jueves, mayo 10, 2007
MENSAJE DEL PROFR. RAFAEL OCHOA GUZMÁN
Queridas madres trabajadoras de la educación:
Me llena de júbilo poder compartir con todas las trabajadoras de la educación un espacio de solaz, porque como madres y educadoras, son las grandes protagonistas de un proceso que dirige con rumbo la propia vida, forja un futuro familiar y social promisorio.
El merecidísimo homenaje que hoy les rendimos constituye una valiosa oportunidad, para hacerles llegar un afectuoso abrazo de la Maestra Elba Esther Gordillo, líder nacional de nuestra organización sindical, y expresarles nuestro más alto reconocimiento y admiración, porque ustedes demuestran sin desmayo una gran capacidad, sensibilidad, dedicación y solidaridad para sacar adelante a sus hijos, a su familia y al país.
Por estas razones hoy vengo con ustedes a refrendar nuestra convicción de que sólo seremos un país de libertades, de democracia y de justicia plena, cuando seamos capaces de abrir los espacios que demanda la inteligencia y la energía de las madres trabajadoras.
Les vengo a ratificar que hacemos de su lucha nuestra propia lucha, que nos solidarizamos con sus causas, combatiendo toda forma de prejuicio, inequidad y discriminación, y que las apoyamos en sus justas demandas.
Esto quiere decir que impulsaremos con más denuedo ante todas las instancias la equidad de género, que nos comprometemos a romper el estigma social que ancestralmente han soportado y para reclamar espacios de participación donde desplieguen todo su talento y preparación; y para exigir se les reconozcas todas sus aportaciones en la construcción de una mejor sociedad.
Tenemos que redoblar nuestros esfuerzos para garantizarles que mientras sus hijos asisten a las escuelas, permanezcan en un ambiente seguro y de calidad, de modo que ustedes puedan desarrollar sus actividades con tranquilidad y la confianza de que sus seres más queridos están bien cuidados.
La agenda pendiente para lograr una efectiva equidad e igualdad de oportunidades es amplia. Por ello, necesitamos promover los acuerdos necesarios para la construcción de un entorno normativo que favorezca el adecuado progreso integral de las madres trabajadoras, de las mujeres generadoras de empleo, de quienes tienen la responsabilidad de aportar la mayor parte de los ingresos familiares, de aquellas que juegan un papel decisivo en el crecimiento económico y el proceso de democratización del sistema político mexicano.
En este contexto, es fundamental lograr cuanto antes la implementación de políticas públicas transversales y con enfoque de género que les permitan a todas las mujeres, cualquiera que sea su condición socioeconómica, educativa, cultural o civil, para que tengan acceso a los servicios de salud, a la protección efectiva en el trabajo, a un salario digno, a servicios de apoyo social, a la seguridad, a una vida libre de violencia; pero, sobre todo, para que se reconozcan sus potencialidades en cada uno de los órdenes de la vida nacional.
Sólo reconociendo plenamente a las mujeres, sólo igualando las oportunidades y combatiendo los prejuicios podremos alcanzar la verdadera justicia social y la democracia.
En la nueva era de las sociedades democráticas del siglo XXI, es inconcebible que persistan condiciones de desventaja que laceran a las mujeres en general, y a las madres trabajadoras, en particular, sobre todo a aquellas de los estratos socioeconómicos más bajos.
Es tiempo de hacer a un lado la doble moral con la que se les ha tratado, pues por un lado se le exalta como el eje principal del bienestar familiar y social; por el otro, se les priva de sus derechos constitucionales y humanos más elementales.
Por eso hoy alzamos nuestra voz para decir que es preciso educar a la sociedad entera en los valores de la democracia; el impostergable generar una auténtica cultura política democrática, a fin de cambiar costumbres y atavismos que han legitimado por mucho tiempo verdaderas injusticias contra las mujeres.
Es imperativo erradicar el analfabetismo, la discriminación, las disparidades económicas y sociales, e impulsar la participación activa de la mujer en la toma de decisiones que incumben a la salud, a la vida y al destino de la nación.
No es posible continuar sosteniendo la tradicional división de roles con mayor prestigio e independencia asignados a uno de los géneros, es hora ya de que el trabajo, la capacidad y el talento de la mujer, y sobre todo de la madre trabajadora, obtenga el mismo reconocimiento, las mismas remuneraciones, accesos, promociones y ventajas. Para que la igualdad de oportunidades y de trato sea una realidad, debe traducirse en hechos, acciones y políticas concretas, pues de otro modo sólo será un recurso retórico.
