viernes, marzo 30, 2007
ESCAPARATE DE FOX
Jaime Muñoz
¿Cuál es el propósito que se esconde tras el desmesurado activismo del ex presidente Fox? Como si no hubiera tenido suficiente con su sexenio, el guanajuatense anda de caravana por el mundo en plan de “conferencista”, y para dar fresca noticia de sus giras podemos acceder a la página web del Centro Fox (www.centrofox.org.mx), site catapultado al mundo nada menos que desde Rancho (sic, sin artículo “el”) San Cristóbal.El Centro Fox es un espacio pantalla, casi un blog como el que puede armar cualquier hijo de vecino. Su meta no es reflexionar nada en serio, profundamente, sino mostrar la bitácora superficial de un sujeto que, por la vía internética, quiere mantener “informada” a la comunidad, decirle que no se ha ido, que sigue Vigente (Fox) y que es bien recibido en todas partes. Contra la tradición de fin de mandato y silencio ritual que tenían los antiguos presidentes (lo que Salinas hizo trizas en su momento), Fox se pavonea por el planeta y hasta se da el taco de afirmar que sus obviedades son “conferencias”.La web se presenta como “Centro de Estudios, Biblioteca y Museo Vicente Fox Quesada”. Ya desde allí hay una broma siniestra: ¿Centro de Estudios? ¿Qué estudian? ¿Biblioteca? ¿Resguardan todos lo libros que ha leído el ex presidente? ¿Museo? ¿Qué exhiben, la sana imagen que tenía la democracia electoral hasta el 2 de julio de 2006? Todo, cada palabra esconde una vacilada, así que la cosa no va por el lado intelectual, sino por el rumbo de la grilla, del buscapiés.Descartemos de entrada que Fox es tonto; parece, y sus frases grotescas ayudan a definirlo como tal, pero hay poco de ingenuidad en su proceder. Se dijo en su momento que, hundido el barco Creel, Fox tuvo que apostar sin remedio por Calderón. Decidido lo anterior, necesitaba que ganara indefectiblemente, pero al mismo tiempo dejarlo amarrado de manos, tenerlo a tiro de piedra. Se dijo, y puede ser cierto o al menos es una hipótesis razonable, que por eso enmierdó el proceso electoral, que por eso con desfachatez supina se dedicó a impregnarlo con aroma de fraude, de triunfo difuso, de victoria manchada y apenitas. A Fox le convino incluso el rapapolvo del Trife, la fama de intruso en las elecciones, lo que luego confirmó con su teoría del desquite. Eso, y su presencia en vidrieras internacionales, sirve al dedillo para atar de manos a Calderón, para señalarle que es un “presidente” balconeable como espúreo si se atreve a perseguir Bribiescas y a obstaculizar el plan 2012 enderezado por medio de Espino, Creel y Abascal. El Centro Fox es, por ello, un malévolo recordatorio, el peor de los escaparates posibles.