individual y social de la educación y, por ello, con su calidad.
Porque la calidad de la educación no debe ser un concepto abstracto, ni determinado únicamente por evaluaciones estandarizadas, sino uno que exprese la utilidad concreta del hecho educativo.
Ya nada significa concluir la primaria o la secundaria, incluso la universidad, sino qué tantos conocimientos, habilidades, destrezas, todas aplicables, se obtuvieron de ello.
De ahí que el nuevo sistema educativo deba reformularse para que, a partir de su flexibilización, reconozca los niveles de competencia que se obtienen del proceso educativo y ya no solo la culminación de los ciclos escolares.
En esta misma dirección, uno de los retos está en revisar y reformular la integración curricular de la educación nacional.
El aprendizaje de conocimientos relevantes, de actitudes y valores, de capacidades y habilidades, deberán ser la base de esta reformulación.
En el centro, estará el aprendizaje como derecho de los mexicanos, y ya no la enseñanza como obligación del Estado.
Nada de esto podrá hacerse sin los maestros, de ahí que el tronco de toda la estrategia será la pertinencia que logremos para formarlos, actualizarlos, perfeccionarlos y reconocerlos, salarial y socialmente.
Se hace necesaria la construcción de un segundo piso de la Carrera Magisterial que corrija las deformaciones de la actual y la proyecte hacia otro nivel basado en las competencias del maestro.
Los maestros estamos decididos a que todo mejoramiento de nuestras percepciones y de desarrollo profesional, tengan como objetivo y referente la calidad de la educación nacional.
Punto esencial será la reformulación, a fondo, de la evaluación educativa.
Centrarla en la aplicación de exámenes, no solo resulta a todas luces insuficiente sino que impide que cumpla con sus objetivos.
Son muchos los factores de los que depende la calidad educativa y, si bien el desempeño del maestro resulta básico, de ninguna manera es el único, ni siquiera el más importante, de ahí que la verdadera evaluación educativa deberá reconocerlos a todos para generar la información necesaria, no para descalificar, lo cual resulta simplista, sino para corregir lo pertinente.
Entre las decisiones urgentes está la referida al federalismo educativo y el financiamiento de la educación, ambos aspectos íntimamente relacionados.
El federalismo de la educación, el cual se pensó y construyó con objetivos muy diferentes a los logrados, muestra signos preocupantes ya que enfrenta desviaciones, rezagos e insuficiencias que hay que corregir de inmediato.
En el centro de la discusión, está sin duda el ejercicio del poder político y las facultades que cada integrante del sistema federal asume.
Un adecuado federalismo educativo, deberá distribuir las obligaciones de manera más equilibrada y, sobre todo, propiciar que todos obtengan también beneficios.
Si la vinculación entre la educación, la empresa, la productividad y los mercados es impostergable, el nuevo federalismo educativo propiciará que cada entidad federativa, de acuerdo a sus características socio-económicas y a sus ventajas comparativas, esté en posibilidades de establecerla mejor.
Por lo que toca al financiamiento de la educación, hay que reconocer las nuevas realidades que nos obligan a actuar tanto desde el espacio de la fiscalidad, de la obligación constitucional de entregarle el ocho por ciento del Producto Interno Bruto, como ante la urgencia de acercarle más recursos provenientes de la sociedad, precisamente para preservar el principio fundamental de la gratuidad.
Estamos conscientes de que otra manera de asignar y ejercer los presupuestos educativos, desde la propia escuela, permitirá restablecer el piso de confianza social necesario para invertir más en educación, aligerar la tremenda burocracia que soporta el sistema educativo y estar en posibilidades de corregir aquello de lo que depende la calidad educativa.

Señor presidente:

El hecho de que este Cuarto Congreso Nacional de Educación, se realice junto con el Segundo Encuentro de Padres de Familia y Maestros, nos permite demostrar que la vinculación entre la escuela y el hogar resulta fundamental para enfrentar el reto de la educación en su exacta dimensión.
Esta vinculación está no solo definida sino ordenada desde la base jurídica y política de la educación nacional que es el artículo tercero constitucional.
Sin ella, todo esfuerzo en la materia, además de inviable resultaría inútil; ni los padres pueden desentenderse de la obligación de educar a sus hijos, ni los maestros podrán sustituirlos.
Igualmente, que los maestros no tenemos ninguna resistencia para establecer esta permanente comunicación con los padres de familia; como usted bien lo dijo el pasado 15 de mayo, queremos lo mismo y en función de ello es que actuaremos.
Porque estamos conscientes de que solo haciendo de la educación el bien público más importante, como sin duda lo fue durante muchas décadas; sólo decidiéndonos a invertir en ella recursos, voluntad política y talento; sólo entendiendo cabalmente sus profundos impactos e implicaciones, estaremos respondiendo al enorme reto que este siglo nos propone como generación y como sujetos históricos.
Un reto frente al cual, estamos más que claros: educar es el camino.

Muchas gracias.





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