Para todo ello, queremos construir con las mujeres, con las madres trabajadoras, un México incluyente, donde la democracia no sólo sea una frase más sino una realidad viva, donde en el espacio nacional coexistan los mismos derechos políticos, educativos, sociales, económicos y culturales los seres humanos.
Sin duda alguna, amigas y amigos, el mejor regalo para las madres trabajadoras es refrendar nuestros lazos de solidaridad, conjugar nuestros talentos y bríos, a efecto de instaurar una sociedad y un régimen político donde derechos humanos, la libertad, la justicia y la democracia propicien una ciudadanía plena.
Compañeras y compañeros:
Ustedes nos motivan a hacer de este México, el mejor México para las futuras generaciones.
Esto entraña el deber ético y moral de pasar de las palabras a los hechos; tenemos que colocar nuestras acciones a la altura de nuestras convicciones.
Por eso quiero reiterar a las mujeres y los hombres, a las madres y a los padres de familia, la invitación para que participen activamente con sus puntos de vista y sus propuestas en el IV Congreso Nacional de Educación y en el 2º Encuentro Nacional de Padres, de Familia y Maestros, espacios plurales donde en base al acuerdo democrático de las comunidades educativas, de las instituciones de la República y las organizaciones de la sociedad civil, se construyen las bases de un nuevo modelo educativo que garantice una educación de calidad con equidad, concebida como un derecho humano irrenunciable.
En este día lleno de significado, el SNTE reafirma ante nuestras extraordinarias educadoras, su indeclinable voluntad por lograr que sus anhelos se hagan una realidad, porque ustedes son miembros privilegiados de esta vigorosa organización sindical y no descansaremos hasta que cada madre mujer encuentre el camino seguro para ser soberana de sí, libre, y respetada en un plano de estricta igualdad.
A nombre de nuestra dirigente nacional, la maestra Elba Esther Gordillo, reciban el más grande reconocimiento y aprecio de las y los trabajadores de la educación mexicanos.
Muchas felicidades, que la pasen muy bien.
Gracias.
Me llena de júbilo poder compartir con todas las trabajadoras de la educación un espacio de solaz, porque como madres y educadoras, son las grandes protagonistas de un proceso que dirige con rumbo la propia vida, forja un futuro familiar y social promisorio.
El merecidísimo homenaje que hoy les rendimos constituye una valiosa oportunidad, para hacerles llegar un afectuoso abrazo de la Maestra Elba Esther Gordillo, líder nacional de nuestra organización sindical, y expresarles nuestro más alto reconocimiento y admiración, porque ustedes demuestran sin desmayo una gran capacidad, sensibilidad, dedicación y solidaridad para sacar adelante a sus hijos, a su familia y al país.
Por estas razones hoy vengo con ustedes a refrendar nuestra convicción de que sólo seremos un país de libertades, de democracia y de justicia plena, cuando seamos capaces de abrir los espacios que demanda la inteligencia y la energía de las madres trabajadoras.
Les vengo a ratificar que hacemos de su lucha nuestra propia lucha, que nos solidarizamos con sus causas, combatiendo toda forma de prejuicio, inequidad y discriminación, y que las apoyamos en sus justas demandas.
Esto quiere decir que impulsaremos con más denuedo ante todas las instancias la equidad de género, que nos comprometemos a romper el estigma social que ancestralmente han soportado y para reclamar espacios de participación donde desplieguen todo su talento y preparación; y para exigir se les reconozcas todas sus aportaciones en la construcción de una mejor sociedad.
Tenemos que redoblar nuestros esfuerzos para garantizarles que mientras sus hijos asisten a las escuelas, permanezcan en un ambiente seguro y de calidad, de modo que ustedes puedan desarrollar sus actividades con tranquilidad y la confianza de que sus seres más queridos están bien cuidados.
La agenda pendiente para lograr una efectiva equidad e igualdad de oportunidades es amplia. Por ello, necesitamos promover los acuerdos necesarios para la construcción de un entorno normativo que favorezca el adecuado progreso integral de las madres trabajadoras, de las mujeres generadoras de empleo, de quienes tienen la responsabilidad de aportar la mayor parte de los ingresos familiares, de aquellas que juegan un papel decisivo en el crecimiento económico y el proceso de democratización del sistema político mexicano.
En este contexto, es fundamental lograr cuanto antes la implementación de políticas públicas transversales y con enfoque de género que les permitan a todas las mujeres, cualquiera que sea su condición socioeconómica, educativa, cultural o civil, para que tengan acceso a los servicios de salud, a la protección efectiva en el trabajo, a un salario digno, a servicios de apoyo social, a la seguridad, a una vida libre de violencia; pero, sobre todo, para que se reconozcan sus potencialidades en cada uno de los órdenes de la vida nacional.
Sólo reconociendo plenamente a las mujeres, sólo igualando las oportunidades y combatiendo los prejuicios podremos alcanzar la verdadera justicia social y la democracia.
En la nueva era de las sociedades democráticas del siglo XXI, es inconcebible que persistan condiciones de desventaja que laceran a las mujeres en general, y a las madres trabajadoras, en particular, sobre todo a aquellas de los estratos socioeconómicos más bajos.
Es tiempo de hacer a un lado la doble moral con la que se les ha tratado, pues por un lado se le exalta como el eje principal del bienestar familiar y social; por el otro, se les priva de sus derechos constitucionales y humanos más elementales.
Por eso hoy alzamos nuestra voz para decir que es preciso educar a la sociedad entera en los valores de la democracia; el impostergable generar una auténtica cultura política democrática, a fin de cambiar costumbres y atavismos que han legitimado por mucho tiempo verdaderas injusticias contra las mujeres.
Es imperativo erradicar el analfabetismo, la discriminación, las disparidades económicas y sociales, e impulsar la participación activa de la mujer en la toma de decisiones que incumben a la salud, a la vida y al destino de la nación.
No es posible continuar sosteniendo la tradicional división de roles con mayor prestigio e independencia asignados a uno de los géneros, es hora ya de que el trabajo, la capacidad y el talento de la mujer, y sobre todo de la madre trabajadora, obtenga el mismo reconocimiento, las mismas remuneraciones, accesos, promociones y ventajas. Para que la igualdad de oportunidades y de trato sea una realidad, debe traducirse en hechos, acciones y políticas concretas, pues de otro modo sólo será un recurso retórico.
Para todo ello, queremos construir con las mujeres, con las madres trabajadoras, un México incluyente, donde la democracia no sólo sea una frase más sino una realidad viva, donde en el espacio nacional coexistan los mismos derechos políticos, educativos, sociales, económicos y culturales los seres humanos.
Sin duda alguna, amigas y amigos, el mejor regalo para las madres trabajadoras es refrendar nuestros lazos de solidaridad, conjugar nuestros talentos y bríos, a efecto de instaurar una sociedad y un régimen político donde derechos humanos, la libertad, la justicia y la democracia propicien una ciudadanía plena.
Compañeras y compañeros:
Ustedes nos motivan a hacer de este México, el mejor México para las futuras generaciones.
Esto entraña el deber ético y moral de pasar de las palabras a los hechos; tenemos que colocar nuestras acciones a la altura de nuestras convicciones.
Por eso quiero reiterar a las mujeres y los hombres, a las madres y a los padres de familia, la invitación para que participen activamente con sus puntos de vista y sus propuestas en el IV Congreso Nacional de Educación y en el 2º Encuentro Nacional de Padres, de Familia y Maestros, espacios plurales donde en base al acuerdo democrático de las comunidades educativas, de las instituciones de la República y las organizaciones de la sociedad civil, se construyen las bases de un nuevo modelo educativo que garantice una educación de calidad con equidad, concebida como un derecho humano irrenunciable.
En este día lleno de significado, el SNTE reafirma ante nuestras extraordinarias educadoras, su indeclinable voluntad por lograr que sus anhelos se hagan una realidad, porque ustedes son miembros privilegiados de esta vigorosa organización sindical y no descansaremos hasta que cada madre mujer encuentre el camino seguro para ser soberana de sí, libre, y respetada en un plano de estricta igualdad.
A nombre de nuestra dirigente nacional, la maestra Elba Esther Gordillo, reciban el más grande reconocimiento y aprecio de las y los trabajadores de la educación mexicanos.
Muchas felicidades, que la pasen muy bien.
Gracias.